CAPÍTULO XLVIII: AMOR EN HALLOWEEN II

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Kamíl se dio cuenta de sus intenciones.

—Mira, las entradas ya se van a agotar. Hay que ir rápido—agarró la mano de Bélida.

—Pero Mery está solita—

—¡Patrick, acompaña a Mery al mirador! —miró a Patrick—mucho mejor, ahora va a estar acompañada, vamos—dijo llevándola.

—¿Me acompañas?—se puso frente a Patrick.

—Claro—dijo Patrick mirándola.

Bélida al ver todo eso se da cuenta de algo.

—Dime la verdad, se va a declarar hoy ¿no?

—Como lo supiste—dijo sorprendido.

—Por favor, se le nota en el rostro. Está nerviosísimo. Me hace recordar a ti aquel día—

—Y yo que pensé que me veía extremadamente calmado—sonrió.

Se fueron a comprar sus tickets de entrada al laberinto del maíz.

Mientras tanto en otra parte Mery y Patrick habían llegado al mirador de la ciudad.

—No puede ser, esto está increíble. Mis ojos no habían visto algo más bello en la noche—miraba detalladamente toda la vista de la ciudad.

—No vas a tomarle una foto—la miró.

—Hay cosas que se tiene que apreciar varios minutos antes de sacarle una foto—dijo sonriendo.

—¿Confías en mí?

—Sí, ¿Por qué?—dijo volteando.

—Quiero que me esperes por unos minutos. Sin voltear a mirar atrás—

—Esto es raro, pero está bien—

—Bien, desde ahorita no voltees—dijo volteándola hacia el mirador y alejándose con la mano temblando.

Se fué a traer el ramo de girasoles y a encender los foquitos. Jael tenía el ramo de girasoles en su mano y se los entregó.

—Ve campeón—dijo sonriendo.

—Siento que no voy a poder ni llegar a su lado—tocaba su pecho porque su corazón ya se salía.

—Aunque sea de lejos te declaras, pero te declaras—dijo mirándole.

—Gracias por tu apoyo Jael—dijo sonriendo mientras se regresaba.

Ya al estar cerca del mirador. La ve de espaldas y su corazón empieza a latir fuertemente. Camina sin fijarse por donde. Solo quiere llegar a su lado y decirle de una vez todo lo que siente. Encendió las luces.

—Ya puedes voltear—dijo con voz fuerte mientras sostenía su ramo de girasoles.

Volteó y se quedó atónita sin decir ni una palabra. Pero su sonrisa no mentía. Estaba feliz, ya sabía lo que iba a suceder.

Patrick se acercó a ella, pero no se dio cuenta que había una raíz y se tropezó. Mery se puso a reír, pero después se tapó la boca con su mano, porque pensaba que Patrick se iba a avergonzar.

—Está bien, ríe todo lo que quieras, me encanta tu risa—dijo mirándola mientras se levantaba.

—Si quieres saber mi opinión. Esta fué la mejor parte de venir al mirador—dijo sonriendo.

—Mery, hace mucho tiempo debí decirte esto—tragó saliva—¿quieres casarte conmi…

—Pensé que iba a ser enamorada, pero también acepto casarme contigo—

AMAR COMO LAS ESTACIONESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora