Capítulo 11

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—Creo que te debo un gracias.–Susurra Freya esquivando mi mirada por lo que sucedió anoche.

—Freya creo que deberías encontrar mejores amistades.–Le recomiendo y casi siento que hablo como mi padre.

–¿Por qué? ¿Por qué ninguno de ellos tiene el jodido dinero que tienen nuestros padres? ¿Por qué no parecen tener la vida comprada? ¿Porque conocen y practican el libre albedrío?—Dice bruscamente. Al sentir mi mirada sobre ella sus ojos se tornan arrepentidos.

—No tiene que ver con el dinero, tiene que ver con la persona que tu quieres ser.—Me acerco.—Creo que tienes mucho por delante como para meterte con personas de un mundo del que no es tan fácil salir.—Suspiro intentando encontrar la palabras para que pueda entenderme.—No eres ninguna niña ya Freya, creo que sabes o por lo menos tienes una idea de a qué se dedican nuestros padres.—Ella hace una mueca dándome a entender que lo sabe.—Nosotras controlamos lo que ellos se meten, no al revés.

—Un día lei que eres el promedio de la gente que te rodea, no lo creo—Parpadeo confundida pero decido ignorarla

—Pues haciéndole caso a esa teoría, ¿es como ellos como quieres ser? Entiendo que tampoco quieras ser como tus padres pero no es necesario ir al otro extremo

—No son mis amigos—Frunce el ceño

—Te abrumaste y quisiste despejarte. Lo entiendo,  pero siempre puedes llamarme.—Le digo dulcemente mientras peino su cabello como si fuera mi hermana pequeña.

—Me gusta pelear y debatir pero a veces necesito solo...tranquilidad por unos segundos, toda batalla merece un segundo para respirar

–No tienes que sentirte así, me tienes a mí. Incluso a los Gavilov

—¿Qué?.–Dice confundida

—Fue Lukyan quien me ayudo a sacarte de ahí.—Le explicó y me dice como debe agradecerle. Mientras nos arreglamos ella me cuenta como sus padres creen que esta en casa de una amiga suya.

Suspiro aliviada cuando me percato de que mi padre no se encuentre en casa y no se ha enterado de lo que sucedió anoche. Aparco en casa de su amiga y sale del auto despidiéndose de mi, no sin antes mírame fijamente

—Yo también hubiera ido por ti, incluso puedo pelear junto a ti—Habla con su vista fija en mi mejilla, le doy una media sonrisa ante lo fantasia en sus palabras, pero la sonrisa que no termina de llegarme a los ojos.

Me encamino a la empresa, me estaciono y cuando estoy por colocarme mis lentes me doy cuenta que no me he maquillado y mi cara deja ver el moretón. Joder, entro a la empresa en busca de Elena para ver si trae maquillaje consigo y solucionar mi problema. Los lentes simplemente no alcanzan a cubrirlo.

—¿Alana?.—Escucho una voz tras de mi y me tenso.

—Yo... tengo que ir a...—Intento tratando de que no me mire pero me agarra de las muñecas y tira de mi hacia el con delicadeza pero demasiado rápido para poder apartarme. De pronto sus manos acunan mi rostro y su mirada se transforma.

—¿Que quien coño te hizo eso?.—Me dice con una molestia y lo miro anonada, nos introduce en su oficina y suspiro viendo a un Kael muy molesto.

—No vi la puerta y me golpeó.—Suelto la excusa más estupida pero con una convicción enorme.

—La puerta te golpeo.—Repite mirándome incrédulo

—Era una puerta firme y pesada

—Me sorprende tu habilidad para mentir perfectamente bien aún siendo algo tan poco creíble, pero te sorprenderías de lo mucho que se reconocer golpes a mano alzada, así que dime quien coño te puso una mano encima.—Me dice acercándose de nuevo pero vuelvo a alejarme.

DIAMANTE Where stories live. Discover now