3. El Número Maldito

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El seis era el número perfecto.

O al menos eso era lo que Namjoon pensaba.

Porque para crear un seis necesitas obtener un par de tres, ese número maldito que ponía a Namjoon tan nervioso. Y el doce era todavía más glorioso, necesitas dos pares de tres, lo cual es mucho mejor si lo que quieres es derrotar al malvado tres.

—¿Cuándo pensarás bajar? —Jin lo miró atento, sentado sobre el lugar del copiloto—. El funeral no durará mucho tiempo.

Namjoon miraba atento el reloj en su muñeca.

6:05

Se removió ansioso sobre su asiento y suspiró frustrado, golpeó repetidas veces el suelo alfombrado con sus talones y limpió el sudor bajo su labio inferior.

—Necesito un doce —anunció.

Jin asintió, suspiró profundamente y se relajó sobre el asiento. Entendía las necesidades de su esposo, lo había conocido de esa forma y lo iba a amar de esa forma.

Sonrió maravillado. Triste, pero feliz al mismo tiempo.

Porque era una fortuna que por fin tendrían un hijo.

Era desafortunado que tuvieran que ir por él al funeral de una mujer.

Abrió los ojos. Miró a Namjoon.

Lo llamó.

Namjoon levantó la mirada del reloj, y dirigió sus marrones ojos hacia su dirección.

—Te amo —le dijo—. Te amo mucho.

Namjoon sonrió.

—También te amo.

La misma palabra dicha solo tres veces. Maldito tres.

Maldito tres.

—Te amo —repitió—. Cuatro veces.

Jin rio. Estiró una de sus manos hacia la de su esposo y entrelazó sus dedos con los de él.

—Mereces unos besos —Jin le miró atento—.

—Que sean seis —pidió Namjoon, sonriendo—. Por favor.

Jin asintió, se acercó para dejar seis besos exactos sobre los labios de su esposo, justo como lo había pedido.

Namjoon sonrió, satisfecho.

Miró el reloj.

6:12

Un par de tres. Dos pares de tres.

Era perfecto.

—Vamos.

[…]

―¿Es verdaderamente desafortunado, sabes? ―murmuró suavemente una voz rasposa al otro lado de la pared que separaba el altar con las mesas chaparras con contados invitados de negro―. El niño lo vio todo, vio cómo su padre asesinaba a su madre.

―Dioses ―exclamó una mujer tan vieja como sus cabellos blanquecinos y sus pómulos caídos―. Pobre. Debió haber sido duro para él. Yo no lo habría soportado. Debe estar devastado.

―Yo lo veo bien ―murmuró otro hombre, masticando ruidosamente el bocadillo que se había llevado a la boca adornada con dientes amarillentos―¬. No ha llorado en todo el día. Solo está ahí callado, ni siquiera se ha movido.

―Cierra la boca ―gruñó la anciana, agitando una de sus manos―. Eres realmente desagradable. ¿Cómo puedes decir algo así? ¿No has visto cómo mira la foto de su madre? Está claro que está conmocionado. He visto muchos funerales como estos, la persona que más amaba al difunto es el que menos llora.

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⏰ Última actualización: Aug 06, 2022 ⏰

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El Niño Que Conoció La MuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora