Capítulo 24

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La sentencia de los astros no tendrá compasión.

Diciembre llegó a Inglaterra acompañado de intensas nevadas, que tapaban las ventanas de las casas, y sumergían a la población de Londres en el cálido refugio de su hogar.

Nadia despertó bruscamente ese sábado de principio de mes; volvió a sentir una tristeza incomparable, la misma que la invasión de hacía cinco largos meses. Y el peso de esa carga tenia nombre y apellido: Draco Malfoy. Porque desde el encuentro- sellado por ese pacto inolvidable- Nadia no había vuelto a ver a Draco.

Al día siguiente en él que acompañó a Harry a comprar cosas para los bebés, recibió una nota contundente, y ese fue él único contacto que tuvo con Malfoy. "Los mortífagos saben que eres una espía, no aparecieron por la mansión" Estaba frustrada, no había logrado nada con su papel de espía, ni siquiera que August hablara. Y se llevó de souvenir la piel de Draco, que torturaba sus recuerdos. Nadia se sorprendió extrañando el contacto de sus manos en la cintura, la sonrisa irónica y la violencia de sus besos robados. Se repetía en vano que aquella desafortunada sensación tenía fecha de vencimiento, pero eso no sucedió. Se contenía a buscarlo, solo por el hecho de saber que lo pondría en peligro si se acercaba.

Él tampoco volvió a buscarla. Al parecer, poco le interesaba, ya se había quitado las ganas y siguió su vida como si nada.Era de esperarse, es un mujeriego y yo me entregué a él, al hijo del asesino de mi familia. Y como si fuera poco me enamoré de él. ¡Qué ilusa había sido al sentir que estaba interesado para más que un polvo! Draco Malfoy era un ser despreciable como su padre, incapaz de sentir empatía por otro ser humano. Se aferró a la almohada, abrigándose con su acolchado. Pensar que en esa cama lo habia abrazado luego de aquella tarde de pasion...

Harry no volvió a insistir para que le contara la verdad sobre su primera vez y el presunto chico australiano. Apenas le dijo que se habia terminado. Sospechaba que esa historia era un invento, era auror, y la conocía muy bien. No iba a ser fácil engañarlo, y no lo conseguir. Sin embargo, tenía de aliada a su cuñada, a Ginny y ella lo sosegó de inmediato. Por supuesto, tuvo que contarle la verdad, y la contuvo como nunca. Era lo único bueno que le sucedía en aquellos tiempos. La compañía de Ginny y Hermione, sus consejos, y su contención. Eran incondicionales con ella. Ginny cursaba el octavo mes de gestación, y el vientre era tan grande que daba impresión. Había pedido licencia en el Ministerio porqué Smith le resultó absoluto. Las piernas las tenia hinchadas, pero parecia tranquila y mucho mas feliz despues de volver con Harry.

Se levantó bruscamente y se preparó un café azucarado. Temblaba de frío, porque siempre dormía desabrigada. Estornudó duro y luego sacudió la cabeza, sorbiendo café. Fue hacia la alacena y sacó un atado de cigarrillos, para prenderse uno. Debían estar rancios, no solía fumar muy a menudo, solo cuando estaba ansiosa, y lo estaba... Sabía que no debería fumar, porque eso le caería muy mal, pero aún así, no le importó. Se sentó en la mesada, pensando que esas Navidades serían las peores de su vida.

De repente sonó el timbre.. Nadia se alarmó y dejó la taza de café sobre la mesada.

" Debe ser Harry, espero que no venga a presionarme!"- pensó y fue abrir así sin vestirse, y sus pantuflas en forma de hongo.

-¡Espera, Harry, estoy buscando las llaves!- exclamó a la puerta mientras tomaba un manojo de llaves sobre el armario. Le pareció raro que su amigo no proteste por su tardanza...y cuando introdujo las llaves en la puerta, supo porque no había hablado. Se quedó hipnotizada con esos ojos grises... no podía creer que estuviera allí, material, corpóreo, por fin real después de meses. Ni siquiera pudo saludar.

Querido Diario (Hinny)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora