Capítulo 21

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-Ey ¿Estás ahí? -Preguntó Ali.

-Sí, pensaba en Alex. -La sonrisa no tardó en aparecer en su rostro y Ali se la devolvió para luego tomar su brazo y salir junto con los demás.

En la disco, a diferencia de la última vez, Emma se sintió cómoda e incluso pudo soltarse lo suficiente como para ir sola al baño. Cuando estaba dispuesta a volver a la pista tarareando la canción que sonaba se percató de que la gente se había acomodado para darle lugar a unas bailarinas que ahora movían sus cuerpos de forma sensual al ritmo de la música.

-¿Emma?

Ella volteó a ver quién la llamaba y no pudo sino sorprenderse de ver a quien tenía en frente.

-¡Lulo! ¿cómo estás?

-Bien ¿y tú? ¿Qué haces aquí?

-Lo siento no escuché.

-Vamos afuera, ven.

Salieron a la parte abierta de la disco y, ahora sin gritar, volvieron a saludarse.

-¿Cómo has estado? -Preguntó el metiendo las manos en los bolsillos de sus vaqueros.

-Muy bien, vinimos a pasar unos días aquí con mis amigos, ¿Y tú? ¿Qué haces en la costa?

-Pues mi primo está trabajando y me ofrecieron venir a sacar fotos así que aquí estoy. ¿Cómo vas con la universidad?

-Genial, me gradué hace unos meses.

-¿De verdad? ¡Felicitaciones!

La abrazó y por un momento Emma disfrutó del perfume en su cuello.

-No volviste a responder mis mensajes, sé que esto sonará raro pero pensé que había chance de que tú y yo...-Sus manos aún se ajustaban a la cintura de Emma y las manos de Ella permanecían en los hombros del joven.

-Sí, no sé...estaba enfocada en la universidad y...

-Claro. ¿Ya terminaste con eso, no? -Dijo antes de acercar su rostro al de ella y atrapar sus labios en un beso. La sorpresa la hizo empujarlo sin ningún éxito, él tomo su rostro impidiéndole alejarse y profundizando el contacto.

Eso estaba mal. Estaba terriblemente mal. Pero no podía hallar la fuerza suficiente como para ponerle fin a ese momento. Lulo había aparecido en su vida un año atrás y, a diferencia de otros, la había hecho sentirse bien, cómoda. Las pocas salidas que habían compartido le habían demostrado que Luciano era un buen chico, era divertido, creativo, y lo que más había apreciado ella, no parecía tener ningún apuro para llevársela a la cama.

Pero Alex regresó, y con él toda su historia. Cualquier otra cosa que estuviera pasando antes de su regreso pasó a segundo plano, entre esas cosas, el chico que ahora la besaba con firmeza pero a la vez dulzura.

Mientras se dejaba llevar su cabeza comenzó a dar vueltas: -¿Y si Alex no hubiese vuelto? ¿Estaría ahora de novia con Lulo? Corrí a los brazos de mi primer amor sin pensarlo pero ¿Y si lo hubiera pensado bien? Con Luciano nos llevábamos tan bien y...

-¿Emma?

Al escucharlo se separó de golpe. Vio la incredulidad y la desilusión en su rostro y ella sintió su corazón caer hacia su estómago.

-Guido, no sé qué...

-A mí no tienes que explicarme nada, Emma. -Dijo alejándose y volviendo a la pista.

-Espera un segundo. -Atrapó su brazo haciéndolo volcar el trago que llevaba.

-Emma, de verdad, sigue con lo tuyo. Ah, quizá deberías regresar a Buenos Aires.

Jamás, nunca en su vida, había escuchado a Guido hablar así. Guido era divertido, era compañero y ahora estaba enojado y sin pudor la había echado del departamento.

-¿Qué pasó?

-Esto no está bien, lo siento.

-¿Es tu novio?

-No.

-Ah, porque parecía decepcionado...

-Lo estaba. Es el mejor amigo de mi novio. -Y, al menos hasta hoy, también era mi amigo. -Pensó.

-¿Por eso no respondías? Estabas con otro. Y parece que es mejor que yo porque lo elegiste a él.

Sentía que si volvía a ver otro rostro decepcionado esa noche, moriría. -Siento no haber respondido. Fue algo inesperado y...no sé, lo siento.

Luciano levantó el rostro y la miró con una media sonrisa. -Parecías especial, y al final eres igual de histérica que las demás.

Pasó por al lado del cuerpo inmóvil de ella para dirigirse a la salida de la disco. Emma permaneció en ese lugar, mirando un punto fijo y mordiéndose el interior de los labios. Los últimos minutos habían sido tan intensos que parecían irreales, de hecho tuvo que recordar cada segundo para comprender que había traicionado a su novio, que su amigo la había visto hacerlo y que aquel otro chico que, aparentemente, estaba ilusionado con ella también había sufrido los efectos de su estupidez. Suspiró intentando no echarse a llorar e ingresó a la pista en busca de sus amigos.

Lo que quedó de nosotrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora