Capítulo 52.

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52.

Dieciséis años.

—Muy bajo, Kurlicuvquiova— murmuré agarrando moderando el agarre en el tubo de metal para que se me hiciera más fácil mover las cuchillas que había en las puntas.

Anastashia siempre había destacado en esa clase de enfrentamientos, media más de un metro ochenta y su delgadez le permitía ser muy ágil, pero ese día en especial había algo que la inquietaba, parecía pérdida; eso hacía que por momentos flaqueara y no plantara bien los pies en el cemento frío bajo nosotras.

—Trata de tocarle la cara— sugirió la dulce voz de Kitty a unos metros de distancia.

Se encontraba sentada sobre unas cajas de madera que antes habían resguardado varias botellas de vino tinto, mientras mantenía las piernas alzada en otra caja, prestándole completa atención a la lima que le arreglaba las uñas.

—Tenemos lago de los cisnes a las cuatro, ¿Cómo vamos a explicar un corte en el rostro? — Siseó Tashia, agarrándose mejor el cabello casi blanco detrás de las orejas.

—Te caíste, manejando una bicicleta, y he ahí el corte— respondió con simpleza la pequeña chica que ya empezaba a agarrarse ese cabello tan negro que podía funcionar como la antítesis del de Anastashia.

—Sin cortes visibles, Tashia. No sabría cómo explicárselo a mis padres, ni a mis capitanes y mucho menos a Louca o Morrigan.

— ¿Acaso te ven mucho sin ropa?

—No, pero saben cuándo algo me ocurre; nadie quiere un soldado herido en sus filas.

—Es una lástima que nadie en concreto sepa con todas las personas que trabajas— Tashia sonrió y sus ojos mieles parecieron tener una nueva chispa de diversión.

—Tú lo sabes, papá también. Eso es lo importante — Me encogí de hombros y moví la barra al sentir que mi cuerpo se estaba volviendo a enfriar.

—Sí, pero no sabía que habías tenido conversaciones con Tanatos — movió la hoja tan rápido que tuve que saltar a toda velocidad para que no me cortará un pie. Retrocedí y las hojas de las barras chocaron, provocando que Kitty soltara un grito de entusiasmo.

Ella siempre había preferido las luchas a mano limpia, sin guantes ni vendajes si era preferible, había pasado años de su vida entrenando de esa manera, haciendo que sus nudillos se destruyeran y que los moretones en su cuerpo fuesen más complicados de sanar. En cierto punto, llegué a pensar que había vuelto sus huesos más fuertes y si piel más gruesa, porque a su corta edad, ni siquiera de inmutaba cuando recibía algunos golpes, aunque cabía resaltar que ambas eran mayores que yo.

Mientras yo apenas llevaba unos años entrenándome, Kitty cargaba con todo un legado familiar y Anastashia había tenido que sobrevivir a cosas que la hacían vivir en medio de la soledad y el frio invierno ruso. A ves también creía que las fuertes tempestades en aquel país solo eran una suave brisa contra la cara Anastashia, teniendo en cuenta todas las cosas que tenía que hacer día a día.

Moviéndonos con el sonido del metal de fondo, bajamos y dimos saltos rápidos para poder esquivar los cuchillos. Anastashia afianzó más su confianza y me tomó una evidente delantera. Estaba viéndome apresada por ella, antes de caer contra el piso y rodar para evitar que la cuchilla me perforara el rostro, al final, terminé boca abajo con el metal clavado en el piso a un lado de mi rostro.

—Te controlas demasiado— murmuró, arrancando la cuchilla.

—No es cierto— contesté, levantándome del piso.

—Sí lo haces, lo controlas todo, y el día que no puedas controlar algo vas a sentir como te explota en la cara— se cruzó de brazos y aprovechó su altura junto con su edad y experiencia para hacerme sentir más pequeña pero no la dejé.

Entre Rosas Y Balas.Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang