Lindo Gatito

Capítulo VII

VII.I

En algún momento de la noche me había ido a la cama, mi sueño había sido tan intranquilo como mi día y decir que descansé era una absoluta mentira, después de varías pesadillas había decidido que ya había sido suficiente "descanso" pero tampoco era que tuviera muchos ánimos de levantarme, todo se seguía sintiendo como una especie de sueño raro, quería resistirme a la idea de que monstruos como el que me había atacado eran reales o que mi mejor amigo sabía cosas que yo desconocía totalmente, incluso mi abuela muerta estaba metida en todo este lio... ¿mis padres también sabían algo? ¿o eran igual de ignorantes que yo? ¿Qué pintaba Akira en todo esto? ¿Por qué esos dos parecían conocerse tan bien? ¿Qué mierda quieren en la casa de mi abuela?

Me llevé las manos a la cara- Dios... ¿por qué yo? -la alarma sonó marcando las siete am en punto y yo di un pequeño brinco, nunca me había asustado por el ruido de la alarma pero justo ahora me sentía intranquilo y con el corazón latiendo en mi garganta; estiré la mano para poder detener el insistente ruido y considere seriamente el quedarme en cama por el resto de mi vida, aunque era obvio que eso no era posible.

Akira dijo que vendría hoy junto con Aoi para poder ir a la casa de mi abuela, había dicho algo de ¿Contactar con Arca? ¿Qué rayos era eso? Cerré los ojos un momento tratando de no adivinar, seguramente en unas horas más me enteraría de qué era eso y de algunas otras cosas que muy probablemente desearía no haber sabido jamás.

Eran las nueve de la mañana o algo así, hacía rato que por fin había decidido salir de la cama y tomar un baño, había aprovechado ese momento para revisar mi pierna y aunque se sentía un poco adolorida, no había pedazos de carne colgando y huesos expuestos, solo pequeñas marcas blanquecinas, como cicatrices de raspones por alguna caída de hacía mucho tiempo, a pesar de que creía que todo era muy surrealista agradecía el que mi pierna no hubiera quedado destruida y por mucho que me pesara aceptarlo, se lo debía a Aoi.

Aoi... un momento... ¿Dónde carajos se había metido el gato?

Busqué por mi apartamento con algo de apuro pero no estaba, anoche con todo el jaleo había olvidado alimentarlo, mierda... seguro se había escapado o algo así, ahora ¿Qué le diría al abogado? Seguro que si no aparecía me iban a quitar la herencia, aunque... así era mejor ¿no? Yo no tenía el tiempo ni la energía para ocuparme de una mascota, solo esperaba que no le hubiera ocurrido nada malo.

Un rato más tarde y el timbre de mi apartamento sonaba repetidamente, resoplé aceptando que la hora de la verdad había llegado, sin muchas ganas caminé a la puerta abriendo con precaución, Akira estaba del otro lado, ojeras profundas adornaban sus ojos, los labios se veían resecos y en general no se veía mejor que yo; me hice a un lado para que pudiera pasar, aunque no sabía cuánto tiempo estaríamos en mi apartamento antes de ponernos en marcha.

-Perdona el retraso, Aoi se puso difícil y dijo que esperaría en casa de tu abuela -dijo mientras se frotaba la cara con algo de fastidio.

Alcé una ceja- ¿Cómo es que ese sujeto sabe dónde está la casa de mi abuela? Y más importante... ¿Por qué parece que lo conoces muy bien?

Akira me miró algo confundido- ¿Cómo no iba a saber si llevaba años viviendo con ella? Además, anoche traté de decirte que él y yo ya nos conocíamos pero creo que no pusiste nada de atención a lo que dije.

Ahora el confundido era yo, no recordaba nada de eso- ¿Qué? ¿Años, de qué hablas? ¡Claro que no! No me dijiste nada.

Akira resopló mientras se rascaba la nuca, un gesto de cansancio que yo le conocía bastante bien- ese idiota no te contó ¿verdad? -me miró y después apretó el puente de su nariz, otro gesto, ahora de fastidio y frustración- aún hay muchas cosas que debo decirte pero entre ellas, una de la más importantes es que Aoi no es humano.