2. El karaoke

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Inmortales, una de las primeras canciones que compusieron, suena mientras Alba se permite echar un vistazo a los comensales. Ya han tocado más de la mitad de su repertorio y los nervios han remitido un poco. Su vista planea sobre las mesas, asimilando las caras que, intuye, estarán viendo durante toda la semana.

La mayoría no les presta ni la más mínima atención. Se trata de señores extranjeros y adinerados que estarán acostumbrados a otro tipo de música. Algunas mujeres, las que más jóvenes parecen, levantan la cabeza de su plato cada cierto tiempo para dedicarles unos segundos de interés. Los únicos que no apartan la mirada del grupo de chicas son los pocos niños que hay.

Bueno, y una persona más.

Terminando de revisar la zona, la mirada de Alba se encuentra con la suya. Rocío Cabrera está sentada en una de las mesas más lejanas al grupo y las mira fijamente, dejando su plato intacto sobre la mesa. Alba distingue en sus ojos verdes un brillo de alarma al hacer contacto visual y lo siguiente que ve es a la cantante bajando la mirada para cortar un trozo de su comida. La de pelo rosa sonríe. Todavía tienen posibilidades.

—Para terminar, por hoy —anuncia Tamy con voz calmada—, esto es Todo a la vez. Buenas noches.

Las chicas cantan su última canción de la noche. Durante su parte, Alba vuelve a buscar la mirada de Rocío y la encuentra sin problemas. Vuelve a sonreír, y esta vez, la cantante no baja la mirada, sino que esboza una sonrisa de vuelta, un poco tensa. Sabe que la ha pillado.

Sweet California termina su pequeño concierto y las chicas se despiden, entre no muchos aplausos cordiales del público. Aprovechando que ya nadie les presta atención, Alba se excusa con sus compañeras y se mete entre las mesas hasta llegar a la de Rocío.

—Hola.

—Hola.

Alba espera por un posible mensaje de felicitación por el concierto, pero este no llega. De nuevo, se encarga de tomar las riendas de la conversación.

—Que aproveche.

—Gracias —dice Rocío con una leve sonrisa. Más que una artista con complejo de diva, a Alba se le antoja una persona que no está acostumbrada a socializar. Se pregunta si es posible que lo sea, dado su estatus y su ritmo de vida. Señala el edificio principal del hotel con el pulgar.

—Teníamos pensado ir más tarde al karaoke. Se hace en la sala de discoteca del hotel, empieza sobre las doce o así. Por si te interesa pasarte.

Rocío la mira fijamente en silencio, con la boca entreabierta. Alba se imagina que la ha pillado de sorpresa. Pensándolo bien, una cantante internacional no necesita una sala de karaoke para cantar. Ni tampoco es propio de una persona que pasa sola todo el tiempo posible acceder a ir de fiesta con tres chicas a las que acaba de conocer. A lo mejor ha sido mala idea proponérselo. A lo mejor se está cargando las últimas oportunidades que tiene el grupo de ser invitado a su concierto.

—Bueno —responde entonces la morena, con tono desenfadado—. Lo pensaré.

—Vale —responde Alba, sin poder evitar sonreír.

Como no sabe qué más puede decir, se despide con un gesto de la mano que la morena imita y vuelve con sus compañeras. Si Sweet California consigue esa oportunidad, será única y exclusivamente por ella. Después de la Rocío que vieron esa mañana, no pueden ser imaginaciones suyas si piensa que se está ganando su confianza. Y no puede evitar preguntarse si Rocío se habría planteado acceder a sus propuestas (tanto la de la sala de ensayos como la del karaoke) si hubieran ido las tres a preguntárselo en lugar de ella sola.

🎤🎤🎤

—¡Por Sweet California! —exclama Sonia, enseñando su vaso de chupito.

I fancy you (Albocío)Where stories live. Discover now