Trece

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Los días habían pasado rápido, lo cual era curioso. Siempre sentía que los días eran lentos, que pasaban como caracol cansado sin ganas de avanzar. Pero esa semana había pasado en verdad rápido. Siguió la rutina de siempre, de su casa a la escuela, de vuelta a casa, luego al trabajo y al final a casa de nuevo. No era como si su vida tuviera cosas interesantes que resaltar.

Oh no, si había algo en la semana importante, había acabado por fin el libro que estaba leyendo.

¿Quién diría que “Blue” sería Braham? La sorprendió, pero también le encantó. Al final, Simon tuvo un final feliz, como según pensaba Yurina, todos debían tener. Se preguntaba si ella lo tendría.

Ese día era viernes, había hablado con Xiaoting en el colegio en la mañana y esta le había preguntado si iba a ir al fin de semana con sus padres, solo para confirmar. Yurina le había dicho que si, aunque no había pedido el permiso todavía.

Estaba apunto de hacerlo, se sentía extraña. Cómo una niña pequeña que está por decirle a su mamá que la deje salir a jugar con sus amigas. Caminó hasta el sofá dónde estaba su padre acostado viendo la televisión. Se colocó atrás de este observando el sofá. Vaya, quien diría que a su padre a pesar de ser un señor, le gustaba dora la exploradora.

Yurina rió cuando en una parte del programa zorro se cayó. Su carcajada alertó a su padre de su presencia. Levantó un poco la cabeza y la miró, Yurina sabía que era el momento de preguntarle.

—Papá, tu sabes que ya soy mayor de edad y ya puedo cuidarme sola así que…

—¿A qué va eso y porque estás sudando?— preguntó con gracia. Yurina no se había dado cuenta de aquello, estaba sudando de los nervios.

—Siendo sincera no lo sé, siempre le pedía los permisos a mamá y nunca lo hice contigo así que no se cómo podrías reaccionar.

Era como estar en terreno desconocido. Siempre había sido su madre la que le daba permisos para todo, y era raro tener que preguntárselo ahora a su padre.

—Entonces quieres un permiso…— dijo empezando a comprender las cosas el señor Kawaguchi — Aelante, pídemelo hija. Al menos que quieras hacerte un tatuaje no te diré nada malo. — comentó con gracia sacando una risa de su hija, se preparó para hablar.

—Xiaoting, es decir los padres de Xiaoting me invitaron a pasar el fin de semana con ellos. Ya sabes, siempre se van los sábados y domingos, al parecer es porque van a visitar a sus tíos y me invitaron.

—¿Por qué según ellos eres su novia, no?— Yurina asintió—. ¿Pero no sé suponía que esa mentira solo duraría una noche, para que sus padres aceptaran su orientación y la dejarán en paz? Ya cumpliste con esa noche.

Yurina quedó en silencio, sin saber muy bien que responder a eso. Solo bajó la vista y volvió a hablar, está vez un poco más bajo.

—Si. Pero me querían invitar para conocer a su demás familia y a mi me pareció una buena idea. — Dudó un poco—. ¿Eso es un no?

Su padre la miró, Yurina tuvo miedo de verlo de frente, porque si su mirada era dura significaba despedirse de esa posibilidad. Pero no, su padre la miraba con ternura.

—Puedes ir si tú quieres, no te detendré. Cómo dices, ya eres mayor de edad, ni siquiera deberías pedirme permiso. Pero si puedes ir, solo cuídate mucho.

La chica sonrió feliz por la respuesta de su padre. En su alegría se agachó para darle un abrazo, lo tomó del cuello y lo apretó contra su cuerpo, su padre soltó un quejido de dolor.

—¿Te lastimé?— preguntó preocupada, el señor tenía una expresión tranquila. Se sostenía el vientre con una mano haciendo un pequeño esfuerzo.

Esto, es tan cliché || XiaorinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora