Pesadillas que se sienten reales

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Era de madrugada cuando desperté, o explotaba mi abdomen o explotaba mi vejiga, pero de que algo explotaba, explotaba. Me levanté a intuición en medio de la oscuridad a prender la luz e ir rápido al baño tratando de avanzar con las piernas casi cruzadas; pero la mala suerte hizo su trabajo, la puerta del baño estaba atascada, y no podía hacer tanta fuerza en tan extremas circunstancias, así que opté por salir de la habitación e ir al baño de visitas alcanzando finalmente el descanso.

Después de lavarme las manos me paré frente al espejo y noté como el cobertor de la cama se había marcado en mis brazos, era algo que pasaba cada vez que dormía encima de toda la ropa. Sin darme cuenta me había quitado la segunda capa del vestido, quedando en una especie de camisola amarilla sedosa delgada que acentuaba mi delgadez.

—Cada vez luzco más como mamá, aún con este pelo teñido —me dije a mí misma.

Salí del baño hacia el otro pasillo para volver a la habitación, y a pesar de que la luz era bastante tenue podía identificar bien las puertas. Mientras caminaba hacia la habitación escuché el ruido de un quejido, así que me acerqué a la puerta a la vez que caía en cuenta de que era la habitación de Keyban, mejor dicho, el cuarto de visitas. Por debajo de la puerta había una delgada ranura a través de la que desbordaba una luz más clara que la del pasillo por lo que resaltaba más. Me había preocupado, golpeé con suavidad y sin embargo no respondía, solo se seguían escuchando los sufridos alaridos. No tuve más opción que abrir la puerta.

Me acerqué a él y vi que estaba recostado sobre la ancha cama completamente tapado y con la luz prendida. Además, tanto su frente, mejillas y cuello estaban bañados en sudor, pero no sabía si era por lo que quisiese que estuviese pasando en sus sueños o por tantos cobertores.

Ninguna de las posibilidades me parecían agradables, así que me senté a su lado para despertarlo, hasta que me distraje observando su frente arrugada. Me hizo recordar las veces en las que Florencia me relataba que tenía pesadillas similares por la noche ¿así de triste y lamentable me veía? Keyban no era del tipo de persona que se mostraba débil ante una persona, así que me resultaba triste verlo así, y de seguro él también se sentiría descubierto si al despertar me veía a mí.

Con más cuidado que antes tomé el extremo superior del cubrecama que estaba casi apegado a su cuello y con suavidad lo tiré hacia atrás, pero en un acto inevitable, mi alergia al polvo llegó con efecto retardado en forma de un seco estornudo.

Abrió los ojos con lentitud, pero su respiración estaba tan agitada que no fui capaz de simplemente huir, sentía lástima, no sabía cuál era la ilusión mental que lo estaba atormentando.

—Perdón, no quería despertarte, yo solo...

—Libérame.

—¿Qué pasa?, ¿te sientes mal?

Seguía respirando con rapidez y me miraba con la vista perdida.

—No soporto más este infierno, no soporto esta tortura. Te amo con todo mi ser, pero en cada sueño estoy perdiendo un poco la vida, por favor, te extraño —dijo mientras me tomó de la muñeca y llevó mi mano a su pecho— late así cada noche, por favor no me dejes, no me dejes, no me dejes.

—Así que eres sonámbulo —le dije susurrando—. Me alegro de escuchar tus palabras. Creí que me había enamorado de ti, pero ahora que sé que extrañas con tanta pasión a alguien más no tengo más opción que dejar ir el sentimiento. Sin embargo... lo lamento mucho, me doy cuenta de que tengo suerte de no recordar las pesadillas, al parecer en medio de tu sonambulismo ves o recuerdas cosas dolorosas, debe ser aterrador. Ojalá ella vuelva a ti y te sientas completo, sé cómo se siente extrañar tan profundamente.

Desertores del GehennaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora