Capítulo V

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V



- ¿Qué? –respondí en automático mientras le miraba con la esperanza de haber escuchado mal.

-Quizás estés algo shockeado por lo que acaba de pasar pero estoy seguro de que no te quedaste sordo –la burla era tan obvia en su voz y yo estaba tan cansado y jodido que ya no quise responder, cerré los ojos con todo el dolor y cansancio que podía sentir en ese preciso instante y solo eché la cabeza hacia atrás, dándome un pequeño golpe contra la puerta.

-Me volví loco, es eso, todo esto es una alucinación vívida, alguien me drogó o simplemente estoy muy estresado, ya vienen los trabajos finales, la muerte de la abuela, la herencia, ese estúpido gato...

-Aunque me encantaría decir que todo esto es una broma y hay cámaras escondidas por todo el lugar, lamento decir que no es así –lo vi alejarse de nuevo para poder inspeccionar al monstruo que yacía muerto a unos pasos de nosotros; el hocico abierto en cuatro aún con la lengua de fuera y esos tantos ojos mirando en múltiples direcciones, daba asco y escalofrío el solo verlo así que desvié la mirada al suelo, quizás con la esperanza de por fin despertar de esta horrenda pesadilla. Escuché pasos acercándose, obviamente era ese tipo, sentí su cuerpo muy cerca del mío y aunque mi cerebro me gritaba que lo mirara mi instinto de supervivencia me decía "no, no lo hagas, si lo haces ya no habrá vuelta atrás" no entendí el porqué de ese pensamiento y arriesgándome a todo alcé la mirada, solo para ver como el tipo se había arrodillado para quedar a mi altura y ahora me miraba como si fuera la cosa más divertida del mundo.

-Si yo fuera ellos no esperaría grandes cosas de ti –habló bajo pero perfectamente audible para mí, hizo algo así como una sonrisa disconforme y luego miró mi pierna, extendió su mano tratando de tocarla pero por reflejo la moví, error, me dolió como el infierno- ¡Ah estúpido! ¡¿Qué mierda crees que estás haciendo?! –cerré los ojos con fuerza y me llevé ambas manos a la cara tratando de contener las lágrimas de dolor que querían brotar.

-Trato de evaluar el daño Kouyou –lo dijo con ¿Fastidio?

- ¿Y qué carajos quieres lograr con eso? ¿Eres médico o algo así? –le miré con odio, no confiaba en él y no quería que me tocara.

-No tanto así pero podría hacer que no se vea tan mal como ahora –me obligué a mirar mi pierna, Dios, la carne se veía tan roja y viva que no pude evitar que una arcada subiera por mi garganta, la sangre aún brotaba, despacio, quizá harían falta horas para poder morir desangrado pero era una posibilidad, joder... incluso era posible que mi pierna jamás volviera a ser completamente funcional.

Y tan metido estaba en mis pensamientos que no noté cuando este tipo tocó directamente mi pierna, justo donde la carne estaba más hecha un desastre, grité y me arrastré (como pude) lejos de él- ¡Eres un maldito idiota! ¡Te voy a matar! ¡Lo juro, te mataré! –me miró restándole total importancia a mis amenazas– aún tienes fuerzas, eso es perfecto –sonriendo gatunamente y con un movimiento tan ágil que apenas pude verlo, sujetó mi tobillo con la mano izquierda para que no siguiera moviéndome, yo no pude hacer nada porque el desgraciado tenía una fuerza increíble, puso su mano derecha de nuevo sobre la herida y como antes había logrado zafarme un poco, hizo más presión en mi tobillo, creía que me lo iba a romper o iba a desmayarme pero no lo hizo ni lo hice, fue todo lo contrario, como si mis sentidos se hubieran activado al cien y aunque quise patearlo con la pierna que aún estaba entera, no me dejó, la mano que había estado antes en mi tobillo ahora la usaba para tomar mi pie e impedir que le pateara la cara, el agarre en mi herida comenzó a arder, como si se estuviese prendiendo en fuego, por inercia volteé y era justo así, una especie de fuego azul envolvió mi herida y la mano de este tipo, me quedé en blanco y ese... ese fue mi punto limite.

Lindo GatitoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora