EPÍLOGO

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Encendí el telescopio, y enfoqué la luna, era luna llena. Y entonces al enfocarla me di cuenta de algo, vi una pequeña estrella, resplandecía y sé que era nueva porque había estudiado demasiado para saber de ellas.

Sonreí con dolor.

La brisa del océano agitaba mi pelo, y me di cuenta de cuanta razón tenía Levi sobre el acantilado y lo hermoso que era. Y allí estaba como una vez le prometí que iríamos juntos, pero la diferencia es que él me miraba desde arriba y no me había dado cuenta de ello en todos esos años.

Sin poder dejar de sonreír, admiré la preciosa estrella brillando en el cielo.

—Levi ¿eres tú? —reí con la voz quebrada—. Por fin estás donde siempre quisiste: cerca de la luna. Dime una cosa ¿la luna también llora?

FIN


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