«Día 214 de 365» (sin corregir)

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«Día 214 de 365»

Me miré nuevamente en el espejo del baño. Estoy destruida.

Me lavé la cara otra vez y cerré el grifo para salir del baño hacia la habitación de Hiccup. Estaba en su departamento. Lo estoy cuidando mientras él está ausente, también suelo sacar a pasear a Chimuelo, limpiar la casa o cosas así.

Agarré la correa de Chimuelo, quien estaba decaído, por la misma razón que todos. Él estaba sobre la cama con su mirada triste y sin ganas de hacer nada, sin embargo, debía sacarlo a pasear.

- Vamos, Chimuelo -dije con mi voz algo seca.

Acaricié su cabeza. Él me miró suplicante.

- Lo sé -dije-, pero aun así debes salir.

Él no me obedeció y cerró sus ojos.

Lo entendía perfectamente, yo tampoco tenía ganas de hacer algo. Estaba deprimida.

Me recosté en la cama mirando el techo, solté un suspiro.

Miré la mesita de luz que contenía una fotografía de Hiccup junto a Chimuelo, él tenía una campera y un gorro bien abrigado. Chimuelo tenía la lengua afuera y se veían los dos felices. Detrás distinguí el paisaje con las montañas nevadas y unas aerosillas.

Sonreí al ver la foto. No era la única que extrañaba a Hiccup.

Miré a Chimuelo y le acaricié la cabeza. Él me miró con tristeza y yo le di un beso en la frente, le regalé una sonrisa.

Apoyada en la pared del hospital junto a la puerta de la habitación de Hiccup. Espero a que un médico salga y me diga "Ha despertado", o al menos me dé una buena noticia.

Abrí la puerta cuando la enfermera salió. Entré a la habitación, cerré la puerta y caminé hacia Hiccup. Acaricié su cabello y le di un beso en la frente. Arrimé una silla y me senté en ella tomando la mano de Hiccup y besando sus nudillos.

Hiccup ya no tenía el respirador, eso me reconfortaba un poco, sólo un poco.

Le sonreí.

- Todo se arreglará mañana -susurré.

Le di un beso en los labios y acaricié un poco su mejilla.

Hablaba con Hiccup como si pudiese oírme y entenderme. Aún no se había ido, no tenía que afligirme tanto, él seguía aquí.

Entré a casa y saludé e Angus, mamá estaba limpiando el piso, salté hacia las escaleras para no manchar el piso. Ella me preguntó cómo se hallaba Hiccup, si había alguna noticia o algo. Yo le respondí lo de siempre: "Está todo bien". Subí a mi habitación y me encerré en ella.

Agarré mi celular, no tenía nada. A esta hora solía recibir el "Buenos días, princesa" o "¿Cómo amaneciste, My Lady?", pero no. Ahora no tenía ni un solo mensaje de nadie.

Suspiré y dejé mi celular sobre la mesa de luz. Encendí la radio y cambié de estación a la 101.5.

Para mi sorpresa estaba sonando Chandelier.

Me aflojé en ese instante.

Llevé mis manos a mi rostro y comencé a llorar amargamente.

Ya no podía hacerme la fuerte. Me siento mal, no puedo.

Lo extraño, lo necesito. Ya no puedo fingir como si no pasara nada. Como si estuviese bien. ¿Por qué tengo que hacerme la fuerte? Los demás demuestran su sufrimiento, pero yo sólo lloro en silencio en mi cuarto.

Tal vez porque sé que sólo él puede consolarme.

Dios, juro que no puedo más.

Un día sin Hiccup es aburrido, deprimente, triste. Odio esto.

¿Por qué tuvo que pasarle a él?

¿Por qué tuvo que ir a comprar ese maldito anillo?

¿Por qué tuvo que caminar por esa puta calle?

¿Por qué?

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-151 Días

Mericcup: 365 Días para NO enamorarme. (Corrigiéndose)Where stories live. Discover now