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ISABELA MADRIGAL

Sentí como algo estaba encima de nosotras olfateando. Estas cosas no nos iban a dejar en paz hasta que nos matara, con un poco de duda me puse de pie y me estire al sentir como empezaban acercarse mucho al ropero. Pude sentir como las chicas se tensaban y retenían un gruñido pero esas cosas solo se quedaron quietas. —Lo mejor sera irnos de aquí, no parecen dejarnos en paz.— bufe en dirección de Dolores. —Solo no habrán los ojos e imaginen que no están aquí.—

Es mas difícil hacerlo que decirlo, ¿En que nos vamos a ir?— pregunto Dolores mientras se estiraba y se dirigía con pasos lentos y pesados a la cama para jalar las cobijas y tomaba las mochilas en su hocico. —Le quitaremos la gasolina a las motos y nos llevamos el auto.

Entonces Dolores se llevo las cosas al auto haciendo que mas de uno la siguiera mientras yo bajaba a la cocina a buscar la bolsa de comida y medicina que dejamos la noche anterior, la tome y salí a encontrar a Dolores. Una vez en el auto ambas nos cambiamos y nos pusimos la venda. Regresamos a la casa sintiendo mas presencias. —Chicos, escuchen bien. Voy abrir la puerta y los quiero con los ojos muy cerrados para llevarlo al auto.— un pequeño maullido fue la respuesta. Al abrir la puerta tome a tientas a Mirabel del pelaje mientras la ponía arriba de Luisa seguida de Camilo, y arriba de ambos les ponía una manta. —Ve, ya bajo.— con ellas fuera de aquí, tome al pequeño cachorro que gracias a los espíritus seguía dormido. Baje casi corriendo y al entrar al auto de inmediato lo cerré. Al quitarme la venda vi a Luisa cambiándose pero no a los niños. —¿Y los niños?— Dolores estaba terminado de tapar los vidrios de adelante con pedazos de sabana, mientras Luisa se apresuraba en ponerse la venda y salir del auto en busca de la gasolina. —Se metieron debajo de los asientos.— deje al cachorro en mi regazo mientras me agachaba un poco pero al no verlo ellos se asomaron y me dieron una pequeña lamida en la mano. Después de unos minutos mas estábamos listos para irnos. Le pase el cachorro a Luisa y encendí el auto.

—Agarrence, esto podría ser muy movido.—

Unos minutos después de viaje deje de sentir la presencia de esas cosas —Ya no nos siguen, creo que se quedaron en el pueblo.— hablo bajo Dolores pero justo en ese momento un aroma de miedo y preocupación inundo el auto por lo que me detuve; aun era de noche. —Niños por favor, cálmense.— las feromonas asustadas de los chicos me estaba haciendo difícil calmarme y la necesidad de regresar a casita se hacia mas grande. —Están asustados, ¿Deberíamos hacer un nido?— pregunto Dolores volteando a ver debajo del asiento. Recorrí mi asiento hacia adelante mientras en la parte trasera en la orilla Luisa acomodaba las almohadas que Dolores tomo, a su alrededor una sabana mas y acomodaba el lugar para hacerlo mas cómodo.

De apoco se fueron asomando dos cabecitas y se acercaban al nido con duda mas nunca entraron, lo olieron pero empezaron a retroceder. —Isabela, Dolores; sus suéteres.— justo entonces me quite el suéter tratando de evitar los escalofríos que me recorrieron, acomode el mio en una parte y en otra el de Dolores, los niños se volvieron acercar con lentitud y esta vez si se metieron acurrucándose y dejando un espacio en medio. Ambos aun eran cachorros por lo que entraron a la perfección, en medio de ellos acomodamos al cachorro y los tapamos con una manta mas. —Creo que deberíamos dormir un poco, aun esta oscuro afuera.— moví el auto fuera de la carretera y nos cubrí con una cortina de espinas. —Vamos a morir de frió.— Dijo Luisa y estuve de acuerdo, las sabanas las trajimos para cubrirnos entre todas. —Luisa ven adelante, me trasformare y me puedo quedar atrás, así ustedes pueden reclinar los asientos y descansar un poco mejor.— le dije y rápidamente salimos del auto para cambiar lugares. Me quite la ropa y me trasforme, era mas pequeña que ellas dos y solo me veía grande gracias al pelaje.

Me acerque con cuidado al nido y levante un poco la parte de arriba y en ese justo momento tres pares de ojos me veían con detenimiento, me acerque primero a Camilo mordiendo levemente y con cuidado detrás de su oreja, él se froto en mi antes de darse la vuelta y acomodarse. El cachorro me lamió la nariz así que hoce lo mismo con el, lavándolo un poco para que se sintiera bien y seguro, el se estiro un poco antes de acostarse aun lado de Camilo. Mirabel estaba hecha bolita observando pero cuando la mire cerro los ojos, me acerque un poco mas a ella y moví su rostro con mi nariz, me vio sorprendida antes de acercarse y dejarme limpiarla mordiendo un poco sus orejas, me quede dormida con ella apoyada en mi y el aroma tranquilo y acogedor en el auto.

A la mañana siguiente me levante y estire, los primeros rayos de sol ya estaban entrando así que levante a las chicas. —Luisa, Dolores. Andando.— ellas levantaron los asientos, quite las lianas y Luisa volvió a conducir regresando a la autopista. —¿Adonde vamos?— pregunto Luisa.

—Según el mapa debemos continuar unos siente kilómetros mas, doblando a la derecha llegamos a la costa; hay un pequeño pueblo pesquero llamado Portorosso, de allí debemos tomar un bote para ir a las islas Motunui y conseguir un barco mas grande para llegar al Norte; de aquel lugar llego el aullido.— una vez vestida escuche el suspiro de cansancio de Luisa, sin duda seria un viaje muy largo. —¿Y no podemos llegar directamente al norte? ¿Porque transbordar en Motunui?—

—Porque el pedazo de mar que hay de Portorosso a Motunui es agua dulce, por lo que no hay animales peligrosos, en cambio de Motunui al norte es agua salada y existe la posibilidad de que hayan tiburones, ballenas, medusas, manta-rayas entre otros. Eso hace que sea mas fácil hundirnos con un un simple bote y podemos volcarnos.— en cuanto termine de hablar note como Dolores giraba la cabeza repentinamente hacia la ventana.

—¿Que ocurre?— pregunto mi hermana y fue bajando la velocidad. —¿No lo oyen? Algo nos esta siguiendo...— hablo muy bajo Dolores mientras Luisa paraba y poníamos atención. —Yo no escucho nada.— dije en un susurro viendo como Luisa también negaba para regresar a Dolores quien no despejo su atención de la ventana. —Parece estar... saltando.— susurro. —¿Saltando?— preguntamos ambas a la vez, fue entonces que Dolores abrió mucho los ojos. —¡ESTA SALT...— un enorme golpe en el techo nos alarmo seguido del grito de Dolores.

Algo había caído arriba del auto.


PRÓXIMO CAPITULO 

—A pesar de ser el supremo alpha sigues siendo todo un cachorro hermana.— dijo risueña Anna pero la exclamación en sorpresa de los otros dos me hizo darme cuenta de lo sincera que debo ser con ellos si queremos continuar como equipo. —Vamos a comer y a descansar un poco, así les puedo contar y nos preparamos para ir a buscar a la cría, supongo que tenemos tiempo suficiente.— 

Que No Sepan Que Puedes VerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora