Capítulo O2

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La sala fue musicalizada por los gemidos de ambos lobos. Jimin bajó el cierre del pantalón, liberando la erección del omega, dando masajes en todo el falo. Así mismo liberó su propia erección, masturbando ambos miembros calientes con su mano.

Liberó las manos de su presa, observando sus facciones. Pequeños labios entre abiertos, pintados de un leve rojizo. Mejillas coloreadas de rosa, cabello color chocolate, sudado, pegado a su frente. Cientos de gotitas de sudor hacían brillar la tersa y pálida piel. Era una obra de arte, un diamante en bruto bajo su control.

El par de ojos oscuros brillaban, mezcla de lágrimas y placer, observando por leves instantes al atractivo lobo que hacía y deshacía a su antojo sobre él.

Jimin acarició el abdomen, deslindando cualquier tela sobre él, besando cada centímetro de piel, dejando lamidas y mordiscos por doquier, atento a los magníficos gemidos ajenos.

El alfa atacó de nueva cuenta su cuello, besando la mandíbula en un camino directo a sus labios. Dejando mordidas en el proceso. Ambas bocas se exploraban gustosas, no existía un interés específico solo el placer y el aturdimiento dominaban sobre sus lobos.

JungKook separó los labios, delineando los ajenos con su lengua, en una sutil invitación de entrada. Jimin accedió gustoso, explorando cada rincón de la caliente cavidad.

Ambos estaban tocando su punto culmine, deseosos por llegar al clímax, sabiendo que faltaba poco para explotar. Buscando la cercanía del otro con desesperación.

─J-Jimin~ m-me vengo─. Murmuró agitado.

─Hazlo, córrete para mí ─. Pidió seducido por la fragilidad del omega.

JungKook tembló, acercándose a su liberación tan deseada. Echó la cabeza hacia atrás, soltando un fino gemido que indicó la venida de su orgasmo. Jimin hizo lo mismo, respirando agitado mientras los hilos de líquido caliente manchaban su mano. Los músculos de Jeon aún eran sensibles a pequeños espasmos, los cuales disminuían poco a poco. Hasta perderse por completo.

─Y-Ya no hay vuelta a-atrás, ¿verdad?─. Preguntó JungKook, intuyendo que esto no quedaría solo así.

─N-No lo creo, bonito─. Jimin dejó un casto beso en su frente.

Se quedaron así por un rato, descansando uno en el otro. Los párpados del omega se hicieron pesados, su cuerpo ahora se sentía relajado, y eso le daba sueño, tanto que pudo quedarse dormido en unos pocos minutos.


★ ★ ★ ★



JungKook parpadeo y se removió en un lugar que no era precisamente el sillón. Abrió los ojos muy despacio, bostezando, con la sutil esperanza de que todo fuera un sueño.

Tanteo los bolsillos de su pantalón, solo para sentir que su zona pélvica era pegajosa, y entonces lo recordó.

Cada una de las cosas que había hecho pasó por su mente, llenando sus ojos de lágrimas y su mente de preguntas.

Estaba en celo, en la casa de otro alfa, desbordado. Terminó de acomodar su ropa y se incorporó, algo débil pues no había tomado sus supresores.

Dejó la habitación en la que se encontraba y caminó, lento, buscando las fuerzas para dejar esa casa. Preguntándose al mismo tiempo donde estaría el alfa.

Ingresó al living donde hace un rato habían estado, el alfa cuyo nombre golpeó su mente, Jimin, dormía acurrucado, viéndose pequeño, cosa que no parecía cuando estuvo encima suyo. Al acercarse pudo notar lágrimas secas en su rostro, y un color rojizo tiñendo su párpado inferior.

Suspiro y se alejó, su lobo triste le pedía que se quedara. ¿Para qué huir si ya todo estaba perdido? Peinó su cabello hacia atrás, resignado a seguir sus instintos.

Entró a la cocina, no haría mal en tomarse algunas libertades ¿o si? Busco sartén, ingredientes y algunos cubiertos, pensando en improvisar algo rápido. Dentro de su mal estar lograba cocinar, siempre que entraba en celo sabía cómo cuidarse, lo había hecho desde que era un adolescente y retomó la costumbre cuando su esposo empezó a faltar en la casa.


★ ★ ★ ★


Jimin percibió un aroma delicioso venir de la cocina, abrió los ojos algo adormilado, virando la mirada a donde emergió el aroma.

Se sorprendió, ya que había olvidado por completo la presencia del omega en su hogar. Observó cómo el pequeño secaba su sudor con una servilleta, mientras servía lo que parecía ser fideos.

─¿Cuánto llevas despierto?─. Se acercó fregando sus ojos con la mano izquierda.

─Unas dos horas─. Respiró profundo. Los malestares aumentaban de manera paulatina.

─Ya veo─. Olfateo la preparación─. Huele y se ve delicioso, ¿Qué es?

JungKook sonrió apenas, le gustaban los halagos a su comida.

─Fideos al ajo, prueba un poco─. Deslizó el segundo plato hacia el alfa.

Jimin asintió, pero antes se detuvo, tomando el mentón del omega con su dedo pulgar e índice.

El pálido tenía la cara colorada, tintada de un suave rosa. Algunas gotitas de sudor adornaban su frente. Contempló su rostro, con algo de gusto en la mirada. Dio una sonrisa gentil y se fue, dejando a JungKook confundido.

Pocos minutos después regresó a la cocina, con una caja pequeña en sus manos.

─Toma, puedes usar estos supresores, son efectivos y no dañan─. Los dejo en la mesa, JungKook río haciendo que el alfa se confundiera.

─Pareces una publicidad de supresores─. Río un poco más─. Pero gracias, no sabía que existían los suaves.

Hizo puchero, cosa que a Jimin le pareció en extremo adorable.

─Ahora sabes, pero son difíciles de conseguir─. Le miró con picardía.

─Consiguelos, haré lo que quieras─. Contestó luego de tomar el supresor.

Jimin probó los fideos, respondiendo a estos con un gesto de satisfacción.

─Tendrás que venir a cocinar para mí─. Sonrió.

─Trato hecho─. Estiró su mano estrechando esta con la del alfa.

Ambos se mantuvieron distraídos alimentándose. Casi sin dirigirse la mirada.

El teléfono de Jimin sonó, robándose el momento, el rubio miró al remitente, y su rostro se tornó triste.

─Es Hoseok... ─. Miro a JungKook sin saber qué hacer.

El omega, que siempre tuvo un don para la paciencia, tomó su mano alejando el teléfono.

─No lo atiendas, aún no.

Jimin obedeció, entrelazando su mano con la del castaño, para así evadir las ganas de atender.

─Se que quieres contestar, y decirle lo hijo de puta que es, si pudiera golpearía a mi esposo con mis propias manos, pero antes de hacer cualquier cosa hay que calmarnos─. Habló conectando la mirada de Park con la suya─. Cierra los ojos hasta que el sonido desaparezca y el hormigueo en tus manos se vaya.

JungKook le acarició lentamente el rostro, no sabiendo muy bien qué hacer. Jimin cerró los ojos con fuerza, soltando lágrimas de dolor e impotencia.










Infidelidad  𖤐  jikookWhere stories live. Discover now