01 | Fiesta de bienvenida.

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Hace más de cincuenta años la ONU se organizó para construir tres universidades en distintas partes del mundo, tres universidades en las que cualquier adolescente daría lo que fuera por estudiar ahí.

Nautilus estaba en el puesto tres.

Mi universidad.

Nautilus se especializaba en cualquier carrera que incluyera el medio ambiente, por eso mismo se encontraba en el puesto tres, no en el dos y mucho menos en el uno. Porque existían mas personas que querían ser abogados o médicos que oceanólogos o geógrafos, sin embargo, ese hecho no le quitaba el mérito de ser una escuela igual de demandada que las anteriores.

Principalmente por lo que caracterizaba estas tres universidades: La titulación global. Las personas que se graduaban en una de ellas podían ejercer su profesión en cualquier país que formará parte de la ONU.

Ese era el aliento de todas las personas que estudiaban en ellas, porque si cursar una carrera en una universidad normal era difícil, estudiar en una de las tres era el doble.

Por eso mismo los estudiantes del primer año entraban un mes antes a clase, para que conociéramos cómo trabajaríamos el resto de nuestra carrera y al término del mes decidiéramos si irnos o quedarnos, eran contados los que decidían irse, pero los que lo hacían le deban la oportunidad a los que se encontraban en lista de espera de tomar su lugar.

Por eso mismo me sorprendió que al abrir la puerta me encontrara con Illay enfrente de mí. Hace tres años que logró ser aceptado. Se suponía que aún seguía de vacaciones.

El chico se lanzó a abrazarme, me apretujó sacando el aire de mis pulmones y procedió a alzarme zarandeándome de un lado a otro.

— ¿Qué haces aquí? — fue lo primero que solté en cuanto mis pies tocaron tierra firme.

— Hola Chape, yo también te extrañé — soltó con sarcasmo —. Te extrañaba así que decidí pasar mis últimos días de vacaciones contigo, ¿a que te gusto la sorpresa?

— Pero si te vi hace una semana — conteste confusa teniendo que hacerme a un lado cuando entro sin pedir permiso.

— Lo sé, demasiado tiempo separados.

Litzy entró por la puerta corrediza que daba hacia la terraza con Sizú siguiéndole el paso con una sandalia mía en su hocico, suspire prefiriendo no ponerme a pelear con ella al tratar de quitársela.

— ¡Litzy! ¡Hola! — saludó con efusividad a mi mejor amiga cargándola como había hecho conmigo segundos antes, la súplica en su mirada me sacó una pequeña risa.

— Hola, Illay.

— Vino de visita — explique antes de que preguntara y una nueva duda surgió —. ¿Pueden darte la casa un mes antes?

— Eh jeje... sobre eso — rascó su nuca formando un mohín en los labios —. Hablé con la dueña hace dos horas y resulta que la casa sigue en mantenimiento por un pequeño accidente que tuve con las cañerías antes de irme el semestre pasado.

» Así que pensaba que me dieras asilo hasta que mi casa esté lista.

— Por supuesto que no.

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