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Hawkins, 1979

El tiempo pasaba rápido desde que
Maeve se había infiltrado, estaba por cumplirse un año desde aquello y sin duda aquella decisión tomada por impulso fue quizás una de las mejores o peores que había elegido en su vida, ya no se imaginaba lejos de aquel laboratorio que le causaba estragos, al menos sentía la comodidad del rubio quien la acompañaba día tras día y alentaba a no rendirse junto a los niños que la hacían reír como nunca lo había hecho.

—Vaya, vaya... Miren quien decidió aparecer.—Maeve no pudo evitar sonreír al ver a Peter saludar a su niña favorita quien al parecer a penas salía de su habitación.—Alguien esta dormida esta mañana.

—Lo siento, ¿Estoy en problemas?

—¿Problemas? No... ¿Por que crees eso?

La mujer de castaños cabellos dio unos pasos hacia ellos con la intención de saludar a la más pequeña.

—Solo te pierdes de la diversión, el entrenamiento empezará pronto.

—Bueno...

—Elly, ven aquí.—Al estar a solo unos pasos se acuclilló quedando a su altura.

—Maeve.—Corrió a sus brazos.

—¿Estas nerviosa?—Preguntó.—No lo estes, te irá bien.

Su vista se elevó al de blanco quien se mantenía calmo observándolas.

—Peter y yo estaremos ahí contigo.—Dio un beso en su cabeza antes de levantarse al escuchar el sonido de la puerta abriéndose.—Ve.

Caminó hasta estar junto a Peter para apreciar a los niños saludar aquel hombre que tanto le desagradaba.

—¿Sabes que haría en estos momentos si pudiera?—Murmuró esperando que solo el rubio la escuchara.

—¿Matarías a papá?—Cuestionó, no era la primera vez que le escuchaba decir algo así.

—Y le arrancaría los ojos.—Gruñó.

Peter soltó una risa nasal antes de empezar a seguirle el paso a los niños hasta la sala donde habitualmente entrenaban, aunque por esa vez no pelearían entre ellos, más bien demostrarían sus avances con un circuito de luz, el primero en pasar fue Dos quien completó el trabajo de manera exitosa y bastante sorprendente.

—¿Quien será el valiente que vaya ahora?—Papá pregunto enseñando un caramelo.

—Yo, yo, yo.—Los niños empezaron a decir dando ligeros saltitos esperando a ser escogidos.

—¿Eleven?—Habló el hombre.

La pequeña levantó su mirada bastante asustada, Maeve se acercó a ella sujetando su hombro para así guiarla hasta la silla frente al circuito.

—Tu puedes.—Apoyó en voz baja mientras Peter se acercaba a ponerle algo sobre su cabeza.

Nuevamente tomó su lugar esperando a ver cómo Eleven hacía lo mismo que su hermano, paciente la miró mientras el rubio parecía murmurarle antes de alejarse, la menor lo intentó y en verdad se veía su esfuerzo pero no sucedió nada, ni una sola luz emanó del circuito y tan pronto como se rindió los demás empezaron a reír.

—Hey, silencio.—Peter regaño a Dos y Tres quienes conversaban entre ellos.

—Se están riendo de ti.—Brenner se acercó a la niña.—Creen que eres débil, enséñales que se equivocan... Hazlo.

Así fue como pudo encender la bombilla, solo tenía que conseguir moverla creando el efecto que necesitaban, pero nuevamente se apagó. Maeve no dudo en acercarse para hacerla levantar y que le dieran lugar a otro de sus hermanos, la estaban presionando más de lo que deberían, el entrenamiento continuo pasando uno a uno dejando a la mayoría pasando aquella prueba.

—¿Tu también tuviste que hacer ese tipo de entrenamientos?—Pregunto la castaña en el cuarto de control donde ya estaban acostumbrados a reunirse para hablar en privado.

—No los necesite, desarrolle por mi mismo el poder que necesitaba.—Alardeó.

—Tengo una idea.—Maeve habló de golpe.

—¿Cual es tu idea?

—¿Y si te abro el cuello con un cuchillo y te saco ese inhibidor?—Enarco sus cejas esperando su respuesta.

—Si... No vas abrirme con un cuchillo.

—¿No confías en mi?

—Confío en ti, pero no vas acercarte conmigo mientras tienes algo tan peligroso.—Negó con una sonrisa.

—Entonces dame ideas.—Bufó mientras hacía un puchero.—Quiero sacarte de aquí pero con esa cosa será muy complicado.

—Sabes Maeve, me alegra que después de todo aún busques la forma de cumplir con lo que te propusiste, incluso si ya no hay más alternativas.

—No creas que me iré de aquí sin ti.

Ella le mostró una cálida sonrisa antes de acercarse para rodearlo con sus brazos, eso la tranquilizaba y hacía pensar con claridad.

—¿Que haría si no estas conmigo?—Balbuceó.—No sería justo.

Peter sonrió de lado posando su mano en el rostro de la castaña para así elevarle la mirada, le fascinaba hacerlo pues solo así podía perderse en sus pardos ojos que le daban aquellas sensaciones desconocidas.

—Créeme, tampoco se que haría si no estuvieses conmigo.

Sin más agacho su cabeza quedando a la altura del rostro de Maeve quien no hizo nada por alejarse, el rose de sus labios la hizo estremecerse hasta tomar la iniciativa chocando sus labios por primera vez sintiendo la suavidad de su contrario.

Solo tardaron unos segundos antes de notar lo que estaban haciendo, pero aún así estaban a gusto con eso sintiendo que algo estallaba en sus pechos mientras aquel hormigueo los recorría, los labios de Peter acariciaron los de ella, con ternura y delicadeza, Maeve necesito solo de unos segundos más antes de separar su boca de la de el y apoyarse a su pecho con algo de vergüenza.

—Dime algo, Henry.—Hablo bajito recuperando el aire que se le había ido.—¿Que sientes?

—Muchas cosas, tú las causas Maeve... Pero no termino de comprenderlas, era especial para mi, la única persona que puede hacerme sentir de formas que ni siquiera pensaba que existían.

—Eso es amor.

—¿Amor?—Murmuró y aunque no sonara así, la pregunta era para el, ¿Realmente se había dejado atrapar por aquel sentimiento que creía despreciar?

Verla se lo estaba afirmando, su propio corazón le había hecho eso, ahora era débil solo ante una persona, Maeve.

𝐌𝐚𝐧𝐢𝐚𝐜 |Peter Ballard.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora