Hanagaki Takemichi es el dueño de un Hotel bastante particular regido por la luz de la luna.
Sano Manjiro es el comandante de una pandilla que comienza a dominar Tokyo y quién carga con un oscuro secreto a cuestas.
Géneros» Fantasía, Sobrenatural/Pa...
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Sentado sobre la silla frente a su escritorio, se encuentra disfrutando de un delicioso whisky añejado en madera durante cincuenta años. ¿El precio? Exorbitante era la regla, no la excepción.
Años de experiencia en el mundo humano habían alimentado esta curiosa pasión por el dinero. El hotel era reflejo de esta metamorfosis: su estructura cambiaba hasta convertirse en un imponente y lujoso hotel oculto para la visión de la gran mayoría de los mortales.
Un par de toquecitos en la puerta captan su atención antes de suspirar por lo bajo. No tiene ni un solo momento libre.
—Adelante —La puerta al otro lado de la oficina se abre suavemente, dejando ver a una hermosa señora de cabello rubio y ojos turquesa vistiendo un impóluto uniforme de trabajo—. Akiko, qué gusto verte —sus labios se curvan en una sonrisa que se ensancha maravillada cuando su mirada cae hasta lo que la mujer acaba de depositar sobre su escritorio.
Un puñado de pequeños y llamativos diamantes.
— La paga de esta vez ha ido muy bien, Hanagaki-san —Completa la mujer con una dulce sonrisa.
— ¡Vaya! Esto es mucho más de lo que esperaba. —Musita entusiasta.
Takemichi deja su vaso con licor a un costado con cuidado antes de llevar ambas manos sobre el montoncito de diamantes, pretendiendo atraerlos hacia su lado del escritorio.
Cosa que no sucedió, pues Akiko se apresuró a apartar un pequeño montoncito de diamantes en su dirección primero, y ganándose una mirada cuestionante por parte de Takemichi.
— Debemos aprovechar y pagar todos nuestros préstamos.
Asiente un par de veces luego de tragar pesado, recordando entonces las deudas en las que se habían visto comprometidos con el mundo humano para sostener el hotel. El más feliz con todo eso... sí, seguramente será Kokonoi.
De todas formas, quedaba una buena cantidad de diamantes, así que nuevamente se dispone a acercarlos... hasta que es interrumpido por una nueva voz.
—Detente.
Hablando del diablo.
Koko se adentra con paso firme hasta quedar a un lado de Akiko y frente al escritorio de Takemichi, para separar un nuevo montoncito de diamantes. Disminuye considerablemente la cantidad, ante un quejido doloroso que escapa de los labios del propietario.
—¿Y ahora por qué? —Reclama Takemichi, frunciendo ligeramente el ceño.
—Debemos tener un fondo de resguardo para el hotel —agarra otro montoncito más de diamantes hasta solamente dejar solo uno para Takemichi—. Y esto para costear todos tus lujos.
—¿QUÉ? —Exclama indignado.
—Tu whisky, autos y motocicletas no se costean solos —Completa el albino, dirigiendo la mirada hacia un costado en donde se encontraba el mini-bar repleto de alcohol carísimo y una mesita repleta de postres elaborados por chefs famosos.
