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    El hombre suspiró al ver que la mujer que había conocido ya estaba en su casa se adentró por las calles frías de París

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    El hombre suspiró al ver que la mujer que había conocido ya estaba en su casa se adentró por las calles frías de París. Mientras que pensaba en cómo eshacerse de aquel hombre que osaba tocarla. Es más, pensó en todos los hombres a los que mataría pero, sería una desgracia porque el era el país del amor.
¡El era el representante de su país!.
¡Oh, que desdicha!.
Ya llegado a su objetivo, vio aquel hombre sentado en unas escaleras de un portal. Tenía consigo una botella de cerveza que seguramente había robado.
Chasqueo su lengua, no iba a pelear con alguien que estaba sumamente ebrio;no tendría ni gracia alguna.
Dios pasos lentos mirando por el rabillo del ojo aquel señor que estaba dormido o eso parecía, si alguien lo viese parecía estar muerto pero no era así.

[•••]

—¡Amour mío has llegado!

Fue sorprendido al oír esa voz. Aún que parecía como los mismo ángeles, para él era de su desagrado.
No tuvo remedio que sonreir hacia dicha persona, para ir a abrazarla.

–Yo también te extrañe Jade.

Aquella chica damisela de buena fortuna era reconocida por todo el país. Era hija de un conde muy amigo del padre del francés.
E hicieron que cuando fuesen adolescentes, se casasen, aún que Francis dio su comentario de que no quería hacerlo. Su padre no le oía.
Jade era mujer muy hermosa, piel blanca, ojos grises como el de una fiera que atrapaba a su presa, sus dedos finos que podía tocar cualquier cosa.
Pelo rizado ondulado, color como el oro brillante.
Sin duda era como una diosa.
Hasta la mismisa Afrodita estaría envidiada por aquel bello rostro.
Que pena de que Francis no la viese como una esposa.

–Ay Francis –Dijo ella mientras se separa de él sonriendole– ¿Por qué no me dices con algún apodo cariñoso?, se que es pronto pero....tengo ansias de casarme contigo.

Francia ahogó una mueca de tristeza ya que al verla a ella feliz no podía hacer ese tipo de gesto.

–Yo también espero eso con ilusi....

Fue interrumpido por un beso de su contraria. Un beso fugaz pero a la vez duradero.
Se quedaron así por varios minutos.
Ella tenía los ojos cerrados y él los tenía abiertos pero poco a poco los iba cerrando.
Francis notó como Jade ponía sus brazos al rededor de él para intensificar aún más aquel beso pasional.
Aún apasional...No era la palabra de Francis que el buscaba.
No hizo nada, no correspondió ni un momento, pero tampoco se dispuso a alejarse de ella.
Antes de que pudiera reaccionar, la chica lo soltó teniendo un pequeño jadeo mientras tenía sus labios hinchados, sonrio con tranquilidad.
Sabia que ella no buscaba un amor correspondido. Más bien buscaba a Francis.

—¿Te ha gustado el beso amour? –Preguntó de forma tierna mientras que colocaba su mejilla encima del pecho ajeno de él–.

–Oui Jade, si me gustó –Mintió–

Ahora os preguntaréis: ¿Por qué mintió?.
Bueno, para aclarar, Jade siempre fue una niña consentida por parte de su madre, de su padre solamente aprendió a obedecer y a ser una señorita de clase alta.
Siempre tuvo una autoestima bien alta haciendo así que se juntara con su ego.
Un día estando en la plaza con sus amigas observo a un hombre bien formal. Se enamoró.
Si como bien habéis escuchado, se enamoró perdidamente.
Le dijo a su padre rápidamente que se quería casar con aquel apuesto chico, le describió como era y como si el mundo fuese un pañuelo...Fue obra del destino.
O fue simplemente obra de su padre y del amigo.

–¿Ya venías a cenar?

Francis la miró.

–Cené ya,tranquila. –Sonrió de manera tierna para así irse de ahí–.

Jade miró como se iba.
Sus ojos perdieron ese brillo cuando este se apartaba de ella, ahora solamente tenía odio.
No, no tenía odio, sino más bien celos.
Mordió su uña del pulgar mientras que solamente podía procesar porque él no quería estar con ella.
¡Si ella un trozo de pan!.

–(¿Acaso se fue a un bar con chicas?) –Pensó mientras que iba de un lado a otro de aquel gran salón–.

Solo quería cuidar lo que era suyo, y lo suyo era de ella misma. Nadie debía de interferir en su vida.
Claro ella era poderosa por parte de su padre, porque era una condesa reconocida.
Todo el mundo estaba a sus pies.
Pero...
Si todo el mundo la halagada y la consentia, ¿por qué Francis no?.
Esa era la pregunta que siempre tenía.
Su enfado/enojo aumentó.
Lo primero que pilló lo arrojó al suelo, pisoteando y gritando echa una furia.
Lo que ella no sabía es que cierto hombre veía a esa mujer detrás de la puerta; no se había ido. Quería ver la reacción de Jade.

–(¿Cómo me casaré con esta mujer si no la amo?.) –Penso viendo desde lejos– (Nunca entenderé las reacciones de las mujeres.)

Y sin más la dejo ahí oyendo que gritaba y tiraba todo lo que se encontraba.

[•••]

La noche brillaba como nunca gracias a la luz de la luna resplandeciente. Francis estaba en su balcón de su cuarto, mientras que tenía una copa en su mano llena de vino.
Acercó sus labios para dar un ligero sorbo, sus ojos contemplaban esa escena pero su mente divagaba entre sus pensamientos....

–___________ –Susurró–

Sonrió inconscientemente al recordar el rostro de aquella mujer.
Dio un buen trago a la copa, para entrar a su cuarto, cerrando aquel balcón; dejando aquel vaso en su mesilla al lado de la cortina.
Se quitó su bata de noche dejando su parte superior desde el pecho hasta la cintura al descubierto, solo tenía sus pantalones; le hacía más elegante. Dio pasos hacia su cama para echarse ahí y sin mas quedarse dormido.
Fue una noche entretenida para el francés.

𝗟𝗼𝘃𝗲 𝗦𝘁𝗼𝗿𝘆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora