Encargo

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Seis de la mañana, aquella brisa de la mañana ya era presente en el lugar, al igual que aquel pequeño frío después de una noche lluviosa, una evidente señal que el tiempo de lluvia ya estaba a la vuelta de la esquina

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Seis de la mañana, aquella brisa de la mañana ya era presente en el lugar, al igual que aquel pequeño frío después de una noche lluviosa, una evidente señal que el tiempo de lluvia ya estaba a la vuelta de la esquina.

La joven fue abriendo sus ojos con pesar y evidente molestia. Agradecía que fuera jueves, un día más y tendría dos días para descansar, aunque no eran suficiente para ella.

Justamente estaba dormida sobre el pecho de aquel mexicano. La joven se levantó completamente de la cama, dio un pequeño bostezo y se dirigió directamente a la cocina.

Cuando llegó hizo la rutina que siempre hacía, preparar el desayuno para su abuela y, en éste caso como otros, para el mexicano y para ella.
Trató de preparar lo que le gustaba a su invitado, claro que no se iguala a ser preparados con los ingredientes desde su territorio, desde aquella vista en la hacienda que siempre hacía más grande aquel brillo en sus ojos, la calidez de estar en un ambiente tan cálido y familiar, de sentirse libre, de sentirse querida. Suspiro con pesadez, ya ni siquiera sabía si recordar cuando va a al territorio del mexicano, sólo anhelaba que ya le dieran vacaciones, quería recuperar aquella energía que siempre le daba ánimos.

—Buenos días—. Se escucho la voz ronca del tricolor entrando al comedor, apenas había despertado.

—Buenos días, señor México—. Respondió la joven de forma tranquila mientras dejaba en la mesa el desayuno servido. —Aquí tiene, tal y como a usted le gusta—.

La joven sonrió y se dio la vuelta para seguir en lo suyo. De tantos años en conocer al tricolor, sabía los gustos de él, también sabía que debía llevar en su desayuno para que él esté de buen humor en las juntas matutinas.

—De verdad que sabes como contentarme—. Ya había lavado sus manos, lo que hizo fue simplemente sentarse a su lugar.

—De tantos años de conocerlo, ya sería raro en cometer un error—. La joven también tomó sus cosas y camino para sentarse en la mesa para acompañar al tricolor y disfrutar de aquel desayuno juntos.

Ahora ambos iban en el auto del hombre, iban en dirección a la escuela de la peli_____, iban a buena hora así que no había prisa alguna.
También tuvieron la suerte de no toparse con aquel molesto tráfico de las ciudades, bastante bien para el humor de la ______ y paciencia del de cabellos azabache.

—Por cierto, olvidé mencionarle algo desde ayer—. Habló la joven apartando su visita de la ventana.

—¿Qué cosa?—. Iba conduciendo, sólo se limitó a mirarla de reojo.

—Tengo un trabajo de literatura para la siguiente semana, es algo relacionado con los griegos o algo parecido— De su mochila sacó una pequeña libreta, esta también llevaba un toque de ella. —Y como usted conoce al señor Grecia, pues quería ver si me podía hacer el favor de preguntarle lo relacionado a esto—.

Dulce Inocencia (𝙲𝚘𝚞𝚗𝚝𝚛𝚢𝚑𝚞𝚖𝚊𝚗𝚜𝚡______) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora