XXXV. Fotografías

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Jessica

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Jessica

La pasión se apoderó de nosotros al confesar lo que sentía por mi, y nos encontrábamos en la cama comiéndonos a besos. Le quité la camiseta como puede, pues él se encontraba encima de mi, pero necesitaba admirar su torso desnudo. En realidad, lo necesitaba a él. Necesitaba que recorriese todo mi cuerpo con sus manos, ese cuerpo que, de tantas veces que había explorado, debería conocerlo con los ojos cerrados. Pero aún así, cada vez que lo hacíamos, me miraba de aquella manera que sólo él sabía, como si quisiese guardar en su cabeza cada mínimo detalle del momento.

Mis manos bajando por su abdomen sin separarme de sus labios, creando una línea imaginaria que tenía un destino bien claro. Rocé la cintura de su vaquero, y fui directamente hacia el botón. Quería quitárselo cuanto antes. Tenía aquel fuego interior en mi cuerpo, y Max era el único capaz de extinguirlo.

-Espera -su mano sujetando la mía, impidiendo que desabrochase su pantalón, me dejó helada. -Llevo un par de días dándole vueltas a esto.

-¿A qué? -pregunté tratando de no perder los nervios. Tenía a Max delante, sin camiseta, con los labios hinchados de besarnos, y su pelo revuelto de revolcarnos por la cama. Y, a pesar de ello, tenía que tratar de mantener la calma.

-A esto -dijo señalándonos a ambos, mientras yo todavía trataba de recuperar el aliento. -Al sexo.

-¿Qué vueltas hay que darle a eso? -pregunté con una sonrisa que se borró en el momento en el que me di cuenta de que iba en serio y no se trataba de una tontería de las suyas.

-Bueno, ya sabes... estás embarazada y no sé si tener sexo es la mejor idea -enarqué una ceja mientras mi cabeza procesaba lo que acaba de decirme, intentando encontrarle algún tipo de sentido, pero no lo había.

-Max, no hay nada de malo en tener relaciones sexuales durante el embarazo -expliqué repitiéndome a mi misma que debía mantener la calma y controlar todos mis instintos más primarios.

-Pero, ¿y si le hago daño? -dijo apartándose de mi, sentándose en la cama a mi lado. Esto tiene que ser una broma. No podía estar pasándome aquello a mi, no cuando estaba a punto de disfrutar de uno de los mejores momentos del día.

-Max... -susurré contando hasta diez en mi cabeza. -Siento ser yo la que te diga esto... Estás bien dotado, pero no lo suficiente como para hacerle daño -sus ojos se estrecharon, como si quisiese atravesarme con la mirada.

-Muy graciosa... pero lo digo en serio.

-Yo también -repliqué rápidamente, intentando quitarle aquellas bobadas de la cabeza, aunque sabía lo terco que era.

-Es en serio, Jess... ¿y si es malo? ¿Y si se nos va de las manos y lo hacemos muy fuerte? Podría afectarle... -estaba empezando a cansarme de escuchar semejante estupidez.

-Pues lo hacemos despacio -dije para quitarle hierro al asunto y volví a llevar mis manos a su pecho, pero él volvió a apartarse.

-En serio... Igual deberíamos esperar a la siguiente cita con tu nuevo ginecólogo -cerré los ojos para frenar mis instintos asesinos.

Dangerous game | Max VerstappenWhere stories live. Discover now