Capítulo 17

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El verano estaba siendo, sin lugar a dudas, uno de los mejores de sus vidas. El sol rebotaba contra los lentes de las jóvenes mientras se ponían al día con las últimas novedades.

—¿Extrañas a Grom?

­­­­—No te imaginas cuánto, pero en lo de Alex está más cómodo, su departamento es casi el doble del mío.

—¿Y no has pensado en mudarte con Alex?

Emma se quitó los lentes y se incorporó en su reposera. —¿¡Estás loca!? ¿Quieres que se infarte o qué?

Alina rió y sacudió su cabeza. —La única que se infartaría si surge la idea de vivir juntos eres tú. De hecho, dudo que Alex no te lo haya propuesto ya.

—Mira que graciosa eres, casi me río y todo.

—Como siempre, tengo razón. Espera, —Se interrumpió desviando su vista hacia la piscina y volviéndola rápidamente a Emma. —¿es por eso que en la cena del otro día no hablaban mucho, verdad? ¡Emma Pivoty es que no lo creo!

—No discutiré contigo también, seguiremos viviendo en departamentos separados y se acabó.

—¡Pero si prácticamente viven juntos! Solo que van rotando de apartamento y se lo pasan con un bolso de aquí para allá.

—Y estamos bien así, ¿qué necesidad de hacer todo junto? Hace apenas dos meses que somos novios y Alex por poco y ya me pide matrimonio.

La cara de embobada de Alina hizo resoplar a Emma. —No nos casaremos ahora, Alina, quita esa cara.

Ahora la que resopló fue la simpática rubia. —No sé por qué tienes esa necesidad de hacerte la dura si todos sabemos que eres una mantequita. Sí, sí, sí, ni intentes defenderte que ya escuché los mensajes que le envías por WhatsApp "lindo de mi alma mucha suerte con ese cliente, ya verás que todo saldrá genial porque eres el mejor y el más inteligente del mundo, te amo" —Repitió revoleando los ojos imitando a su amiga enamorada y acabando con algunos besos ruidosos lanzados al aire.

Emma rió y sus mejillas se tiñeron de un rosado intenso. —Metiche.

El teléfono de Emma interrumpió la conversación. —¡Amoor!... Sí, estoy aquí con Ali...Sí, ven a rescatarme de esta loca, por favor...También te amo.

—Me voy, chau. —Dijo Emma levantándose de la reposera.

—Me voy a unir a Guido en sus reclamos. Son un chicle insoportable y nos abandonan cada dos por tres.

Emma volvió hacia su amiga y la abrazó aplastándola un poco. —Sabes que te adoro, pero las noches contigo no son tan emocionantescomo con Alex.

—Guarra que eres, ¡Me cambias por un trozo de carne!

—¡Alina! Adiós, me fui, no te oigo, bye.

—¡Hoy es un buen día para probar lo del hielo! —Gritó la rubia.

Emma, que ya había entrado a la casa, se asomó por la puerta, sonrió y le guiñó un ojo a Ali.


Mientras Emma se cambiaba la bikini azul por un short blanco y una remera básica verde agua su celular volvió a sonar:

—Buenas tardes, ¿Emma?

—¿Quién habla?

—Soy Victor, me dijo mi compañera que habías llamado, ¿puedo ayudarte con algo?

—Buenas tardes, sí, yo me comuniqué con usted. Recuerdo que dijo que si necesitábamos algo podíamos llamarlo y...

—Claro que sí, —Interrumpió el hombre¾ ¿Qué ocurre?

—Me gustaría mostrarle algunas cosas en las que estuve trabajando y apreciaría mucho que me diera una opinión sincera.

—¿Mañana por la tarde puedes venir a mi agencia?

—Perfecto, muchas gracias.

—No es nada, hasta mañana.

Largó el aire en un suspiro bastante largo y mordió su labio inferior durante unos segundos hasta que un ruido en su teléfono la devolvió a la realidad.

"Puerta"


—Tan expresivos son tus mensajes, amor: "puerta", ¿En serio?

—Hola, hermosa de mi corazón ¿cómo estuvo tu tarde?

—Eres un cargoso. Bien.

Alex escondió su cara entre sus brazos y se recostó sobre el volante. —Me generas problemas de personalidad, Emma, ¿Soy inexpresivo o soy cargoso?

Ella sonrió, se acercó y beso su mejilla. —Ambas.

Él hizo un puchero y frunció su entrecejo a lo cual ella imitó su cara y besó la pequeña porción de piel entre sus cejas. —Niñito lindo. ¿Cómo te fue a ti con los chicos?

—Bien. —Respondió el sonriéndole a su novia. —¿Te quedas conmigo hoy?

—Claro que sí, pero primero debo pasar por casa a buscar algo.

—Pero si ya traes tu bolso.

—Olvidé algo, será un minuto.

Alex condujo hasta el edificio de Emma. Ella bajó y tomó su laptop junto con una carpeta, esperaba que Alex no hiciera muchas preguntas.

Al llegar al departamento de él, ambos dejaron sus cosas en el sofá del living y no tardaron en ir a tirarse en la cama. Estaban cansados aunque no habían hecho mucho aquel día. El sol había enrojecido la piel de Alex y Emma, al darse cuenta, intentó regañarlo, más al notar que él no le estaba prestando atención y que le sonreía, se detuvo y preguntó: —¿Por qué no me estás escuchando? ¿Sabes que cada quemadura aumenta los riesgos de cáncer de piel?

—Emma, no estoy tan quemado, ni siquiera me arde. Tú en cambio pareces un mapache.

El rostro de ella se congeló. —¿Qué?

—¾Que tienes la marca de los lentes en la cara. —Dijo antes de estallar en una carcajada. —¡Estabas muy concentrada regañándome y no has visto cómo tienes el rostro!

Ella se levantó de la cama y se dirigió al baño, encendió la luz y abrió la boca al ver su cara completamente colorada excepto alrededor de los ojos. —No puede ser en serio. ¡Alex mira lo que soy!

—¡Eres un mapache!

—No ayudes tanto, gracias.

—Eres un mapache adorable. —Alex se asomó al baño aun riendo. —¿Te duele?

—Siento toda la cara tirante, no sé cómo no me di cuenta. En fin, me embadurnaré en crema y rogaré que mañana el color haya disminuido.

El celular de Emma hizo un ruido. Mensaje nuevo: "Mañana nos vemos entre las 3 y las 5."

Tomó su celular y lo dejó sobre la mesa.

—¿Todo bien?

—Sí. —Respondió y se acercó a Alex para abrazarlo. —¿Preparamos la comida?


Lo que quedó de nosotrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora