Capítulo 22

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Pasó por al lado del cuerpo inmóvil de ella para dirigirse a la salida de la disco. Emma permaneció en ese lugar, mirando un punto fijo y mordiéndose el interior de los labios. Los últimos minutos habían sido tan intensos que parecían irreales, de hecho tuvo que recordar cada segundo para comprender que había traicionado a su novio, que su amigo la había visto hacerlo y que aquel otro chico que, aparentemente, estaba ilusionado con ella también había sufrido los efectos de su estupidez. Suspiró intentando no echarse a llorar e ingresó a la pista en busca de sus amigos.

Los buscó durante algunos minutos pero no hubo caso, sus amigas no respondían el móvil y no podía ubicarlos en la pista ya que las luces titilantes hacían esa tarea prácticamente imposible. Se mareó y una sensación de pánico la invadió. No quería desmayarse, no quería volver a sentirse débil. Tomó asiento en unas banquetas en las que, de no haberse sentido tan mal, nunca se habría sentado ya que se las veía sucias y chorreadas con un líquido azul. Respiró hondo varias veces y poco a poco se fue sintiendo mejor.

Tras media hora de estar en el mismo lugar y con su cabeza entre las manos, un hombre de seguridad se acercó a preguntarle si estaba bien. Emma asintió y decidió que se sentía lo suficientemente bien como para salir del lugar y volver al apartamento.

-Em, ¡menos mal que te encontramos! -Gritó Claudia abrazándola. -Los chicos están completamente borrachos.

-Y ella también. -Respondió Ali que intentaba no perder de vista a León mientras este bailaba con un par de desconocidos.

-No es cierto, yo estoy bien, solo algo mareada ¿Dónde estabas tú? -Preguntó a Emma.

-Por ahí, no los encontraba. ¿Volvemos?

-Sí, salgamos.

Lentamente caminaron hasta el apartamento, el alcohol empezaba a perder su efecto y el grupo en general sentía el peso de una noche fuera.

Al llegar, algunos se desplomaron en el sillón del living, otros llegaron a las habitaciones listos para dormir y otros atacaron la heladera en busca de restos de comida de la noche anterior y un buen vaso de agua o gaseosa.

Emma se cambió, se quitó el maquillaje y se dirigió al baño para lavarse los dientes. Su reflejo en el espejo parecía apuntarla con un dedo, se sentía tan mal, tan culpable. Lavó su rostro y llegó a secárselo con la toalla justo antes de que la puerta se abriera.

-Ah, Emma. -Dijo Guido aún ido. En su mano derecha llevaba una botella de Vodka y con la otra se colgaba del marco de la puerta.

-Guido, estás borracho, ¿por qué no dejas eso ya?

-Yo. Estoy borracho. -Dijo con dificultad. -Pero a ti el golpe de esa silla te afecto. La silla golpeó. Tu cabeza está mal ¿sabes?. No, no sabes. Ni te importa, ¿verdad? Total, sabes que Alex te perdonará cualquier cosa. Tú le reprochas -Bebió un sorbo de la botella. -le dices que va que viene pero tú. ¡¿Y tú?! Mira, Alex, Alex es un idiota pero ¿sabés qué? ¡Ey, mírame! -Dijo al percatarse de que Emma miraba hacia el piso. -Él nunca te engañaría a ti.

Guido se sentó en el piso apoyando su espalda contra la puerta abierta del baño. -Igual eso no te importa ¿a qué no? Nah, a nadie le importa nada. Pero de ti, Em de ti no lo esperaba, siempre fuiste especial para todos pero no, no lo eres, eres igual, iguaaal, igual a Nadine e igual a Flavia, igual, igual...-Repitió inmerso en su realidad paralela. Haciéndola oír una vez más en la misma noche esa frase "parecías especial pero eres igual a las demás"-¿Te irás de una vez o quieres que te cuente más? Si quieres puedo contarte como se murió mi primer mascota o...

-Me iré. -Dijo abandonando lo más rápido que pudo el pequeño cuarto de baño.

A llegar a la habitación que compartía con las demás se metió en la cama y, en cuestión de segundos, la suave almohada se vio empapada en lágrimas. Guido estaba borracho, quizá no medía sus palabras, pero Emma sabía que todo lo que había dicho era cierto y le dolía. Le dolía que él estuviera tan enojado y decepcionado, no podía dejar de pensar en que si a él lo afectaba así a Alex lo lastimaría mucho más. Guido y Alex eran hermanos, todo lo que Guido le dijo fue directamente desde su corazón, desde ese lugar en el que uno mataría a cualquiera que osara herir a su compañero de vida. Lo que dijo nació de su angustia de saber que alguien lastimaría a Alex y ese alguien era ella. Ella que tanto le había reprochado a Alex por no saber que quería, por sus idas y vueltas...ella que decía estar tan segura de lo que quería y que en un beso de dos segundos con otro hombre replanteó todas las decisiones tomadas en el último año. Le dolía la simple idea de haber considerado la posibilidad de estar con otra persona. Alex era su todo, ella sabía que era así, y sin embargo se había dejado llevar por el momento y había arruinado todo.

Luciano decepcionado de ella, Guido decepcionado de ella, ella decepcionada de sí misma. ¿Qué haría con tanta decepción? ¿Y cómo enfrentaría la decepción más grande, la de Alex hacia ella? Ese último pensamiento acabó por desgarrar su corazón, haciéndola apretar con fuerza el colchón y forzándola a enterrar su cara en la almohada para que nadie la oyera llorar.

Lo que quedó de nosotrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora