𝔰 𝔬 𝔩 𝔢 𝔦 𝔩ㅤ𝔰 𝔬 𝔩 𝔢 𝔦 𝔩

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❛ L'amor che move il sole e l'altre stelle

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❛ L'amor che move il sole e l'altre stelle.

ᅠᅠᅠᅠᅠᅠᅠᅠ──── Alighieri.


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ᅠᅠJusto a tiempo; las puertas del tren se abrieron para permitirle bajar a la estación donde caminaría por las concurridas calles nuevamente en ruta a la universidad. Sin embargo, ese día algo ocurrió que no pasó desapercibido para los fríos zafiros, no como lo era el resto del tiempo y es que a su lado un par de chicas se quedaron de pie mientras esperaban poder salir del subterráneo calmadamente.

Una de ellas, una asiática promedio completamente ignorable para Ryomen, resultaba tener en su brazo una... No, quizá la mejor reproducción que jamás había visto en la vida de uno de la cuadros de Bouguereau a modo de tatuaje. Él, un pintor de profesión, no era realmente fanático del arte corporal si bien tampoco lo satanizaba, pero a su mente le era al menos difícil explicar el cómo la textura de los brochazos logró ser tan bien imitada en un proceso tan diferente y que a la vez se viera perfectamente sana su piel, sin rastro alguno del más mínimo relieve.

La pieza era la visión de Capocchino siendo mordido en el cuello por Gianni que tuvo Dante en el octavo círculo del infierno en su más reconocida obra, La Divina Comedia. Sin duda alguna era un trabajo impecable, quien hubiera convertido el óleo en tinta y los pinceles en agujas para crear semejante obra de arte sin duda se merecía exponer la piel de sus clientes en un museo y no, como tal, en una sucia estación de tren pululenta de cerdos ignorantes.

Y la chica... Cargaba una opera magna en su brazo cubierto por una fina membrana traslúcida, y lo único de lo que podía platicar con su amiga era de lo atractivo que le resultaba el artista y no del arte en sí mismo. Ryomen incluso sintió asco de cómo el responsable había desperdiciado su pieza al colocarla en la semejante cabeza hueca que tenía al lado. Sin embargo, recordó que en la biblioteca de su campus había un libro que recopilaba datos sobre la interpretación de la obra de Alighieri en el arte a través de los siglos que tenía esta de existencia.

Que suerte tenía de que justamente era ahí a donde se dirigía para comprobar que sí era cierto lo que su actual cita había mencionado la noche anterior y en ese lugar estaba el libro que todos querían obligarle a leer. Sus siguientes pasos fueron casi involuntarios. Acabó en el recinto repleto de libros hablando con el curador de los mismos para ubicar más fácilmente aquella dichosa novela.

Las indicaciones del hombre de edad avanzada y sobresaliente sapiencia fueron claras, tanto que de inmediato logró encontrar el pasillo y el número exacto donde se debía hallar ese texto, por lo que pasó primero por ese y tomó lugar en una mesa muy al fondo de esa casa de la lectura donde nadie pudiera verlo con su nariz consumida en las páginas de un libro de romance juvenil.

El hecho de que el libro tocase el arte como complemento a una historia de amor más bien mística, había capturado su atención ya que sí, el arte era parte de sus pasiones aunque no quizá el clásico del que la obra hacía pilares concretos.

Aun así, en la manera en que en las páginas se entremezclaba la pasión romántica de sus protagonistas con el arte se notaba que se había puesto esfuerzo; el detalle era impecable al punto en que decidió detenerse tras unos cuantos capítulos o terminaría por devorarlo con la misma voracidad con la que el pelirrosa consumía todo para después acabar nuevamente vacío y sin saber en qué gastarse sus ratos libres.


──── Si tan solo esas cosas pasaran... Amor predestinado, magia y arte gestando la historia de ese romance perfecto que nadie nunca tiene. Es imposible que esto sea un best seller.


Él había perdido ya el interés en el amor para este punto de su vida en el que, a sus veintiséis años de edad, su corazón había sido traicionado más veces de las que podía contar con los dedos de sus manos.

Odiaba la concepción moderna de amor. Tan frívola que el romance había caído a un segundo plano en la vida de todos los que abrazaban fieramente sus indiferencias. Especialmente en Japón donde un alfa tenía suerte si para sus cuarenta años había tenido sexo dos veces. Ni que decir de encontrar algo tal como el amor verdadero y perfecto; no, eso no existe.


──── El amor a muerto...


Y el pesar de sus palabras fue real al dejar descansar el separador entre las últimas páginas de su lectura y posterior a ello abandonar la misma en la mesa de madera de la biblioteca junto a otras que le eran un poco más interesantes a decir verdad. Textos que hablaban más bien de la influencia de a narrativa sobre el arte y no lo opuesto, que eso a él no se le daba del todo bien. Tal vez más adelante retomaría el texto... Cuando recuperase su fe en el sentimiento al que su especie había dedicado la gran mayoría del arte existente en todas sus ramas. Por ahora se dedicó a buscar otra cosa. Ese libro sobre la influencia de Alighieri debía estar en el octavo pasillo hacia la izquierda descansando en una polvorienta repisa porque ya muy pocos lo requerían, pero para su sorpresa dicha ranura del librero estaba vacía.

Un joven de enmarañado cabello negro lo sostenía entre sus dedos. Pareció vacío de pensamientos al cerrarlo y colocarlo devuelta en su respectivo espacio. El de cabellera rosa palo aguardó a una considerable distancia observando al distraído chico y como este se alejaba mirando el lomo de otros tantos libros de arte clásico. Envidió de cierta manera el relajado ensimismamiento de aquel extraño pero lo obvió por un momento para retomar la atención al escrito que necesitaba tomándolo del librero.

Los zafiros notaron en el libro una separación; la misma estaba justo sobre la obra que había visto minutos antes en la estación y una nota en un post-it al pie de la ilustración… Con letra perfecta, impecable como la replica del tatuaje que tanto le gustó.

“ Sonríe desde arriba de los hombres suficiente. Se regocija al ver como se destruyen los intelectuales pues cualquier idea que aleje del caos a los mortales sería mal vista. ”

Cortas palabras, pero idóneas para resumir bien la idea de un lienzo así de complejo y oscuro, y que coincidía casi a la perfección con su propia opinión sobre el óleo. Toparse con algo así de forma tan inesperada lo abrumó bastante, pero, como si fuera cosa del destino, recordó esa novela de romance que leyó por obligación; hablaba de una musa imaginaria volviéndose carne delante de los ojos de un artista parisino y la relacionó al muchacho como si los puntos en su cabeza se conectasen por arte de magia.

La Lumière | SukuFushiWhere stories live. Discover now