CAPÍTULO VI : EL PERDÓN Y EL COMIENZO

221 12 2
                                    

Al día siguiente en clases. Todos se alegraron por la llegada de Bélida. Sus compañeros fueron a hablarla.

—Hola Bélida ¿Estás mejor?—dijo Fredy.

—Sí—escribía en su cuaderno. Sin tomarle importancia.

—Toma, se que te gusta la torta de tres leches—Nervioso—Bueno, todo el mundo lo sabe. Además, mmm... Solo cómelo ¿sí?—

—Levantó su mirada—gracias—dijo sonriendo.

Esperaba ese gesto de alguno de sus compañeros, menos de él. 

Fredy volvió a paso rápido a su asiento que estaba al fondo. Kamíl llegó "desapercibidamente" por ahí.

—Molesto—Idiota, va a creer que lo estoy coqueteando—

—Mirándole—No le has dicho que fué de mi parte ¿Verdad? —

—No. Ahora cumple con tu parte—estiró la palma de su mano.

Le dió un pedazo de papel. Ahí estaba el nombre del perfíl de Instagram de una de las excompañeras de Kamíl. A Fredy se le hizo bastante bonita.

—Sonrió—no puedo creer lo que eres capaz de hacer por una chica, hombres—dijo burlándose Kamíl.

—Y tú por querer su perdón, hombres—alzó sus cejas.

—Solo es para complacer a mis padres, por favor—dijo sin mirarlo. Tratando de excusarse.

—Ja ja ja esa mentira ni tu te la crees—lo miró mientras se retiraba.

Llegó la hora de salida y Kamíl ya estaba preparándose para ir a hablar con Bélida. Mery no estaba con ella porque estaba en el baño. Bélida se dirigía a comprar helados para ambas.

—Hola Bélida—agarró valor para hablarla.

—Que quieres—dijo ignorándolo mientras seguía caminando.

—Quiero pedirte disculpas. Tu dime que quieres que haga para que me perdones. Puedo hacer cualquier cosa—se puso en su delante.

—Ella se acordó de un trabajo que tenía que hacer—bueno, puedes repartir afiches del restaurante por la calle. Pide perdón a mi mamá directamente. Un trabajo no borra el herir de tus palabras—

—Agachó la mirada—Claro, lo haré—dijo  avergonzado. No olvidaba lo que salió de su boca.

—Bien—dijo ya yéndose sin darle más importancia.

Se pasó una semana repartiendo afiches y pidió disculpas personalmente a la mamá de ella. Se estaba llevando muy bien con Doña Linda, tanto así que cuando iba a comprar iba el mismo y hablaba con su mamá sobre lo que quería en su comida.

Un día saliendo del colegio Kamíl decide hablarle a Bélida mientras Mery no estaba, porque literalmente la temía.

—Hola Bélida—dijo sonriendo.

—Hola—no lo tomaba importancia.

—Quería saber si quieres ir hoy al río. Quiero conversar contigo—dijo nervioso tronándose los dedos de las manos.

—Iré, pero con Mery—lo miró.

—Claro, lo que tú quieras. Paso por ti a las tres—la miraba mientras se alejaba caminando de espaldas.

—Está bien—dijo sonriendo un poco.

Kamíl se fue feliz, llegó a su casa y esperó pacientemente a que llegara las tres. Agarró unos cuantos chocolates y se fue a casa de Bélida.

AMAR COMO LAS ESTACIONESOù les histoires vivent. Découvrez maintenant