Capítulo Diesiocho

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                              Jason

Mamá había vuelto a tomar, muchísimo. La había encontrado un día mientras llegaba de la universidad rodeada de botellas de vodka, tequila, vino y whiskey. Ni hablar de lo mucho que me asusté, pensé que estaba inconsciente, pero cuando me acerqué a ella, abrió los ojos, el olor a alcohol traspasó mis fosas y de sólo inhalarlo sentí que me embriagaba.

La ayudé a levantarse, subí las escaleras, la metí bajo la ducha y la llevé a la cama. Se quedó dormida rápido pues había ingerido muchísimo alcohol. No sabía como no se había intoxicado con tanto alcohol.

Al día siguiente me dijo que se había puesto así porque fue a una reunión benéfica y vio a mi padre pasearse con su amante sin ningún pudor, que ni siquiera la miró y le presentaba a todos su amante. Lo que provocó cuchicheos entre las mujeres que estaban ahí y que amaban el cotilleo.

A mamá le importaba demasiado el que dirán y guardar las apariencias, pero papá se había enamorado a tal punto de esa jovencita que le importaba una mierda lo que pensaran mi mamá o cualquier persona. Y entendía en cierto punto que cada quien tenía derecho a ser feliz. Pero si me chocaba un poco que no tuviera consideración con mi mamá. Creo que se lo debía después de tantos años donde ella no hizo más que amarlo, incluso cuando él no la merecía.

Mi relación con papá no era muy buena por esa razón. Mamá era lo más importante para mi y cualquier persona que la lastimase, no tendría mi respeto. Porque mi mamá no lastimaba a los demás, siempre había sido luz y ahora no era más que un cascarón vacío, tratando de llenar sus vacíos con alcohol y autocompasión.

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Había venido a la universidad con Justin. Mi primo había pasado por mi casa para que desayunaramos juntos y habláramos antes de clases. Él me conocía, sabía que me sentía como la mierda, que aunque tratara de fingir estar bien no lo estaba y que las cosas ya se nos estaban saliendo de las manos.

Me debatía entre la idea de internar o no a mi mamá. Mi tía y yo estábamos en las mismas. Queríamos internarla, pero ella era una adulta y no podíamos obligarla. Ella debía querer mejorar y tras hablar con ella nos había dicho que no lo haría. Que no se internaria en un centro de rehabilitación porque no tenía nada.

¿Era una maldita broma?

Ella no estaba bien, era una alcohólica en potencia y obvio una persona depresiva, tratando de calmar el dolor del corazón con cantidades absurdas de alcohol. A veces pensaba que quería morirse y por eso tomaba como lo hacía.

Y si ese era el caso, entonces era demasiado grave para dejarlo pasar.

Cuando llegué a la universidad me puse una máscara. Esa que ponía para que todos pensaran que estaba bien cuando la verdad era que todo lo que me estaba pasando me estaba superando.

Mi suerte parecía ir de mal en peor porque mientras caminaba a mi clase me crucé con Candy. Candy era una chica con la que llegué a follar en repetidas ocasiones. De hecho cuando estaba así de jodido descargaba con sexo salvaje lo que sentía. Pero hoy no era el día, intenté que no me viera, pero lo hizo y se acercó a mi con paso seguro y mirada coqueta.

—Hola, bombón.

¿Que clase de mote era ese? Me contuve de poner los ojos en blanco.

—Hola, Candy ¿Que cuentas?.

—Pensaba que hace mucho no jugamos un poco y hoy no habrá nadie en mi residencia ¿te apuntas?

Sonaba tentador, Candy era buena en el sexo. Pero de pronto la imagen de una rubia odiosa y sexy me vino a la mente. Y aunque las cosas con ella eran una mierda y dudaba que me volviera a dirigir la palabra si quiera para insultarme, quise que fuera ella quien me invitara.

—Te aviso más tarde. —le dije para pasar de ella. La verdad es que no quería follar con Candy ni con nadie más.

—Pues esperaré con ansias, guapo.

Se acercó a mi, dejó un beso en la comisura de mis labios y se fue contoneando sus caderas. Yo me fui a mi clase y traté de desconectarme un poco de lo que pasaba en casa con mamá. Obviamente fallé magistralmente en el intento.

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A la hora del almuerzo me senté con los mellizos. Me pareció extraño no ver a Carla en la mesa ¿se había cambiado? ¿Había decidido sentarse en otra mesa por lo que había pasado entre los dos? Mi pregunta se respondió cuando Carla se sentó en la mesa. Como siempre traía en su bandeja una ensalada y una botella de agua y aunque físicamente se veía impecable y hermosa como siempre. Sus ojos la delataban. Parecía dispersa y triste y era raro, porque ella siempre parecía tener buen ánimo.

Lo que me hizo pensar que tal vez Carla y yo no eramos tan diferentes. Quizás ella también lidiaba con muchas cosas que escondía tras una impecable sonrisa y su impecable aspecto. Ella saludó a Mónica y Mason, pasando de mí como siempre.

No pasó desapercibido para mí que Mónica le hablaba y ella parecía estar en otro lado, era obvio que su mente no estaba en esta mesa ni en la conversación con Mónica. Incluso Mónica lo notó y le preguntó que pasaba, me quedé atento, yo también quería saber que la tenía tan desanimada.

Pero ella solo dijo que estaba algo cansada y que no había dormido bien, no le creí, parecía ser más que eso. Y no se porque pero me preocupé, sabía lo que era lidiar con cosas que te superaban y fingir que estabas bien para los demás. Eso era lo que parecía que hacía Carla, fingir que estaba bien para no explicar porqué se sentía mal.

Después de almorzar Mónica se despidió y fue la primera en irse, su hermano se fue con ella. Carla se puso de pie para irse y yo me debatí entre ir tras ella o dejarla ir. Pero no me contuve. Entre zancadas logré alcanzarla y ponerme en frente de ella, ella se detuvo de golpe y me miró con desdén.

—No estoy para tus estupideces hoy.

—¿Estás bien? —fue lo primero que pregunté, haciendo que la sorpresa se colara en sus facciones.

—¿Que más te da?

—Ya se que me porté como un imbécil el otro día, quería disculparme por eso. —pude ver que no esperaba que le pidiera una disculpa, pero debía hacerlo, me había comportado como un completo idiota.

—Está bien, te disculpo. —dijo con la intención de retomar su camino.

—Mira no se que te pasa, pero te ves triste. Espero que lo que sea que te tiene así se resuelva pronto, creo que prefiero a la Carla que despotrica contra mi.

Ella apretó los labios y vi sus ojos cristalizarse. Pero no dijo nada, solo asintió y se alejó de mí. Y no sé porque, pero quise ir tras ella y abrazarla. Aunque me sentía muy mal por lo que estaba viviendo con mamá, quise poder ayudarla a ella a no estar así de triste.


Nuevo capítulo, si leen me gustaría que me regalaran sus votos y comentarios, sería de ayuda.

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