HOMBRE QUE EMPRENDE

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La existencia de los seres humanos tomaba sentido cuando se  iba madurando y se iba transformado de un ser estéril en fecundo. Esta vez el hombre se había despertado a las dos de la mañana para seguir en su emprendimiento, para disfrutar de la sazón costeña, pero preparada por una serrana que era exigente. El proceso de cocción era demoroso. Se empezaba lavando los trastes, luego de eso, se trastonaba muchos litros de agua para que cuando esté hirviendo el albacora de un precio caro y de otro, barato. Variaba de si es fresco o si era congelado o guardado. De ahí, también todo depende de la cantidad de comensales y no se trataba de que paguen tanto, sino de dar de comer a familiares y amigos. El hombre que emprendia no hacía caso el cansancio, lo bueno que el Rapitrans y el San Carlos iba veloz, desafiando al tiempo y al espacio. No podía negar, se reafirmaba. Sentía desanimarse pero siguia  pensando en qué iba a pasar, pero  el cuerpo era vago y no quería esforzarse. Luego, otra vez se concentraba pero el bostezo quería sorprenderlo mientras contemplaba su tarea de cada día.

LA IMAGEN DE LA POSTPANDEMIAWhere stories live. Discover now