Capítulo 19: Chochín

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En la ciudad, había unos dragones que seguían despiertos y caminaban por las calles, pero Chochín había esperado lo más que pudo, y pensaba... esperaba que la mayor parte de ellos estaban dormidos.

Salió de los árboles y bajó la colina en la oscuridad. Cruzó la granja, siguiendo el mismo sendero que ella había visto a Cielo usar ese mismo día. Una cabra soltó un balido ofendido cuando Chochín la pasó, casi dándole un infarto. Pero no escuchó ningún otro sonido; los dueños de esta granja parecían ser del tipo de ir temprano a la cama.

El puente estaba vacío, pero había dos dragones en la plaza del mercado, sentados en los escalones de una estatua y discutiendo sobre algo. Chochín se mantuvo abajo mientras cruzaba el río en la sombra de la reja de la puente. Tenía que correr del puente a la tienda más cercana, que ahora estaba cubierta por la noche, pero ninguno de los dragones discutientes la notó en la luz de las antorchas.

—No seas tonto —gruñó uno—. Quédate con Brasas. ¡Va a ganar! Lo sabemos todos.

—No sé —dijo el otro—. Suena bien en la —¿algo sobre los escorpiones?— ahora, con las (algo) en poder.

El primer dragón murmuró unos insultos que Chochín no entendió completamente, aunque le habría gustado aprenderlos para poder usarlos con Indomable un día. Caminó por el borde de la plaza, manteniéndose escondida detrás de las tiendas, y por fin dobló la misma esquina que Cielo había doblado.

Más calles. Otra plaza por delante. Balcones que sobresalían por arriba de los callejones, ventanas gigantescas que dragones volantes podrían usar como entradas.

Chochín no tenía ni idea de adónde Cielo había ido desde aquí. Ella era una humana muy pequeña en una ciudad muy grande de dragones.

«Pero voy a encontrarlo».

Siguió las calles, intentando pensar como Cielo. ¿Habría deambulado por esta calle porque estaba bordeada de cajas de plantas florecientes? ¿Se habría detenido para subir las estructuras en el área de juegos, aunque probablemente era demasiado grande?

Fue un poco difícil concentrarse cuando de vez en cuando, un dragón caía en picado del cielo, y Chochín tendría que lanzarse en un porche o bajo una carreta de vegetales para esconderse. Más de una vez, tuvo que cambiar su dirección repentinamente porque oyó a un grupo de dragones rientes a la vuelta de la esquina.

Pero cerca de la medianoche, descubrió algo que sabía que le había llamado la atención a Cielo: un patio bordeado de jaulas. La mayor parte de ellas estaban cubiertas por la noche, pero Chochín podía escuchar píos, crujidos y unos gruñidos. Supuso que esta era algún tipo de tienda de mascotas para dragones, como Cielo esperaba. Echó un vistazo bajo unos cubiertos y vio pájaros raros y bonitos. El más cerca de la luz de la antorcha tenía plumas verdes, azules y amarillos y un pico grande y ganchudo. Él ladeó la cabeza con curiosidad. Otra jaula contenía un ratón desierto con orejas gigantescas y una cola larga.

Cerca del borde del patio había tres jaulas vacías y destapadas. Chochín casi les pasó, pero notó algo sobre los cerrojos en las puertas. Se paró para mirarlos y se dio cuenta de que las cerraduras habían sido rotas.

«Oh-oh.

»Ay no. ¿Cielo decidió liberar a unos de los animales? ¿Por sí mismo?

»Apuesto que al dueño de la tienda no le gustó eso».

Miró a su alrededor, preguntándose qué pasó y buscando pistas. ¿Cielo se había sentido apenado por algo adorable? ¿Había decidido abrir las jaulas?

Y entonces... ¿el tendero lo atacó? ¿Había guardias que lo arrestaron?

En Talismán, los dragonmantes tenían unos matones con palos afilados que hacían el trabajo sucio de detener a las personas, y luego los dragonmantes decidían cuál sería el castigo. En la ciudad de Indomable, había un señor y los soldados puercoespines. Pero ¿esta ciudad dragón funcionaba así? ¿Había alguien a cargo?

Alas de Fuego Leyendas #2: MatadragonesWhere stories live. Discover now