Capítulo 5: Curiosidad

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Samantha en Multimedia

— o —

Para las que van a "colgarme de la ventana".

—— O ——

  Dormí bien esa noche. Tuve un sueño increíble donde estaba en la playa y Zac Efron era un guarda vidas, yo me estaba ahogando y él corrió para rescatarme, con su pecho descubierto y sudoroso. Me dio respiración boca a boca como por veinte minutos.

  Sí, definitivamente fue un increíble sueño. No esperaba que la pesadilla apareciera en el momentote despertarme.

  Abrí los ojos esperando ver mi habitación; quizá mi escritorio o el techo, dependiendo de la posición en que dormía. Pero me encontré con la imagen de primera plana del cuello de alguien, específicamente, de Tiago. Tardé en reaccionar sobre el porqué estaba durmiendo contra el cuerpo de aquél chico al que no soporto. Noté entonces, que estábamos sentados en el sofá y que Firulays tenía los brazos por alrededor de mi cuerpo, y que yo tenía una mano contra su pecho. Me removí ansiosa tratando de zafarme de su agarre.

  — ¿Ya despertaste? —Preguntó con voz ronca de recién levantado.

  — ¿Puedes soltarme? —Contesté soñolienta, todavía no estaba lo suficientemente despierta como para empujarlo.

  —Fuiste tú la que se durmió sobre mí mientras mirábamos la película anoche.

  — ¿Por qué no me despertaste? —Interrogué algo enojada.

  Se encogió de hombros. —No sé, no quería molestarte. Necesitabas un descanso, estabas algo tensa.

  —Me hubieras despertado igual —murmuré hundiendo la cara en la curva de su cuello.

  —No sé qué te molesta —comentó divertido—. Estás bastante cómoda...

  —Recién despierto... —Me defendí quejosa. Bostecé—. Dame unos minutos y volveré a odiarte...

  —Espera, quiero aprovechar este momento... —Acarició mi cintura con su mano y comenzó a deslizarla por debajo del borde de mi camiseta.

  —Quita. Tu. Mano. —Ordené con firmeza. Me alejé de él y me acomodé el pelo lo mejor que pude. Refregué mis ojos y largué un largo bostezo.

  —No me dejaste disfrutar... —Se quejó.

  —Ya estoy despierta, idiota —escupí las palabras mirándolo con advertencia.

  Echó una carcajada, se estiró y apoyó el brazo sobre el respaldo del sofá. Me dedicó una de sus típicas sonrisas sexys y guiñó el ojo. Su pelo negro estaba más desordenado de lo normal y su camiseta, tan oscura como su cabello, tenía algunas arrugas.

  Se escucharon pasos bajando por los escalones, Max bajaba ya con el uniforme de la escuela puesto.

  — ¡Ah, ya despertaron! —exclamó divertido.

  — ¿Qué hora es? —Pregunté confundida.

  — 7:50 —contestó mientras miraba la pantalla de su celular.

  — ¡Es tarde! —Grité y salté del sofá para ponerme de pie—.  ¡Levántate, idiota! —Tiré del brazo de Tiago para que se pusiera de pie—. ¡Entramos a clases dentro de diez minutos y no estamos listos!

  —Relájate, Princesa. —Trató de tranquilizarme Tiago  acariciando mis hombros.

  — ¡Quítate! ¡Sabes que odio que me digas así!

No es el típico MujeriegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora