Capítulo 15 - 2/3. La tragedia de...

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La tragedia de... 2/3.

Un gran pelotón de soldados protege al único hombre vestido con un traje notablemente descuidado (la apariencia de su rostro y su caminar da a entender que es alguien mayor) quien camina veloz acercándose a ellos ante sus indiferentes caras que están más preocupados en observar el desastre que ha quedado en el mercado.

―Es un placer estar en su presencia honorables señores, me presento, soy el alcalde...―acerca su mano en busca de saludar a Elizalde.

―Lo sé alcalde, su nombre es Alberto Alcántara, profesión: licenciado en administración pública; 61 años de edad. No tenemos mucho tiempo para socializar, tenemos que tomar datos y dar con el o responsables de estos actos de inmediato―interrumpe con seriedad Elizalde ignorando el saludo del alcalde de Cabo Han quien les habló totalmente en español.

―Entiendo señores. Discúlpenme, no estoy familiarizado con su forma de trabajar―contesta en un tono avergonzado el alcalde mientras lleva su mano a su bolsillo intentando ocultar la pena.

―Descuide, ¿tienen algún indicio de los responsables? ¿Dónde estaban cuando pasó todo esto? Grabaré su declaración, estoy a nada de solicitar una intervención al país, esto que hemos visto nos da clara intención que es un evento intención oculto por las autoridades locales.

―¡No por favor!―grita con evidente miedo el alcalde casi dando un salto, recupera su compostura mientras traga algo de saliva y tose para acomodar su garganta antes de hablar―. Señores, señores representantes de la Alianza Interplanetaria, escúchenme, les seré sincero... todos mis funcionarios incluyéndome fuimos secuestrados el día de ayer―eso sorprende a Elizalde y a Kiifa que no pueden evitar mostrar su impresión.

―¿Está diciendo la verdad, alcalde?―responde Elizalde con total confusión.

―Totalmente la verdad―contesta firmemente el viejo hombre con notable muestra de sufrimiento por recordar el suceso, Elizalde observa de reojo su keipad que visualiza una especie de ondas de amplitud constante y simétrica, eso dibuja una ligera sonrisa en su rostro.

―Le creo, prosiga, cuéntenos qué sucedió.

―Muchas gracias por la confianza. Muy bien, sin dar rodeos, todos los funcionarios de gobierno fuimos abordados en nuestros lugares de trabajo y hogares, nos secuestraron, nos inmovilizaron, pensábamos que nos iban a matar, pero solamente nos reunieron a todos y nos dejaron en un sitio aislado entre las montañas muy lejos de la ciudad. Hablaban entre ellos en inglés, en alemán, en árabe, el chiste es hacían de todo para que no entendiéramos lo que hablaban, no nos dijeron ni una sola palabra, nos abandonaron sin nada, tuvimos suerte que nos dejaran con ropa y estuvimos así por muchas horas. Aproximadamente a las 8:00 de la mañana uno de los compañeros pudo liberarse, caminamos por horas hasta la ciudad y encontramos un total y lamentable desastre, rápidamente pedimos ayuda nacional e internacional, ni tiempo de tomar una ducha, por ello mi apariencia descuidada. Por favor señores, esto no fue nada orquestado por nuestro gobierno, fue un atentado terrorista, se los aseguro, ayúdennos, encuentren a los responsables―empezó serio y culmina casi llorando el pobre alcalde, se siente su tristeza.

―Esto es imposible. Alemán, inglés, árabe, malditos... ¿Nadie recuerda algo, las caras o apariencia de quien los secuestró?―contesta totalmente enojado Elizalde acercándose al alcalde quien retrocede del miedo.

―No, nada, no tenemos nada, tratamos de recordar algo pero ninguno tenemos recuerdos del momento de nuestros secuestros, se lo juro―, comienza a llorar el pobre hombre ante la presión de Elizalde―, ningún dato, ninguna pista. Esto es inconcebible, simplemente nos sorprendieron, en mi caso perdí el conocimiento y desperté amarrado en una zona deshabitada entre las montañas con mis compañeros luchando por liberarse. Soy una vergüenza para mi puesto, merezco que me destituyan―solloza el hombre.

La tragedia de JinWhere stories live. Discover now