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Steve iba en su auto junto a Dustin, Mike, Lucas y Max, por el otro lado yo iba junto a Billy.
Nos detuvimos detrás del auto de Steve y ambos bajamos yendo al lado de los demás.
Tomé el pañuelo de mi madre y lo envolví alrededor de mi cuello, boca y nariz, no me iba a arriesgar a morir de una infección extraña.
Cuando estuvimos lo suficientemente cubiertos, comenzamos a bajar por el pozo hasta llegar al túnel.
No lograba ver bien gracias a las antiparras, pero se veía lo suficiente para poder saber hacia dónde ir.
—Sí, me parece que es por aquí. —Mike era el que nos guiaba.
—¿Te parece o estás seguro? —Preguntó Steve.
—Estoy totalmente seguro. Sígueme y verás. —Gritó Mike.
El pelinegro comenzó a caminar pero Steve lo frenó.
—Ni lo sueñes. —Mike giró a verlo. —Si alguno de ustedes muere aquí abajo, incluidos estos dos, me culparán a mí. ¿Entiendes, idiota? De ahora en más, yo voy a la cabeza. Vamos, andando.
—Idiota. —Susurró Billy. Apreté su mano y comenzamos a seguir a Steve.
Billy y yo, al ser los más grandes además de Steve, íbamos atrás de todo en caso de que algo sucediera.
Caminamos por el túnel hasta llegar a un centro, como el que había dibujado Will. Arriba nuestro había un especie de corazón respirando.
—¿Qué es este sitio? —Preguntó Max.
—Vamos, chicos. No se detengan. —Hablé asustada.
Los demás siguieron caminando a excepción de Dustin y yo que nos quedamos viendo el corazón latiendo.
—Dustin, tú ves eso, ¿no? —El menor asintió.
—Demonios, sí.
Ambos nos tiramos al suelo al ver que lo que parecía un órgano, lanzaba una sustancia extraña hacia nosotros.
—¡Ayuda! ¡Mierda! —Los gritos de Dustin llamaron la atención de los demás.
—¡Bella! —Billy corrió hacia mí y me ayudó a levantarme.
Corrimos lejos de ese lugar, aunque Dustin se cayó a mitad de camino por lo que tuve que volver a ayudarlo.
—¡Se me metió en la boca! ¡Me cayó en la boca! ¡Mierda! —Dustin seguía gritando asustado.
—¡Eres un idiota! ¡Eso te pasa por gritar como niñita de 3 años! —Lo levanté del suelo.
Se bajó el pañuelo de su boca y comenzó a toser desesperado, escupió un poco de saliva y nos miró suspirando.
—Estoy bien. —Murmuró.
Golpeé su cabeza y me alejé de él.
Comenzamos a caminar nuevamente, algunos de los niños insultaban a Dustin por lo bajo.
