Katsuki Yuuri, un joven de 23 años, graduado en uno de los mejores colegios de Kyushu, Japón, titulado en economía y finanzas en la Universidad de New York, cansado de ser rechazado por todos los ejecutivos que lo han entrevistado, se aventura a bus...
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El invierno habia azotado las calles de Tokio con más crudeza que en años anteriores, las principales avenidas habían colapsado debido a los niveles desmedidos de nieve que se habían acumulado en el pavimento los últimos días , a pesar del esfuerzo de los trabajadores por mantenerlas despejadas, la tormenta no tuvo piedad alguna, provocando dias felices para los privilegiados con el calor de un hogar debido a la interrupción de las clases y claramente, solo de los departamentos menos fundamentales del área empresarial, dejando a expensas del cruel enemigo del calor del sol a aquellos desgraciados sin suerte, como el señor y la señora Kenjiro.
El matrimonio en cuestión, se habia conocido mientras cursaban la insufrible secundaria inferior, ambos, no eran más que un par de chicos con aspiraciones de un futuro mejor para ambos, a pesar de estar rodeados de la miseria que constituía a la localidad de Airin-chiku, mejor conocida como Kamagasaki, un lugar al sur de Osaka en una región llamada Nishinari-ku donde la pobreza fluía como en agua en un río, las favelas ya eran casi parte de su arquitectura y el desempleo solo crecía mes con mes, en este lugar, prosperó un amor juvenil entre dos chicos, una joven llamada Azumi Nakamura, una chica de azules ojos y lacio y largo cabello rubio, tan similares a los rayos del sol que tan esquivos eran el día en que su camino se cruzó con un nuevo estudiante, un chico rebelde, Kuta Kenjiro, un guapo rebelde de rojizos cabellos alborotados, un par de ojos marrón claro, casi pardos, afilados, tan afilados como la fiel navaja que solía acompañarlo en su bolsillo cada día, sin descanso.
Aquel dia, tambien surcaba una tormenta, curiosamente para Azumi, el frío y la lluvia eran más una oportunidad que un obstáculo, a pesar de la pobreza de su hogar y de tener que compartir su habitación con sus padres, para ella los días de lluvia le permitían disfrutar de una taza de agua caliente con un par de cucharadas con miel y un toque de limón o naranja, todo dependía de su estado de ánimo, tomaba una manta, y se acurrucaba junto a la ventana de la estrecha habitación a repasar sus apuntes, su sueño, era poder ingresar a la universidad de Tokio, por lo que una beca era indispensable para ella, soñaba con poder tomar un trabajo de medio tiempo , alquilar una habitación, y en un futuro, poder llevar a sus padres junto a ella a un futuro mejor en la gran ciudad, algo muy diferente a lo que cruzaba la mente del joven Kuta.
Kuta desde pequeño habia sido abandonado por sus padres, por lo que para él la supervivencia en los oscuros, mohosos y degradantes orfanatos del lugar, era una necesidad que habia sido instaurada en su cuerpo desde que poseía memoria, cada día después de la escuela, debía pasar por la vieja verdulería de su calle, lugar donde trabajaba hasta la madrugada por 100 miserables yenes, los cuales guardaba secreta y celosamente bajo las tablas de la habitación, la cual, por suerte, solo compartía con otro chico mas al ser el único joven de 15 años que tambien vivia en el orfanato, su meta, era quizás terminar toda la secundaria para posteriormente huir de Kamagasaki a cualquier costo, conseguir un trabajo con una paga menos miserable, y con suerte, llegar a rentar un lugar donde pudiera dormir en una cama, o al menos, en un futon que no estuviera húmedo por las tablas del suelo ya podridas.
