2. Número Par

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Jin miró atento.

Y sonrió.

Utilizó la punta de sus dedos para acariciar el bonito rostro plasmado sobre la fotografía que recién había recibido entre sus manos. Era un niño hermoso. Sin duda, tenía un rostro lindo.

—Mira —le dijo a su marido, acercando la fotografía.

Namjoon miró atento, ignorando exitosamente las delgadas muñecas de su esposo. El rostro del pequeño niño en la fotografía llamó su atención de inmediato. Era delgado, pequeño, diminuto, se veía indefenso, tal vez un poco frágil. Sabía que tal vez estaba cometiendo un grave error al juzgar a un pequeño de esa forma solo por mirar una sola fotografía. Tal vez, si lo conocía en persona, se arrepentiría de decir que era un niño débil, tal vez ese mismo niño podría callarle la boca demostrándole que era fuerte, inteligente, astuto.

Fuerte, inteligente, astuto. Únicamente había pensado en tres posibles cumplidos, y sabía que tenía que encontrar una palabra más. Quería cuatro cumplidos, no tres, porque el tres era un número impar, y los números impares no le agradaban.

Fuerte, inteligente, astuto y cordial.

No estaba seguro de si la palabra "cordial" fuera de la mano de esas otras virtudes, pero había encontrado cuatro posibles cumplidos, y eso era lo único que le importaba.

Por cierto, durante ese día se había abrochado las cuerdas de los zapatos nada más cinco veces.

Nota mental; detenerse en algún momento de su caminata para poder atarse los cordones por sexta vez.

—¿Cómo se llama? —La voz de Jin le interrumpió, sacándolo de su desordenado pensamiento, y él mismo puso su par de ojos sobre la mujer sentada frente a ambos.

—Park Jimin —dijo la mujer, justo después de haberse acomodado las gafas—. Sus padres murieron apenas hace siete días.

Número impar.

Ahora estaba más nervioso.

—Dioses -—exclamó Jin, llevándose las manos a la boca—. No pensé que hubiera sido tan pronto. Creí que eso había pasado hace años.

—Fue difícil, sin duda —La mujer suspiró, acomodándose las gafas una segunda vez sobre el puente de la nariz—. Su padre asesinó a su madre, y luego se suicidó. Él lo vio todo. Intentamos darle apoyo psicológico, pero él se niega a hablar. Hemos hablado con los vecinos que conocían a sus difuntos padres, y todos han dicho que siempre fue muy apegado a ella. Entendemos que por obvias razones habrá sido difícil para él ver cómo asesinaban a su madre, probablemente ahora ni siquiera entienda lo que está ocurriendo, o posiblemente lo olvide, ya que la mente tiene un mecanismo de defensa que te hace olvidar todo lo que puede ser difícil de soportar.

Namjoon miró cómo la mujer acomodaba sus gafas por tercera vez, y él tuvo que morderse la lengua para evitar pedirle que lo hiciera una cuarta vez.

Jin pareció pensársela un poco.

—¿Es seguro poder adoptarlo ahora? —preguntó Jin—. Es decir, ¿es seguro para él cambiar su estilo de vida tan de repente? No soy un experto en estas cosas, ¿pero, no cree que pueda ser difícil de digerir para él?

—Consideramos que lo mejor será que encontremos un hogar para él —Y se acomodó las gafas por cuarta vez, dejando que Namjoon tomara un respiro—. Necesita sentirse protegido, no puede estar solo. Necesita un hogar, una familia, y necesita que alguien lo apoye emocionalmente. Por ahora, ustedes son los únicos que pueden brindarle ayuda.

Namjoon tragó pesado, apretó los labios y levantó la mirada para lograr terminar de contar los libros en la estantería pegada a la pared.

Dos. Cuatro. Seis. Diez. Catorce. Veinte.

Veintitrés.

Se mordió la lengua.

Jin miró nuevamente la fotografía. Sonrió ligeramente al admirar nuevamente el bello rostro de ese niño.

Se dijo a sí mismo que él sería suyo. Su niño. Su hijo.

Quería ayudarlo, quería abrazarlo y quería decirle que estaría seguro en sus brazos.

Se giró para mirar a Namjoon, y sonrió cuando él ya tenía su mirada fija en él. Tal vez su marido estaba esperando que le dijera algo, que le dijera qué era lo que pensaba.

—Lo quiero, Nam.

Namjoon negó.

—No podemos —dijo, atreviéndose a cubrir su mano con la suya—. No podemos darle la ayuda que necesita.

—¿Estás rechazándolo?

Namjoon suspiró.

—No es eso, Jin. Realmente no creo que podamos hacerlo. Él necesita ayuda especial, necesita algo mejor que ésto. Es un caso especial, creo que deberíamos esperar para otra oportunidad.

—Hemos esperado por mucho tiempo —gruñó, frunciendo levemente el entrecejo, como rara vez solía hacerlo—. Tú lo has dicho, necesita ayuda. ¿Qué supones que pasará con él? Cada pareja que conozca su caso lo rechazará. No encontrará a nadie que lo apoye, Namjoon.

Él lo miró atento, se mordió la mejilla y siguió golpeando repetidas veces su talón contra el suelo.

—Estoy cansado de esperar.

—¿De eso se trata? —Namjoon se quejó, apretando los labios —Hay otras opciones, te lo he dicho ya. Podemos alquilar un vientre.

—¡Pero yo lo quiero a él!

Cerró los ojos.

Suspiró.

Escuchó atento el sonido de las manecillas del reloj.

Uno. Dos. Uno. Dos. Uno. Dos. Uno. Dos. Uno. Dos. Dos. Dos. Dos.

Y cuando abrió los ojos, miró la hora que marcaba.

2:14

Par.

Suspiró profundamente.

—No lo sé. Necesito pensarlo —anunció.

Jin se relajó, miró nuevamente la fotografía y sonrió.

—¿Cuántos años tiene?

La mujer bajó la mira, observando los papeles que tenía en las manos. Siguiendo las letras con el dedo y la uña medio despintada leyó.

—Park Jimin. Nacido el trece de octubre de mil novecientos noventa y cinco. Ocho años —Y continuó—. El funeral de su madre será en cuatro días. Él estará ahí.

Cuatro días. Era tiempo suficiente para reflexionar.

Jin sonrió, satisfecho. Se levantó despidiéndose de la mujer y salió de la oficina.

Namjoon se quedó ahí, se limpió el sudor en las manos contra la tela de su pantalón y aprovechó para atar por sexta vez las cuerdas de su zapato.

Miró el reloj. Esperó unos cuantos segundos.

2:22

Finalmente, se levantó y salió persiguiendo a su esposo.

El Niño Que Conoció La MuerteWhere stories live. Discover now