Capítulo Treinta y Nueve

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Aitana Ocaña

¿Qué se supone que hago ahora? Ese maldito auto no me va a dejar salir.

Estaba demasiado nerviosa, no quería que nadie saliera de ahí. La idea de que es alguien que me quiere hacer daño, hizo que me asustara mucho más.

¿Por qué siempre pienso en lo peor?

Sea quien sea, ahora mismo no tenía ni idea de dónde estaba. Por comprobar si el auto me estaba persiguiendo, me desvíe totalmente.

¿Dónde estoy?

Tomé mi móvil y empecé llamé a Lola.

Aitana: Vamos, contesta, contesta.

Lola no daba señales de vida.

Llamé a Hero y este tampoco.

Aitana: ¡MIERDA!

Empecé a ver mi lista de contactos, alguien tenía que venir y sacarme de aquí.

Kirill.

No, sé que Kirill no va a venir por mi. Probablemente creerá que tan sólo estoy inventando una excusa para que venga a hablar conmigo.

Lo conozco perfectamente.

Sebastián.

No, no hay manera en el infierno. No puedo simplemente llamarlo y decirle.

No sé dónde estoy, ¡ven por mi!

No, no, no.

Ahora mismo me pregunto por qué no tengo a Teresa en mis contactos. Sé que ella vendría por mi.

Mi padre.

Teresa dijo que él vendría hoy, así que eso quiere decir que él está en la ciudad.

Alguien se bajó del auto, estaba tan oscuro que no podía ver muy bien quién era.

Sólo sé que se acercaba a mi.

Empecé a llamar a mi padre.

Aitana: Oh, vamos, contesta, contesta...

Mi padre contestó al tercer llamado.

📱

Carlos: ¿Aitana?

Aitana: ¡Papá! Ayúdame, no sé dónde estoy sólo sé que hay un auto detrás de mi, me estaban persiguiendo y me desvíe. Está muy oscuro aquí y no puedo ver nada, por favor, ¡ven! -dije muy rápido-

Carlos: Cálmate, princesa. No te asustes, sólo respira y dame tu mejor intento de decirme dónde estás.

Él estaba preocupado.

Sabía que no me iba a fallar, sabía que él era justo a quien debía llamar.

Aitana: No lo sé, no lo sé. Iba a ir al supermercado que queda fuera de la ciudad, ¿sabes cuál? El que queda por la playa.

Carlos: Sí, sí, ya sé cuál es.

Aitana: Yo sólo quería probar si el auto me estaba persiguiendo, recuerdo que giré a la izquierda y lo sé cómo terminé en esta calle sin salida. Pero está muy oscuro y necesito salir de aquí.

Carlos: Ya sé dónde estás. Quédate en el auto, Aitana. Simplemente no salgas de ahí. Voy a buscarte. -colgó-

📱

El hombre empezó a tocar a la ventana, esperando que le abriera. No, no le iba a abrir.

Estaba vestido de negro y llevaba gafas.

Sei Mia, PiccolaWhere stories live. Discover now