La vida de Leila siempre fue complica pensó que lo más difícil de esta seria ser bruja pero se equivocó ya que conoció a cierto chico ojiazul con lentes.
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"Tu haces esta bien, yo lo hago esta mal."
Mi cabeza palpitaba, el alcohol funciono no puedo pensar en nada que no sea mi cabeza explotando. Mi plan funcionó.
Trato de estirarme pero unos fuertes brazos no me dejan, empiezo a moverme entre los brazos hasta queda cara a cara con el.
Peter estaba profundamente dormido, sus largas pestañas tenían un leve levantamiento, sus mejillas estaba rojas al igual que sus labios, su piel pálida. Posiblemente por el frío se hace. Noto como tiene algo de barba creciendo y me rio fuertemente. Peter barbón. El se levanta rápidamente sentándose en el sillón y tirándome a el piso.
—¡Maldición Leila!
Su grito hizo que mi cabeza palpitara pero con el dolor de culo que tengo por la caída mi mente solo se enfocaba en mi risa.
—No grites. —digo tapándole la boca—. Nos van a descubrir.
El se acomoda y empieza a masajear su cabeza.
—¿Que hora crees sea?
—No lo se, algo tarde o temprano no se.
Digo mirado que no se podía apreciar todavía el sol por la ventana.
—Vamos a clase.
—¿Que? —me sorprendí. —¿Peter Pettigrew queriendo ir a clases?
—Aunque no lo creas. —se levantó y estiró sus músculos—. Presto más atención estando así.
Peter me ayuda a levantarme y yo tallo mis ojos, mi cabeza seguía doliendo pero no tanto. Salimos de la biblioteca y por suerte no había nadie, posiblemente estaban en clase. Peter me lleva hasta mi habitación ya que yo estaba apoyada totalmente en su cuerpo, apenas podía mantenerme de pie, el entra conmigo a mi habitación, como el ya tenía el uniforme puesto, solo se lavó la cara. Yo me di el baño más rápido y me vestí en menos de lo que siempre me cambio.
Cuando salgo del baño Peter me ofrece un tipo jugo.
—Servirá para que deje de dolerte la cabeza.
Me lo tomo de una y sabe asqueroso. Peter al ver mis gestos se ríe de mi. Noté que tenía una nueva camisa y su cabello estaba húmedo, juro que no dure ni cinco minutos en el baño.
—¿Que hora es?
Dije mientras cerraba las cortinas, me sentía vampira.
—Casi las nueve de la mañana.
—Me toca encantamientos ¿y a ti?
—Vamos en las mismas clases Leila.
Oh, lo olvide. Había pocas clases con las cuales compartía con los chicos, pero con Peter compartía todas. De echo ayer fue la primera vez que platiqué más de diez minutos con Peter, y le había hablado de mi flechazo con uno de sus mejores amigos.
