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—¡No, no toquen a Anya! ¡Se los ruego! S-se los suplico

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—¡No, no toquen a Anya! ¡Se los ruego! S-se los suplico... —aquellos orbes azules como el cielo estaban consumidos por la desesperación, no podía hacer nada y miraba como aquellos extraños con batas de laboratorio se llevaban a su pequeña de cuatro años a la fuerza hacia una aislada, fría y oscura habitación lastimando sus diminutas manos por intentar resistirse. Loid no entendía la razón del porqué no podía hacer movimiento alguno si tratándose de él en un corto tiempo encontraría la manera de safarse, pero por desgracia su cerebro lo traicionaba en el peor de los momentos. Quería salvar a su hija a toda costa, quería alejarla de esos malditos científicos.

Su respiración se detuvo al escuchar una voz desgarradora gritando "PAPÁ" "¡AYUDAME!" "¡ME DUELE MUCHO!" saliendo del cuarto donde se encontraba aquella niña que iluminaba sus días y fue ahí cuando un sentimiendo horrible invadió todo su cuerpo, el miedo. Sufría al escuchar como maltrataban a su hija haciendo un sinfín de experimentos en su cabeza, la sangre hervía por sus cerebro impotente al estar atado entre manos. No obstante, los gritos cesaron y vio una silueta salir de aquel cuarto, una silueta femenina que conocía a la perfección, podría estar caminando a cientos de kilometros y aún así la reconocería; al fin y al cabo, se trataba de la mujer que amaba.

—Cariño, por favor. Detente —clamó en un tono dulce tomando por las mejillas a su esposo mientras que, con un pañuelo limpiaba las gotas de sudor que tenía en la frente como también las lágrimas que salieron de sus ojos sin darse cuenta—nuestra hija tiene un don excepcional, merece ser estudiada ¿eso no te alegra? —deposita un beso en la mejilla de su esposo intentando calmarlo, las palabras de la mujer no tenían sentido para él y solo enfurecian más al rubio, cada palabra que salía por su boca era como el filo de un cuchillo atravesando su corazón, matándolo por dentro. A ella solo le interesaba la ciencia de lo inimaginable.

—Siempre te importó esto ¿no? —Loid traga duro —e-es nuestra hija, Victoria —finalizó, evitando que su voz se quebrara más de lo que ya estaba. Observó directamente aquellos ojos verdes de los que se enamoró, esperando que su esposa reaccionara y se diera cuenta que estaba haciendo mal al lastimar a su hija de esa manera. No quería perder la esperanza en su esposa, era capaz de perdonarle si de verdad se arrepentía.

—Adiós, Loid —Su mirada cambió drasticamente a una seria sin sentimientos, la cientifica se levantó despidiéndose de su marido para dirigirse a la habitación donde se escuchaban nuevamente los gritos de Anya, en ese momento el corazón del rubio se partió en mil pedazos matando el amor y la esperanza que sentía hacia esa mujer. Loid por más que intentase safarse no podía, era un inutil que no podía proteger a su única hija.

—¡Anya!

El rubio abrió los ojos asustado, su frente estaba empapada de sudor recordando aquella pesadilla en el que visualizó a su esposa, hacía años que no la había vuelto a ver y era irónico que la recordara en un fatídico sueño. Loid no podía evitar sentirse estúpido por enamorarse de una mujer como ella, sin querer hechos horribles sobre su pasado pasaron por la mente; no pudo ser feliz en su infancia y su matrimonio fue un total fracaso, tal vez el destino se ha encargado de hacerle la vida miserable usando todo tipo de obstaculos para forjar su carácter y aunque maldice a su destino, debe darle créditos en algo, lo único bueno que pudieron darle es a su pequeña amante del maní.

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⏰ Last updated: Jan 12, 2023 ⏰

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          ❜ | Eres TúWhere stories live. Discover now