PRÓLOGO

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Narrador Desconocido

Berlín, Alemania.

一Señor, por favor yo no hice nada. 一Su voz suplicante y miserable solo hace que mi ira se vuelva más intensa.

El calor es insoportable en Berlín en esta época del año. Observo mis manos manchadas de la sangre carmesí de mi víctima la cual está frente a mí rogando por su asquerosa y patética vida. El olor metálico golpea mi nariz haciendo que todo mi cuerpo se estremezca con un agradable escalofrío que llega hasta la médula.

一Solo tenias un trabajo, Carsten 一espeto con simpleza, pero con la sangre tan caliente que me sorprendería que no entrara en ebullición en este mismo momento 一. ¡Un maldito trabajo y por tu estúpido error no hiciste más que la pusieran en la mira, hijo de puta!.

Grito a todo pulmón delante de su cara lanzando un puñetazo que conecta con su mandíbula escuchando como está cruje debajo de mi puño. Sus sollozos y susurros con su respiración entrecortada no hacen más que cabrearme. De un momento a otro la puerta detrás de mí hace un pequeño sonido advirtiendo que alguien más está conmigo en esta habitación. Aun sin darme la vuelta se de quien se trata.

一Señor 一llama uno de mis soldados en alemán.

¿Él ya está aquí? 一pregunto viendo los ojos suplicantes de Carsten.

一Si señor. —responde.

一Entonces no lo hagamos esperar. 一 Sin previo aviso tomo la navaja de mi espalda y tajo la garganta de Carsten quien seguía murmurando sandeces y que ahora me observa con los ojos desorbitados y abriendo la boca con un pez fuera del agua con un hermoso corte de oreja a oreja que adorna su garganta.

Limpio mis manos para después ajustar los gemelos de diamantes que llevo en mi traje negro de tres piezas, sin darle un último vistazo al cuerpo que esta con los ojos bien abiertos y sin vida, me doy la vuelta hacia el soldado que me espera digo:

一Haz que limpien esta porquería.

¿Hago que se la den a los tigres, señor? 一pregunta el soldado haciendo un movimiento hacia el cuerpo sin vida.

一No 一contesto de inmediato一. Esa es carne de mala calidad.

El soldado asiente con la cabeza y abre la puerta para que camine primero con él siguiendo mis pasos. Salimos de la mazmorra en la que estaba para encontrarnos con uno de los Jeep Wrangler negro, blindado y con los vidrios totalmente entintados que nos está esperando afuera para llevarnos a nuestro próximo destino.

Subo a la parte trasera con el soldado colocándose detrás del volante y poniéndonos en marcha. Media hora después nos encontramos frente a un enorme recinto que nos da la bienvenida abriendo las rejas y dándonos acceso al mismo.

La enorme mansión rústica queda a nuestra vista, pasamos los jardines delanteros y el camino de piedra y nos detenemos frente a las puertas en donde nos espera uno de los mayordomos de esta casa.

Bienvenido 一saluda haciendo una pequeña reverencia一 Es bueno verlo aquí de nuevo señor. El señor Meyer lo está esperando en su estudio, sígame por favor.

Con un movimiento de cabeza de mi parte ambos nos adentramos en el recinto. Todo está tal y como lo recordaba. Un enorme salón nos recibe trayendo recuerdos algunos gratos y otros no tanto.

"一Komm, engel 一«Ven, ángel» Su sonrisa ilumina todo el salón y camino hacia ella cuando me estira su mano para que la tome.

一Meine Prinzessin 一«Mi princesa» susurro tomando su mano y su sonrisa se hace más enorme enviando una pequeña punzada a mi pecho."

No venía a este lugar desde que ella se fue y me dejó aquí solo y sin su presencia, pero tengo una corazonada de que con esta pequeña reunión eso está por cambiar.

El mayordomo me guía hacia uno de los enormes pasillos de este lugar deteniéndose frente a las puertas del estudio que conozco muy bien. El mayordomo abre la puerta dejándome ver a la persona que me espera dentro. El enorme estudio está tan impecable como siempre.

Señor Meyer —habla el mayordomo—, él ya está aquí.

El Señor Meyer, quien estaba de espaldas a mi viendo hacia fuera de la ventana que tiene enfrente por fin me da la cara con una enorme sonrisa que detesto desde que la separó de mi lado.

Puedes dejarnos solos, Faber. 一Le ordena al mayordomo quien se apresura hacer una pequeña reverencia para posteriormente cerrar la puerta detrás de mí.

Sus ojos se posan en mi haciendo un ademán con la mano para que tome asiento en uno de sus elegantes sillones de cuero refinado.

一Es muy grato verte. 一comenta yendo a la propia barra libre que tiene en el estudio一. ¿Quieres algún trago en especial? 一ofrece.

一Whiskey 一contesto. Toma una botella de whiskey The Glenallachie de origen escocés.

En todo momento no aparto mis ojos de él evaluando cada uno de sus movimientos, cuando comienza a llenar dos vasos de cristal y coloca dos cubos de hielo, cuando el líquido de color ámbar oscuro es vertido en los vacos y cuando se acerca a entregarme uno a mi y quedándose el otro para el mismo rodeando el escritorio.

—Dime, Iván —comienzo—. ¿A qué se debe esta agradable invitación?

El bastardo da un enorme trago a su whiskey antes de responder a mi pregunta. Es una de las tantas cosas que odio de él.

—Pensé que ya habíamos limado nuestras asperezas después de todos estos años —deja el vaso en el escritorio.

—Vete a la mierda —digo y su rostro se vuelve de piedra.

—Cuidado —advierte de manera suave, pero sin perder el tono oscuro en su voz—, que por más que seas uno de mis mejores hombres no significa que me faltes el respeto de esa manera y en mi propia residencia.

Sus ojos se vuelven negros haciendo que los bellos de mi cuerpo se ericen por lo parecidos que son con los de Meine Prinzessin. Al ver que no digo nada continúa hablando.

—Hace unas cuantas semanas uno de mis cachorros me dijo alguien está detrás de nuestro pequeño diamante.

Obviamente lo sabía ya que por esa razón maté a Carsten en primer lugar, pero eso no evita que todo mi cuerpo se tense ante el recuerdo de esa información haciendo una ira incontrolable se apodere de mi cuerpo en un instante, cosa que Iván nota antes de dar otro pequeño trago a su whiskey.

—¿Quién sería tan estúpido como para ir por algo que no le pertenece? —pregunto impaciente dándole vueltas a mi propio trago haciendo sonar los cubos de hielo contra el cristal.

—Russo. —Dictamina con voz oscura y la sola mención de ese asqueroso apellido hace que mi cuerpo tiemble, pero no por miedo, no, sino por anticipación de lo que está por venir.

Una enorme y aterradora sonrisa se desliza por mis labios sabiendo de antemano a quienes va a enviar a la misión de cuidar a Meine Prinzessin mucho antes de que me lo diga.

Sin soltar una palabra más de mi parte me levanto de mi asiento llevándome el trago a mis labios tomándolo de un solo sorbo.

El líquido oscuro quema mi garganta de manera exquisita haciendo que cierre los ojos disfrutando su sabor amaderado con un toque de miel. Dejando el vaso de cristal en el enorme escritorio de madera oscura, paso mis manos por mi pecho alisando otra vez mi traje negro cuando digo lo inevitable.

—Creo que es hora de que los dioses se levanten de su letargo —. Y sin más que decir salgo de su estudio sin mirar atrás aún con mi enorme sonrisa en el rostro. Algo dentro de mi se remueve al saber que solo es cuestión de tiempo para que ella vuelva a mi.

Nos reuniremos pronto, mi pequeño diamante.

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