CAPÍTULO 4

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San Agustín, mañana del 19 de junio de 1937

Eran las 8:00 y Michelle se levantó y se preparó. Al salir de la habitación se encontró al agente Michael, bajaron al restaurante del hotel para desayunar. Después tomó su maleta y se despidió del agente y le agradeció por todo, se subió al coche que le estaba esperando con un chofer de la familia.

El trayecto de ida fue un poco largo ya que el rancho estaba a las afueras del pueblo, pero se entretuvo con los grandes paisajes verdes que había a lo lejos.

Cuando llegó, casi toda la familia estaba allí esperando y un trabajador suyo le ofreció ayudarle con las maletas y subirlas hasta su habitación.

-Buenos días, encantado de conocerla-dice Anthony el padre de su prometido.

-Igualmente señor, gracias por recibirme.

-No hay por que darlas, te presentare a mi familia: mi mujer Mary y este es Noah el hermano de tu prometido, después está mi madre, Beatrice, que está en su habitación descansando. Tu prometido Daniel que se lo ha comido la tierra porque no aparece en ningún lado. Después está Anne que es nuestra ama de llaves .

Ahora te enseñará tu habitación, Anne te ayudará a lo que necesites mientras no llega tu empleada.

Anne la lleva a su habitación y ve que ya están todas sus cosas encima de la cama, por lo que empieza a colocar las cosas con ayuda de la empleada.

-¿Cómo ha sido su viaje, señorita Robinson?-Pregunta Anne para entablar una conversación.

-Un poco cansado pero estuvo bien. Por cierto, ¿llevas mucho tiempo trabajando para la familia?

-Unos cuantos años ¿Por qué lo pregunta?

-Por si me podrías decir como es Daniel, para saber en que me estoy metiendo de antemano.

-Es un buen hombre, un poco rebelde y antipático a veces, pero al fin y al cabo un buen hombre.

Siguieron hablando un poco cuando tocan a la puerta. Es Alice, ya había llegado.

-Hola-le dice a Michelle.

-Hola, me alegro de verte.

Alice le dice que ya la seguía ayudando ella y que podía ir a hacer alguna otra cosa. Cuando Anne se va y cierra la puerta, empiezan a hablar.

-Bueno cuéntame ¿Ya lo conociste?-Pregunta interesada.

-Estás tomándote muchas confianzas, señorita Jones- dice Michelle en broma.

-Yo soy así, ya me conocerás bien al cabo del tiempo, ¿y bien? ¿ Lo conociste?

-No, me dijo su padre que no sabía donde estaba, pero le pregunte a Anne, la empleada de está casa, y me dijo que era buen hombre y también rebelde y antipático a veces.

-Y seguro que muy guapo, ¿tú has visto a su hermano? una joya de la naturaleza.

Alice iba a contestar cuando Anne abre la puerta para decir;

-Señorita, doña Beatrice quiere verla en su dormitorio, quiere conocerla.

Se dirigió a donde le indico, y tocó la puerta para esperar respuesta.

-Pase-dijo una voz dulce.

Michelle entró y la anciana la saludo con alegría.

-Hola cielo, ¿ cómo estás?

-Bien encantada de conocerla.

-Igualmente, me alegro mucho de que estés aquí.

Siguieron hablando un rato de diferentes cosas, cuando Beatrice dijo:

-Por cierto, puedes estar en todos los sitios de está casa menos en el sótano.

-¿ Por qué?-Pregunta Michelle

-Por nada importante, pero no lo hagas.

En realidad, sí había un motivo por el que no podía bajar a ese sótano, que nadie sabía cual era, pero Michelle no iba a tardar mucho en intentar descubrirlo.

Cuando acabaron de hablar, Michelle fue a mirar como era el rancho por fuera acompañada de Alice. Había que reconocer que el sitio era muy bonito, la verdad. Al llegar al lugar donde estaban todos los caballos, se le iluminó la cara.

-¡Ahhhh!, hay caballos.

-Ya lo veo- contesta Alice.

-Son mis animales favoritos, siempre ha sido mi sueño aprender a montar a caballo.

De repente alguien les interrumpe la conversación, un hombre.

-¿Así que quieres aprender?-Pregunta el hombre,

-Sí, ¿pero tu eres? ¿Algún vaquero de aquí?

-No exactamente, soy Daniel Williams.

-¿Usted?-Pregunta Alice.

-Sí, creo que sí.

-Entonces os dejo que os conozcáis, pásatelo bien.

-Déjame adivinar ¿Eres Michelle Robinson?

-Puede ser.

-Para que lo sepas, todo esto me hace tanta gracia a ti como a mí.

-Ah, pues mira, ya tenemos algo en común, creo que va a ser lo único. Pero bueno, te voy a dejar hacer lo que estabas haciendo. Un placer-dice con ironía.

Se rencuentra con Alice y ella se empieza a medio burlar de ella.

Por la noche, cuando Michelle ya estaba dormida se oyó abrir la puerta de su habitación. Una sombra apareció al lado de la cama y la despertó, Estaba a punto de meter un grito cuando le puso la mano en la boca para que no lo hiciera.

-Pero, no grites que despiertas a todos.

-¿Pero, tú que haces aquí?

-¿Me puedes acompañar al lago, que está cerca?

-¿Ahora? ¿Estás loco? ¿O me tomas el pelo?

-Es que me da miedo ir a mi solo.

-¡Fuera de aquí, ya!-Dice gritando.

El lago encantadoWhere stories live. Discover now