Uno.

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KTH.


Sus hermosos ojos negro grisáceo le sonreían con un brillo típico de su bello rostro. Taehyung no podía olvidar lo bien que se veían brillando con amor, con diversión o con alegría, y él no podía negar el hecho de que estaba inmensamente enamorado de él.

¡Taehyungie! Apúrate. —la voz de su amado resonaba en su cabeza, y Tae sonrió acercándose a él. El muchacho rubio extendió su mano con ternura, y Tae la tomó, entrelazando sus dedos y fue ahí que la duda nació. ¿Desde cuándo que su Seojoon estaba tan frío? No hacía frío en Seúl. Era en verano, y ellos estaban en la playa con el sol brillando en lo más alto. De hecho, la luz solar llegaba directo a la piel de Seojoon, pálida y blanca.

Seojoon... —el rubio se giró a verlo. Tae tomó su mano entre las de él y las frotó enérgicamente, para darle calor. —¿Tienes frío?

Y de pronto, el rostro que amaba comenzó a cambiar: el brillo de sus ojos desapareció, la sonrisa en sus labios se volvió una mueca ligera, y la palidez de su piel resaltando se convirtió en la mayor de sus pesadillas.

¿Seojoon? —pero el ajeno no le respondió. Tae lo intentó de nuevo, más fuerte, porque a medida que pasaban los momentos... Seojon se veía cada vez más muerto. —¡¡Seojoon!!


Despertó sudando. Taehyung abrió los ojos en medio de la oscuridad y se deshizo de las sábanas que cubrían su cuerpo dolorido.

El latido de su corazón era lo único que sonaba en medio del vacío, alterado a tal punto que el moreno sentía que se iba a salir de su cuerpo. Era consciente también de que la crisis de pánico de la cual era víctima desde la muerte de Seojoon estaba azotando la puerta de su cabeza, y cerró nuevamente los ojos para lograr calmar su corazón herido, para hacer las tareas que su psiquiatra le recomendó para estos momentos en donde el miedo lo asaltaba.

Cerró los ojos.

Inhala, exhala. Inhala, exhala. Piensa en algo lindo. Piensa en Yeontan, o en Kookie con su cara de conejo, o en los ojos bonitos de Jimin. Piensa en tu madre y su jardín, y lo lindo que se veía Seojoon cuando... Cortó sus pensamientos inmediatamente, y no fue hasta que volvió a abrir sus ojos que se dio cuenta que estaba llorando.

Las pesadillas siempre eran las mismas, solo que cambiaba el lugar. Siempre era él tomando la mano de Seojoon el tiempo suficiente para darse cuenta de que estaba helado como un muerto, acechándolo incluso cinco años después de la muerte de su amado. Tae había intentado por todos los medios superarlo, tanto de forma positiva, como de forma negativa: lo había intentado yendo a psicólogo. Luego lo intentó con pastillas. Luego lo intentó emborrachándose hasta casi suicidarse. Luego lo intentó pasando de cama en cama. Luego lo intentó alejándose de todos. Luego lo intentó buscándolo en cuerpos ajenos. Y luego...

Buscarlo en los cuerpos ajenos era lo que estaba haciendo actualmente, y le estaba yendo como la mierda. Cada vez que veía a un atractivo rubio en el bar o en la disco con los rasgos mínimamente parecidos a Seojoon, Tae iba directo hacia él. Unas cuantas batidas de pestañas eran suficientes para que el ajeno cayera, porque incluso sumido en la tristeza máxima, Taehyung era increíblemente atractivo.

Tenía veinticinco años. Era "exitoso", bajo los parámetros de la sociedad que odiaba. Vivía solo, tenía un lindo apartamento en un suburbio de Seúl relativamente bueno, se llevaba bien con su madre, tenía dos mejores amigos que rivalizarían en el puesto de mejores amigos de todo el universo con cualquier persona en el mundo y tenía un hermoso perro que lo acompañaba en sus días de desesperación. Era algo, casi llegando al metro ochenta, unas piernas largas y estilizadas, un cabello levemente rizado de un color negro azabache, unos labios en forma de corazón y unos lunares que incluso si en el pasado había odiado, sabía que le daban un toque de belleza que todos apreciaban ¿Qué podía salir mal? Pero Tae tenía una sensación de pánico en su pecho constante. Un dolor en su corazón que nada sanaba.

Seojoon.

Yeontan se subió en su cama cuando escuchó sus sollozos y lamió su rostro, como si estuviera limpiando sus lágrimas.

—Mi pequeño precioso. —le comentó Tae con dulzura, mientras le hacía cariño detrás de las orejas y se acercaba a oler su cuello, el único olor que lograba calmarlo en las noches así que en los últimos años se habían transformado en todas las noches. —Todo va a mejorar, ya vas a ver.

El perro le ladró, casi como si estuviese dándole esperanzas.

Tae lo acomodó debajo de las sábanas y lo abrazó, intentando volver a dormir pero después de un rato entendió lo imposible que era para él hacerlo, porque temía volver a ver el rostro de Seojoon detrás de sus párpados.

Muerto. En un ataúd negro. Con el rostro blanco destrozado, con una sonrisa a mitad de camino que nunca se logró concretar.

Pasó toda la noche viendo Friends, y llorando sin poder evitarlo.

Había un fantasma que lo seguía hasta el fondo de su consciencia, y Taehyung le temía, porque ese fantasma algún día lo llevaría a su ruina. A su muerte. No sabía si eso le molestaba en lo absoluto.


💜💜💜

Holi.

Solo vengo a decirles que, como no les mostré a este Taehyung en las aclaraciones, aquí va mi bebé:


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Cornerstone ~ JINTAE/TAEJINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora