C U A R E N T A

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Estaba sentada con las piernas pegadas a mi pecho mientras trataba de que las palabras no salieran más fuertes de lo que ya estaban saliendo, sin embargo, los ojos oscuros que me miraban cada vez se ponían más serios a medida que me escuchaba hablar

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Estaba sentada con las piernas pegadas a mi pecho mientras trataba de que las palabras no salieran más fuertes de lo que ya estaban saliendo, sin embargo, los ojos oscuros que me miraban cada vez se ponían más serios a medida que me escuchaba hablar.

—Retrocede —me pidió deteniendo lo que estaba diciendo.

—¿Cómo? —Pregunté sin entender.

Se acomodó en su asiento y se sacó los lentes antes de mirarme con las manos cruzadas.

—Empezaste a hablar sobre lo mucho que te afectaba quedarte sin trabajo, disfrazando el dolor de perder a alguien que le tenías cariño y terminaste hablando sobre cómo te molesta que oculten las cosas.

Me senté derecha en el mueble y lo miré con el ceño fruncido.

—Carol —comenzó despacio y supe que venía algo que no me gustaría— ¿Qué es lo que realmente te molesta de toda esta situación?

Lo mire sin entender y baje hacia mis zapatillas sucias de barro por haber corrido en la mañana con Winnie en el parque.

—No tengo control de lo que estoy sintiendo en este momento.

—Está bien que te duela la muerte de tu jefa, estuviste con ella en el último tiempo de su enfermedad y murió estando contigo, aparte crearon un vínculo en el último año.

—Era mi jefa, no éramos amigas.

—¿Cómo entró Andrés en todo ello?

—No entra en nada, él no está ni siquiera en la ciudad.

Alcé la mirada y él seguía con su vista imperturbable. Asintió y anotó en la libreta antes de volver a mirarme

—¿Sientes que hubiese sido más fácil para ti todo esto si él estuviese aquí?

No lo quería decir en voz alta, pero no lo tenía que decir, él y yo sabíamos que era cierto.

—Te culpas por quererlo aquí porque estás molesta por haber descubierto la cuenta falsa.

Solté un quejido en voz alta por haber dicho aquello que quería acallar en el fondo.

—Detesto que me oculte las cosas y él lo sigue haciendo.

—¿No te has preguntado por qué siguen haciendo las mismas cosas?

—Porque él no aprende —respondí a la defensiva casi molesta.

—O quizás ambos aún no aprenden.

—No es así, le he dado todas las instancias para que hable conmigo y me cuente las cosas y aun así me sigo enterando por mí cuenta cuando me miente o me oculta cosas.

—¿Le das oportunidad de hablar o solo lo atacas?

Lo miré en silencio, por mucho tiempo me quedé en blanco porque no podía siquiera recordar la mitad de nuestras discusiones, pero ciertamente me exaltaba cada vez que descubría algo que me molestaba.

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