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Luego de entrar al cuarto una vez más y acomodarme encima de la cama tras muchas muecas de dolor y movimiento robóticos incómodos, Aaron empezó con su revisión.
Tocó mi estómago haciendo presión en mi vientre, me pidió que dejara salir un poco de mis feromonas, me preguntó si había sentido alguna molestia en mi estómago desde que me había vuelto omega, respondiendo en negativa, me sacó un poco de sangre y me pidió que pasara por su clínica el fin de semana a más tardar, ya que había un par de cosas que le causaban dudas y necesitaba hacerme exámenes más profundos.

Yo asentí. No tenía problemas con eso.

Por último, me ofreció algunos supresores que había conseguido específicamente para mí y me recomendó tomarlos cada día, sin falta.
Luego de treinta minutos ya él estaba guardando cada artilugio médico en su bolso.
Con algo de trabajo, me senté en la cama.

—Debe dolerte bastante para que hagas tantas muecas —soltó.

Me sentí algo avergonzado ante esa repentina señalización. No pude evitar quedarme en silencio.
Sentí como una pequeña risita salía de los labios del doctor, aunque no comprendí el motivo.

—Aran tiene guardados algunos medicamentos para ese tipo de dolores —dijo—. Puedes pedirle que te dé alguno.

Sin darme cuenta eché un suspiro.

—Ese tipo ahora ni mirarme a los ojos puede —dije intentando parecer neutro, pero inconsciente parecía más estar quejándome.

Ahora fue el doctor quien echó un suspiro.

—Aran... mi hermano no es el tipo de persona que se deja llevar por la excitación —comentó, alcanzando una silla y sentándose junto a la cama—. Contigo ocurrió lo inimaginable y ahora se está culpando por ello.

—No es como si fuese su culpa —planteé.

Aaron sonrió de medio lado.

—El problema no es quién tenga o no la culpa, el problema es que tú eres un estudiante de apenas 17 años y él... es un policía que debió controlarse mejor —explicó—. El problema es que él, como adulto, debió pensar mejor en las consecuencias de tocar a un omega con el que es compatible estando en medio de su rut.

—¿No sería más raro que hubiese logrado controlarse? —pregunté—. Era su rut y, además, yo andaba con mis feromonas algo perturbadas.

—Fuera diferente de ser un alfa cualquiera, pero Aran es muy bueno controlando sus instintos —dijo—. Siempre ha sido así, y desde que se convirtió en policía solo ha aprendido a controlarse mejor —calló un segundo—. Entonces llegaste tú.

En aquella charla había muchas cosas que robaron mi atención, pero lo principal...
¿Por qué fue solo conmigo con quien se descontroló?

Sin respuesta.

El silencio volvió a instalarse en la habitación. No sabía qué decir para aligerar la tensión que se había adueñado del ambiente, pero también sentí que Aaron aún tenía algo que decir al ver como su pierna se movía nerviosa a un ritmo constante, así que elegí seguir callado.

Y no me equivoqué.

—Selín —me llamó.

Yo lo miré con ojos expectantes.

—Pensé que estarías más... más alterado por esto...

—¿Esto? ¿Qué cosa? —cuestioné.

El doctor carraspeó.

—Sobre el sexo con Aran —aclaró.

Otra vez me sentí avergonzar, pero esta vez sin saber bien el porqué. No es como si hablar de sexo fuese algo de otro mundo. Tal vez era solo que el hecho de haber tenido relaciones con Aran de algún modo me chocaba.

Parejas DestinadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora