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Respiré unas veinte veces antes de propinarle un manotazo a Noah por la cabeza.

—¡Ya te dije que no es mi destinado! —exclamé con un tinte nervioso.

—¿Cómo que no? —replicó amasándose la zona golpeada— Si solo te hizo falta verlo para que empezaras a soltar feromonas.

Y bueno, ahí tenía a un omega malvado exponiéndome.
Para qué quería enemigos si ya tenía a Noah.

Me sonrojé ante el ataque emocional del omega pero al instante me erguí actuando indiferente, o al menos intentándolo.

—No sueltes boberías, Aran no es mi destinado y hasta aquí la discusión —sentencié— ¡Y tú! —exclamé apuntando al policía con un dedo furioso—. ¿Cómo mierda acabaste caminando por la calle con esas pintas?

—Gajes del oficio —dijo encogiéndose de hombros.

Su excusa poco explicativa realmente no me aclaraba nada.

—¿Y tu auto? —seguí interrogando—. ¿Por qué no andas en tu auto?

—Un compañero lo tomó ante una emergencia. Debe estar en la estación de policía esperando por su dueño —puso un puchero dramático.

Algo en su forma de hablar me daba la impresión que no se estaba tomando nada en serio hoy. ¿Qué clase de policía era él?

En serio, ¿qué clase de policía...?
Y mi mirada otra vez se encontraba bajando por su cuello hasta su desnudo pecho.

No, no, no, no.

En serio, ¿qué... qué clase de policía eran tan injustamente sexy?

—Aran, mierda, abotónate la maldita camisa —rogué entredientes queriendo lucir enojado.

Solo encontré a Aran echándose a reír una vez más y a Noah mirándome como si fuera yo una terca oveja que no quiere aceptar que el lobo frente a mí era más que solo un gran canino.

Bufé y ante la mirada siniestra que le lancé al alfa, él carraspeó y se dispuso a abotonarse la mojada prenda.
Sus movimientos se veían incómodos y debía estarlo. Tener mojado hasta el alma no debía ser agradable.

—Emm, Aran, ¿no? —habló Noah y sin intenciones de hacer ninguna broma, él asintió—. ¿Por qué no vienes a mi casa a cambiarte de ropa? Debes estar muy incómodo —ofreció.

Yo me sentí hiperventilar.

—¡Noah! —di un grito y el omega casi pega otro del susto— ¿Cómo se te ocurre meter a un alfa en una casa de omegas? ¿¡Estás mal de la cabeza!?

Noah no pareció exaltarse ante la realidad que estaba exponiendo frente a él.

—Si te preocupa puedes venir con nosotros.

—Yo también soy omega, ¿se te olvida? —le recordé.

—Eres dominante, no te pasará nada.

—¡Con este tipo de poco me sirve la dominancia! —me encontraba exaltado.

—Selín, querido, respira —dijo Aran intentando tranquilizarme...

Mentira, ¿a quién quería engañar? El muy maldito hablaba en un molesto tono frívolo con toda la intención de sacarme de quicio.

Con la barbilla en alto, parecía haberse tomado a pecho mis palabras. Casi fui capaz de ver cómo se había inflado de orgullo ante el hecho de que mi dominancia no funcionaba con él.
Me sentí tan frustrado ante su actitud socarrona.

—Gggg.... ¡AAAAAHHH! —grité.

Luego de ello me sentí algo más relajado, aunque no lo suficiente.

Parejas DestinadasWhere stories live. Discover now