Capítulo 8

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Querido Diario de Pottershop


Al amor lo deja libre y se hace eterno.

Harry se despertó bruscamente el domingo a media mañana. No tuvo un sueño tranquilo, porque Ginny no dejó de aparecer en ellos besándose con Malfoy y en otras ocasiones, él la atacaba. Pero no podía quejarse mucho: en algunas escenas le quitaba una pestaña del ojo, y estaba a punto de besarla. Harry no quería seguir pensando en ella, pero supo enseguida que ésa era una misión difícil. Estaba demasiado cerca como para pasar por alto su presencia.

La idea de que el lunes tenga que ir con ella al Hospital para interrogar a las víctimas del ataque, lo estaba bastante nervioso. No le hizo ni pizca de gracia la decisión de Kingsley, prefería mantenerla muy lejos del peligro... solo podía seguir sabiendo que ella estaba a salvo.

Además, los recuerdos de la noche anterior con Ginny en la casa de Hermione, le carcomían el cerebro. No podía creer que se habían llevado tan bien y el gran momento que habían pasado sin discutir. Fue una sensación maravillosa para Harry, lo transportaba a esos días en los cuales habían estado juntos y felices. Le costaba saber que Malfoy podía besarla, abrazarla, tenerla como él nunca podría. Y para su horror, ese tipo seguía provocándole desconfianza, pero ya no era por su apellido. No le gustó la forma en la que le habló a Ginny. Ni mucho menos a el mismo. Percibía que tenía una doble cara; aun así, no tenía pruebas para ponerlo en evidencia. Desde el primer momento en que lo vio, le cayó pésimo y su intuición de auror rara vez fallaba...

No creyó ni una palabra de la pelirroja en la versión que dio sobre la herida en el brazo. "Mintió. Se cree que puede mentirme a mí. No, conmigo no Ginny, te conozco...eres muy transparente."

De lejos, podía sentir el rencor de su ex novia. Nunca voy a perdonarte, le habia dicho mientras estaba afiebrada. "No puedo culparla. Aquel día la lastimé muchísimo... pero no pude decir la verdad, nunca me hubiera dejado ir".

Empezaba a tener sospechas sobre los planes de Bellatrix, y no podía decírselas a nadie. Solo buscó agazapado algo que desmienta la hipótesis que se formó en su mente. Sí era lo que esperaba... Harry tenía que huir lo más lejos posible de Ginny. Si la verdad salía a la luz, sería su fin. Nadia era la única persona que sabía los motivos de su partida a Australia ocho años atrás.

Le contó todo en medio de una borrachera. Ella había jurado que jamás hablaría y que guardaría su secreto. Harry se arrepintió de ese descubierto, Nadia solía insistir en que podía con Ginny y le contaba todo, y eso era un caso cerrado. Ella nunca lo iba a saber. Se levantó rápidamente, para no darle más vueltas a "ese" asunto. Cuando se estaba terminando de vestirse, alguien tocó la puerta de su habitación. Era Dobby.

-Buenos días Harry Potter-saludó alegremente.- Dobby se preguntaba si Harry Potter quiere desayunar.

-Sí, Dobby. Gracias.-dijo Harry.

-¿Harry Potter almorzará en la casa también?- preguntó esperanzado.

-No, me invitaron a la Madriguera. Lo siento, Dobby-el elfo bajó la cabeza sintió a pesar de él.- Escucha Dobby, ¿quieres venir conmigo?

-¿Harry Potter está invitando a Dobby con sus amigos?-inquirió emocionado.

-Si, creo que la señora Weasley necesita ayuda para el almuerzo. Van todos los Weasleys con sus novias.-informó sonriendo.- ¿Qué me dices Dobby?

-Será un placer que Dobby acompañe a Harry Potter.-abrió sus ojos grandes como pelotas de tenis.

-Perfecto espérame abajo Dobby, ya voy por mi desayuno.

Querido Diario (Hinny)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora