Terminemos (Parte 1)

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—¡Basta Gulf! Ella solo quiere conocerte. Entiendo que estás estresado, entiendo que estás confundido con todo lo que ha pasado, pero eso no te da derecho a tratarla de esa forma.

El moreno no sabía como procesar todas las emociones que burbujeaban en su interior. Después de meses de estar sereno, la invasión de sus tan añoradas emociones lo desbordaron.

 Por un lado tenía a su cachorro por quien sentía arder el ansia de protegerlo de cualquier cosa que lo perturbara, no importaba lo mínimo que fuera. Por otro lado estaba esa chica  invadiendo su espacio personal y lo único que sabía de ella es  que era cercana a Mew. Y tercero  pero no menos importante en la ecuación, el susodicho abogaducho estaba allí comportándose de manera extraña y ¡defendiéndola!

Una risa sarcástica salió del joven omega en respuesta al regaño del alfa y éste le devolvió una mirada entre furiosa e incrédula por la actitud del pelinegro.

Perdón, los dejaré solos. Si me necesitas estaré en la sala de espera. Dio un paso al frente extendiendo el brazo para que Mew tomara el biberón que traía.

Gulf observaba cada movimiento sin perder detalle. Ante la mínima acción contra su bebé atacaría sin medir consecuencias. No le gustaba sentirse así, le consumía las pocas energías que tenía.

Cuando vio la mirada de disculpa pero llena de ternura que brillaba en los ojos del castaño al tomar el objeto y asentir con su cabeza ante lo dicho por la chica regalándole una sonrisa,  a él no le quedó duda del amor que en ellos se expresaban.

Nunca, en esos meses juntos, ni durante todo el proceso de sus celos, ni cuando lo cuidó luego del accidente, nunca Mew lo miró como la miraba a ella. ¿Por qué? Él era su pareja y destinada ni mas ni menos. No entendía como podía amarla al punto de abandonarlo estando él embarazado. ¿No era qué  el lazo de pareja era irrompible? ¿ No era que el tirón que producía el llamado de sus almas a estar unidos no se podía detener? ¿Acaso el estar emparejados no unía  sus almas en una?

La cabeza le comenzó a doler; había demasiadas preguntas y ninguna respuesta. A cada acción del castaño se le sumaban mas interrogantes. Necesitaba descansar pero el solo hecho de dormir y descuidar a su pequeño le provocaba miedo.

Intenta dormir Gulf, necesitas descansar para recuperarte— dijo mientras se dirigía a tomar al bebé en sus brazos.

¡Maldita sea Mew! Acabo de despertar y ya quieres apagarme— respondió exasperado.

Aferrándose mas al cuerpo calentito entre su brazo  el joven no permitió que el mayor se lo quitara, pero extrañamente no sintió esa sensación de querer arrancarle la cabeza por ello.  Quería llorar, quería gritar, quería sonreír y reír, todo a la vez.

Cuando respiró profundamente sobre la pequeñísima cabeza sobre su pecho el aroma volvió a centrar sus emociones. Una suave calma se deslizaba en su interior relajando sus músculos y despejando las preocupaciones. Cuando elevó su mirada encontrándose con la de su pareja se le cortó la respiración.

Cada vez que veía el  brillo tornasol del alfa en los ojos de Mew su corazón se desbocaba. Allí de pie junto a él, ese que sacudía su mundo, ese para el cual no estaba preparado, ese que lo halaba hacia él sin tocarlo siquiera. 

Mio— pronunció en un susurro.

Los largos dedos del alfa acariciaban el cachete rozagante y calentito del pequeño mientras éste comenzaba a retorcerse con pequeños quejidos.

Tiene hambre— pronunció con otro susurro.

Sin decir más  tomó al pequeño y volvió a sentarse en aquel sillón donde luego de acomodar al bebote comenzó a alimentarlo.

one shot Legalmente MioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora