19. NUEVA MIRADA Y REGRESO A CASA

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Para Jiang Cheng fue difícil definir sus sentimientos tras leer la carta. Al principio creyó con asombro que alfa querría disculparse lo mejor que pudiese. 

Con gran prejuicio contra todo lo que él pudiera decir, empezó a leer su relato acerca de lo sucedido en Netherfield. Sus ojos recorrían el papel con tal ansiedad que apenas tenía tiempo de comprender, y su impaciencia por saber lo que decía la frase siguiente le impedía entender el sentido de la que estaba leyendo.

Al leer que la indiferencia de su hermana era la peor objeción que Lan WangJi ponía a aquel matrimonio, se sintió indignado. En sus líneas no veía más que orgullo e insolencia. Pero cuando pasó a lo concerniente a Xue Yang, leyó ya con mayor atención. Ante aquel relato de los hechos que, de ser auténtico, había de destruir toda su buena opinión del alfa, sus sentimientos fueron aún más penosos y más difíciles de definir; el desconcierto, el recelo e incluso el horror lo oprimían.

Cuando leyó y releyó todo lo sucedido con Xue Yang, se lo imaginó delante de él, y lo recordó con todo el encanto de su trato, pero ahora se daba cuenta de lo impropio de sus confidencias a una persona extraña y se culpaba por no haber pensado antes en ello. Veía la falta de delicadeza que implicaba el ponerse en evidencia de aquel modo, y la incoherencia de sus declaraciones con su conducta. 

Se acordaba de que se jactó de no temer ver a Lan WangJi para luego evitar asistir al baile de Netherfield a la semana siguiente. También recordaba que no contó su historia nada más que a él. La citada historia corrió de boca en boca, y Xue Yang no tuvo el menor escrúpulo en hundir la reputación de Lan WangJi, por más que anteriormente le había asegurado a A-Cheng que el respeto al padre le impediría siempre agraviar al hijo.

¡Qué diferente le parecía ahora todo lo que se refería al oficial! Sus atenciones para aquella omega eran ahora única y exclusivamente la consecuencia de sus odiosas perspectivas de cazador de dotes, y la mediocridad de la fortuna de la señorita ya no eran la prueba de la moderación de sus ambiciones, sino el afán de agarrarse a cualquier costa. 

Su actitud con Jiang Cheng no podía tener ahora un motivo aceptable: o se había engañado al principio en cuanto a sus bienes, o había tratado de halagar su propia vanidad alimentando la preferencia que él le demostró incautamente.

Llegó a avergonzarse de sí mismo. No podía pensar en Lan WangJi ni en Xue Yang sin reconocer que había sido parcial, que había estado ciego y lleno de prejuicios. Ahora se sentía avergonzado y humillado por sus propias acciones.

Bajo esta nueva perspectiva volvió a leer lo referente a YanLi. ÉL declaraba haber sospechado siempre que su hermana no sentía ningún amor por Lan XiChen, y A-Cheng recordó lo que A-Su dijo al respecto; a él le constaba que los sentimientos de su hermana, aunque fervientes, habían sido poco exteriorizados.

Cuando llegó a la parte de la carta donde Lan WangJi mencionaba a su familia en términos de tan humillantes aunque merecidos reproches, A-Cheng sintió verdadera vergüenza. La justicia de sus acusaciones le parecía demasiado evidente para que pudiera negarla, y las circunstancias a las que aludía en particular como ocurridas en el baile de Netherfield, no le podían haber impresionado a él más de lo que le habían abochornado a ella.

El elogio de Lan WangJi les tributaba a él y a YanLi no le pasó inadvertido. Lo halagó, pero no pudo consolarse por el desprecio que implicaba para el resto de la familia; y al considerar que los sinsabores de YanLi habían sido en realidad obra de su misma familia, sintió un abatimiento que hasta entonces no había conocido.

Cuando finalmente regresó a la casa de los Su, le dijeron que Lan WangJi y el coronel Nie habían estado allí durante su ausencia; Lan WangJi sólo por breves instantes, para despedirse; pero que el coronel Nie se había quedado una hora por lo menos, para ver si él llegaba y casi estuvo dispuesto a ir en su busca. A Jiang Cheng apenas le afectaba la partida del coronel, sólo podía pensar en la carta de Lan WangJi.

Ya casi sabía de memoria la carta. 

Estudiaba sus frases una por una, y los sentimientos hacia su autor eran a veces sumamente encontrados. Al fijarse en el tono en que se dirigía a él, se llenaba de indignación, pero cuando consideraba con cuánta injusticia lo había condenado, volvía su ira contra sí mismo y se compadecía del desengaño del alfa. 

El amor del alfa por él excitaba su gratitud, y su modo de ser en general, su respeto; pero no podía aceptarlo y ni por un momento se arrepintió de haberle rechazado ni experimentó el menor deseo de volver a verle. El modo en que ella se había comportado la llenaba de vergüenza y de pesar constantemente, y los desdichados defectos de su familia le causaban una desazón horrible. 

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De regreso en la Capital A-Chen notó que YanLi tenía muy buen aspecto. Se contuvo a duras penas para no contarle sobre la sorpresiva propuesta de Lan WangJi. Era una tentación tan fuerte, que no habría podido resistir a no ser porque eso podría entristecer más aún a su hermana.

A-Yu y A-Ying, recibieron a Jiang Cheng, YanLi y la señora Qin, en una posada del pueblo.

— Las esperamos para comer — exclamó A-Ying — pero tendréis que prestarnos el dinero, porque acabamos de gastar el nuestro en la tienda de ahí fuera. Y, enseñando sus compras, agregó:

— Miren qué sombrero me he comprado. No creo que sea muy bonito, pero pensé que lo mismo daba comprarlo que no; lo desharé en cuanto lleguemos a casa y veré si puedo mejorarlo algo.

Las hermanas lo encontraron feísimo, pero decidieron no opinar al respecto. 

— Tenemos malas noticias — A-Yu comentó cuando los omegas se sentaron a comer — la guarnición del condado se va de dentro de quince días.

— ¿Sí, de veras? — exclamó A-Cheng aliviado

—Se irán a otra ciudad. Pero ¿Qué creéis? Es lo más sensacional que pueden imaginar acerca de cierta persona que a todos nos gusta.

A-Cheng y YanLi se miraron con curiosidad.

—Se refieren a nuestro querido Xue Yang. No hay peligro de que se case. Nos lo reservamos. Su omega se ha marchado, a casa de su tía, y no volverá. ¡Xue Yang está a salvo!

— Ella está a salvo también — añadió A-Cheng mordazmente— a salvo de una boda imprudente para su felicidad.

— Pues es bien tonta yéndose, si le quiere —A-Yu continuó.

— Supongo que no habría mucho amor entre ellos — dijo YanLi.

— Lo que es por parte de él, estoy segura de que no; ella nunca le importó ¿Quién podría interesarse por una cosa tan fea y tan llena de pecas?

A-Cheng se escandalizó al pensar que, aunque él fuese incapaz de expresar semejante ordinariez, el sentimiento no era muy distinto del que él mismo había abrigado en otro tiempo y admitido como liberal.

En cuanto hubieron comido y los mayores hubieron pagado, pidieron el coche y, después de organizarse un poco, todos los muchachos, con sus cajas, sus bolsas de labor, y sus paquetes se acomodaron en el vehículo. Mientras A-Yu seguia preguntando sobre su viaje.

–¿Habéis conocido a algún hombre interesante? ¿Habéis tenido algún flirt? Tenía grandes esperanzas de que una de vosotras pesquería marido antes de volver. YanLi pronto va a hacerse vieja. 

PRIMERAS IMPRESIONES (ZhanCheng)Where stories live. Discover now