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Presente

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Presente

—¡Oh! —gime Rebecca cuando la empujo contra la pared y hago que sus piernas rodeen mi cintura. Me presiono con fuerza contra ella y la beso con rudeza juntando nuestras lenguas—. Por favor, Logan —suplica entre jadeos.

La levanto y la llevo a la cama, la dejo con cuidado en ella y me quito mis prendas mientras Rebecca hace lo mismo, sin decir nada.

Siempre cuando nos acostamos trato de estar callado y no decir nada. Sucedió una vez y no salió muy bien que digamos. Además, al parecer le excita que me haga el mudo y no quiera emitir palabra. La hace sentir como si ella fuera la que estuviera en control durante la situación —algo que no es del todo cierto.

Yo tengo el control porque quiero tenerlo. Y cuando no, es porque cedo. Hasta hace poco pensé que era una persona muy clara y transparente en cuanto a las cosas, pero después llegó Rebecca. Es decir, en cuestiones sentimentales, mis sentimientos por ella son completamente nulos. Pese a que se lo hago saber de diversas formas —no directamente, lo cual es un error—, no las entiende.

Soy un idiota. Puede que sea mucho más de lo que me hago creer, en realidad. No entiendo como llegue hasta este punto con ella. Se suponía que era una aventura de una noche y de la nada, se convirtieron en tres meses. Bueno, ella lo convirtió en tres meses.

Rebecca en el fondo no siente nada por mí, tampoco. Somos dos personas utilizándonos —aunque suene sumamente horrible—. Ella por mi reconocimiento y dinero, y yo por sexo.

Idiota.

Dejándome los calzoncillos, me tiro sobre ella y comienzo a magrear su cuerpo y a besarlo en las partes que sé que le gustan —que la use por el sexo, no significa que no la voy a hacer disfrutar. No soy tan, tan idiota.

Sigues siendo un idiota.

Rodea mi cuello con sus brazos y me presiona más contra ella.

Un recuerdo fugas que pasa por mi mente hace que mi miembro se endurezca y me presiono contra el cuerpo debajo de mí, soltando un gruñido en el camino. Esto me recuerda tanto a aquella vez...

Ahora sí, soy el mayor gilipollas del mundo. Estoy con Rebecca y en mi cabeza se me aparece Jude. Genial.

¿Qué pasa conmigo que no logro superarla?

No creo ser al único que le pase, pero, hay en momentos que los que no tiene sentido pensar en tal persona; sin embargo, allí está. Vienen a tu cabeza un remolino de momentos y recuerdos entre ustedes que hace que añores esos tiempos y te cuestiones todo y pienses en lo que pudiste hacer para mantenerlos juntos.

De igual manera, siempre llego a la misma conclusión. Lo hice por ella y lo volvería a hacer millones de veces. Superpondría su felicidad por la mía, al igual que sé que ella lo habría hecho por mí.

Los Kilómetros Entre NosotrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora