☾apítulo 18

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—Dios mamá, no ando en cosas malas, déjame en paz —le dije a mi madre. Estábamos en una de las habituales disputas que comenzaban a hartarme.

—No te creo nada y lo sabes —replicó ella, enojada.

—Yo tampoco te creo cuando dices que...

—Cierra la boca Topanga.

Revolee los ojos y respiré en paz cuando salió media hora después de la casa, le llamé a Taylor para que viniese a destruirlo todo.

Y ella se encargó de llamar a los demás.

Papá no llegaría esa noche y mamá menos, tomando en cuenta que se iría con su amante.

Me dejé caer en el césped del jardín mientras fumaba un cigarro. Los nervios me acorralaban queriendo fumarme algo más fuerte que eso, pero no lo tenía.

Embry y sus amigos llegaron tiempo después, ya toda tomada fui con él y me senté en sus piernas. Nora también estaba ahí, más delgada y ojerosa que nunca. Habían pasado días desde su accidente y aunque era algo que la tenía sufriendo, era algo que a la larga era lo mejor para su vida. Lucía desgastada, pero se le veía más relajada y me daba cuenta de que era mejor no haber tenido eso que tenerlo.

—¿Estás ebria? —preguntó Embry en mi oreja con voz ronca.

Negué entrecerrando los ojos y dejándome caer en cuello.

—Si, está ebria —susurró mirando a sus amigos.

—Hey, iré hablarle a Levi.

Todos mis sentidos se alertaron y cuando alcé la mirada, Hermilo ya traía a Levi, quién apretaba sus labios avergonzado mientras el otro chico le hablaba de algo con una sonrisota.

—Levi, la gente sigue preguntando quien fue el chico que cantó tan hermoso, en serio, deberías unirte a la banda —le dijo Hermilo, sentándolo justo alado de Embry, y Hermilo se sentó a lado de él.

—Si, tiene razón —susurró Lucius.

Levi negó apenas.

—Topanga, convéncelo —me rogó Hermilo.

—¿Qué?

—Sí, tú eres la única que puede hacerlo hablar. Convéncelo.

—No quiere, no puedes obligarlo —sentencié sin darle importancia.

—Inténtalo.

Miré a Levi.

—¿Verdad que tú no quieres hacerlo? —lo miraba con cierta amenaza de negarse o le iría muy mal.

Se encogió de hombros, contraatacando:

—¿Cuál es tu opinión?

Abrí la boca, sin poder asimilar sus palabras.

—¿Eh?

—Reacciona, qué opinas tú de que él cante —me codeó Hermilo y Embry empujó su brazo de mi abdomen.

—¿Eh? —parpadee. Estar ebria no me ayudaba a concentrarme.

Embry rio y solo me acomodó sobre él ya que comenzaba a resbalarme al suelo.

—Oh, oh, si, lo haces bien... el cantar, quiero decir, impresionaste a todos, mi opinión es que confío en ti y puedes lograrlo.

—¿Lo crees? —susurró muy en lo bajito Levi. Todos estaban atentos en la conversación y yo quería largarme de allí.

—Nunca dudaría de ti —mi lengua borracha se soltó.

Todos guardaron por un momento silencio y carraspee incomoda.

—Nadie duda de ti —aclaré rápidamente.

Bajó la mirada.

—Podría-podría intentarlo —susurró rascándose el brazo.

—¡Que maravilloso! —gritó Hermilo.

Embry sonrió emocionado y me besó la mejilla, le devolví la sonrisa, noté como Levi bajaba la mirada ante eso y movía sus dedos de manera nerviosa.

Deseé quitarme la sensación de incomodidad así que comencé a beber, y también bebí para olvidar, aquello que rasgaba mi corazón y me gritaba que mis padres eran unos imbéciles.

No sé cuánto bebí pero cuando traté de pararme y casi resbalé, Levi trató de agarrarme, pero al mismo tiempo Embry lo hizo.

Se miraron por un momento, confundidos. Yo me impresioné ante esa escena y quise huir, pero las piernas no me funcionaban para correr.

Embry le sonrió a Levi, agarrándome, pero Levi no me soltó, volviendo el ambiente más tenso.

—Estará bien, no es la primera vez —le hizo saber con una sonrisita.

—Pero...

—La llevaré a su habitación, descuida.

Me subió a su hombro, alejándome de Levi. Yo refunfuñé y me dejé llevar por Embry quién me llevó a mi habitación y me dejó caer en la cama.

—Has estado actuando extraña, ¿Qué ocurre contigo? —me preguntó preocupado, deshaciéndose de mi chaqueta y de mis zapatos.

—Estoy-estoy bien —balbucee cerrando los ojos mientras él me sentaba y se deshacía de mi camisa, se fue a mi armario y buscó una de sus camisetas que solía dejar y yo coleccionar, me colocó una para que pudiera dormir con comodidad.

—Levi parece actuar igual, ya veo porque son amigos.

Reí nerviosa y tiré de su mano, para que se acomodara mi lado. Se acostó sobre su hombro y acarició mi mejilla con sus dedos de manera cariñosa. Yo no podía dejar de ver sus preciosos ojos que brillaban derrochando cariño.

Se agachó a mi cara y creí que me besaría, así que cerré mis ojos para recibirlo pero a cambio recibí una mordida a mi nariz, le solté un golpe.

—¡Embry! —gruñí limpiándome la nariz de su saliva.

Él soltó una carcajada y se acostó sobre la almohada para subirme sobre él, dejé caer mi cabeza sobre su pecho y susurré muy en lo bajito mientras sus latidos chocaban con mi oreja:

—Embry... ¿Qué harías si yo hiciera algo malo?

—¿Cómo qué malo?

—Bueno, algo muy malo.

—Hay una lista larga de las cosas malas que has hecho.

Reí.

—¿Me puedes dar un beso?

—Nou.

Hice un puchero y él se agachó a besarme, la puerta estaba abierta así que nos interrumpieron un carraspeo de gargantas, vi bajo el marco de mi puerta a Levi y a Hermilo.

—Hey bro, se te cayó esto —le aventó su billetera la cual cayó en el suelo porque Hermilo era pésimo para la punteria—. Y Levi quiere irse.

El mencionado tenía una cara que si lo tocabas, se quebraría en mil pedazos.

LA LUNA TAMBIÉN LLORADonde viven las historias. Descúbrelo ahora