21 | familia, yoga y madrugadas

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—Te ves pálido —tocó mi frente y aunque no tenía fiebre o siquiera temperatura sentía que iba a desmayarme. —¿Estas bien?

Reí nervioso y acomodé mi cabello que parecía desarreglarse con cada segundo que pasaba o eso pensaba. Mis dedos necesitaban algo que hacer y pasarlos por mi cabello parecían una buena opción. Además, queremos lucir bien cuando estás apunto de presentarte con los papás de tu novia, ¿verdad?. Jamás había pasado por esto, estoy seguro que los papás de Sage me conocen pero no me conocen conocen, no estaba muy seguro de cual era el status que ella mantenía en nuestra relación con sus padres pero al parecer era demasiado porque ahora me quieren conocer.

Las cosas siguen poniéndose mejor, al parecer en la casa de Sage por sus creencias y tradiciones necesitaba pedir permiso a sus papás para salir con su hija. Sage me dijo que eso no pasaba desde que estaba probablemente en la preparatoria pero no me tranquilizo nada, porque aunque sabía que para ella no era la gran cosa para mi si lo era.

Pero si, era difícil y eso que aún estábamos en la calle que daba al jardín de la casa de su infancia.

—Está el carro de mi hermano así que al parecer él decidió unírsenos a este bello domingo —río traviesa y se abrió la puerta de la camioneta.

¿El hermano?

Tomé el vino y las flores que traje a los papás de Sage respectivamente. No el mejor regalo y el mas cliché pero sin duda quería demostrarles que era alguien detallista pero, además, ¿quien le regala una botella de vino a los dueños de un bar?, la peor idea de hecho pero ya no podía abortar misión, estábamos apunto de llegar a la puerta y además Sage no le dio ni una segunda mirada así que supongo que vamos por buen camino.

Sentía que algo se me olvidaba pero no podía volver a la camioneta y buscar la compostura y valentía que sin duda alguna me faltaba.

—Te van a amar —susurró para después dejar un dulce beso en mi mejilla, tal vez acaba de regalarme un poco de valentía en sus labios pero eso estará en veremos.

No estaba seguro si Sage iba a tocar el timbre o solo pasarse pero de todas formas me quede ligeramente atrás de ella.

La puerta grande y de color caoba se abrió y algo me dijo que estaban espiándonos por la rapidez que fue abierta, de ahí salió lo que podría llamarle a Sage en algunas décadas más, aún no conocía a su papá pero estaba confirmado que Sage salió completamente a su mamá, hasta la sonrisa que me dio era igual.

—Su alteza —su tono meloso y pasiva me relajo un poco aunque debía admitir que me sentí incómodo, lo último que quería es que me llamaran así, no ellos.

—Mamá —Sage rio nerviosa a mi lado hablando entre dientes. —Te dije que es Alex.

—Oops —unas de sus manos se fue a su boca reteniendo una risa, sus manos estaban perfectamente cuidadas algo que me recordaba a mi mamá. —Lo siento mucho. Alex —sonrió y abrió más la puerta—. Me da gusto conocerte, Sage me a hablando mucho de ti, pasen.

—El gusto es mío señora —tomé su mano y dejé un beso en ella antes de entrar por el umbral de la puerta.

La primera impresión que tuve fue "hogar". Se veía que este era el tipo de casa donde una familia había vivido siempre, tal vez los mismos muebles de siempre, las mimas fotografías en la pared y los mismos trofeos. Sage se movía confiada y sin seguir a su mamá nos guió a la sala de estar donde dos cabezas adornadas con gorras béisbol se alcanzaban a asomar por uno de los sillones, como si sintieran nuestra presencia se voltearon de repente y dos pares de ojos me miraban como si acabara de asesinar a un bebé o algo así.

shine, prince | 1Where stories live. Discover now