Capítulo Cuarenta y Siete

252 14 12
                                    

Sebastián Yatra

Nunca me había sentido tan felíz.

Sostenía a Aitana en mis brazos dormida mientras me perdía en mis pensamientos.

Miro la pared, imaginando la sonrisa de Aitana, el sonido de su risa, la suavidad de su piel.

Sonrío. Se siente tan bien que esté aquí conmigo después de todo.

Cierro los ojos, reviviendo cómo se sintió estar dentro de ella, tocarla, besarla por todo el cuerpo, el olor de su cabello.

Me había despertado hace tiempo, pero no quería despertarla. Se veía muy tranquila.

Estaba felíz sintiendo su piel desnuda contra la mía, podría quedarme todo el día así.

Su móvil empezó a sonar.

Ella se movió y abrió sus ojos lentamente, me miró y me sonrió.

Aitana: Buenos días. -me dió un pequeño beso en los labios-

Sebastián: Tu móvil no ha dejado de sonar. Probablemente es tu padre preocupado preguntándose dónde estás.

Aitana: No me importa. Estoy mucho más que bien. -se esconde más en mi pecho-

Sebastián: ¿Desde cuándo te convertiste en la chica que no le importa nada y hace lo que quiera? -digo burlón y ella ríe-

Aitana: Desde que me di cuenta de que tengo que aprovechar cada momento. En especial, estos, los que comparto contigo.

Sebastián: No tienes idea de cuánto te extrañé. En serio. -beso su frente-

Aitana: No lo creo. -me mira fijamente-

Sebastián: ¿Por qué dices eso?

Digo confundido. La extrañé como el jodido puto infierno.

Aitana: Estuviste con Marta, y estoy segura que con muchas chicas más.

Empecé reírme a carcajadas. Incluso tuve que tapar mi boca para detenerme.

Aitana: No sé que es tan gracioso, Yatra. -dice enojada-

Cree que me estoy burlando de sus celos.

Sebastián: ¿Quién te dijo eso? ¿Marta?

Aitana: No exactamente. Lo dijo mientras todas nos cambiábamos para educación física. No sabes cómo me sentí.

Empecé a reír mucho más.

Ella ahora estaba mucho más enojada.

Aitana: Mejor no te hubiera dicho nada, no sé qué es tan gracioso.

Sebastián: No, pequeña. Es que el día que Marta vino a mi casa tomándome por sorpresa, cuando íbamos a hacerlo, la llamé por tu nombre y salió furiosa. Créeme, nunca la había visto así.

Ahora la que reía a carcajadas era Aitana.

Aitana: ¡Es una estúpida! -rió más fuerte-

Sebastián: Ahora que lo recuerdo, ese día yo estaba bastante enojado, te vi en el aeropuerto con un chico. Acababa de llegar de Valencia y créeme, no fue muy lindo. Tenía planeado descansar, pero llegó Marta y pensé: "¿Por qué no?" -suspire- Aunque el intento de olvidarte no funcionó.

Aitana: Me pasó lo mismo, con él. Digo, pensé que te iba a olvidar si...

La rabia se arrastra dentro de mi como una maldita ola rompiendo contra la orilla.

Sebastián: Espera, ¿tú y él...? ¿Qué mierda hicieron?

Aitana: ¡No, no, no! Hasta ese punto no. Sólo nos besamos y bueno, nos toqueteamos un poco. Pero no funcionó, Sebastián, porque eras lo único que estaba en mi mente mientras hacíamos eso. -la rabia me estaba quemando-

Sei Mia, PiccolaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora