23. Culto

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Aquel día en el despacho de la madre superiora había una visita ilustre, un sacerdote del culto a los muros. Se reunían cada ciertos meses para tratar algunos asuntos. La reunión fue fructífera, el hombre calvo y de elegante sotana, quiso quedarse un poco más, dado lo difícil que le había resultado llegar.

-Quisiera seguir charlando, pero tengo algo que hacer.-se excusó la superiora.

-Qué puede ser tan importante, deje que las demás monjas se encarguen.

-Me encantaría, pero es un asunto que debo supervisar personalmente.

-Debe ser algo realmente de importancia ¿Me va a contar de qué se trata? -el sacerdote quiso saber más detalles.

-Lo siento, es confidencial.

-No sea así por favor, cuándo nosotros hemos tenido secretos. -intentó convencerla.

Tenía razón, no había secretos entre ellos, aún así dudó un instante antes de hablar.

-Bueno, recibimos una solicitud...

Él asintió para que ella siguiera hablando.

-Me pidieron que me haga cargo de cuidar a un muchacho de la milicia, aquí en nuestro monasterio.

Tras oír esas palabras, el sacerdote sintió un especial interés.

-Un soldado... ¿Qué ocurre con él?

-Está muy enfermo.

-¿Y por qué no está en un hospital? -una gota de sudor resbaló por su frente.

-El generalísimo quiere mantenerlo en secreto, creo que han tenido problemas.

-¿Me dejaría verlo? -pidió el sacerdote.

-¿Por qué tanto interés en él?

Él soltó una risa nerviosa.

-Es que imagino debe ser un soldado muy especial, me causa curiosidad.

-Le dejaré verlo, pero nadie debe saber que está aquí.

Salieron del despacho y caminaron por los silenciosos pasillos hasta llegar a la enfermería del monasterio. Cuando el sacerdote vio al hombre acostado y reconoció quién era, su rostro cambió de expresión. La madre superiora se percató de aquel súbito cambio en su semblante.

-¿Lo conoce?

-Lo conozco y necesito pedirle a usted que haga algo. -respondió él. -Le diré de qué de trata mientras me acompaña a la salida.

-Por supuesto.

Después de haber acompañado al sacerdote hasta su carruaje, volvió en dirección a la enfermería. Había recibido una nueva petición de lo más insólita.

Estaba algo impactada por la nueva información que aquel hombre del culto a los muros le había compartido. Caminó algo distraída por los pasillos hasta que de pronto vio una figura, aceleró el paso y notó que Levi estaba de pie frente a un cuarto.

-No abras esa puerta.-le ordenó.

Lo sorprendió intentando ingresar. No quería que viera lo que había dentro.

Levi dudó un instante con la mano sobre el pomo, su corazón comenzó a latir tan fuerte y rápido, tenía un mal presentimiento. Su cuerpo comenzó a temblar y no podía controlarse ¿A caso estaba sintiendo miedo?

La mujer se percató de que el azabache le obedeció puesto que no abrió, en cambio se quedó como paralizado y tras acercarse lo suficiente, pudo notar una extraña expresión de terror en su rostro.

¡Levi, no caigas! [Levihan] Where stories live. Discover now